malas lenguas y opiniones que no conducen a nada bueno
malas lenguas y opiniones que no conducen a nada bueno

El título de este artículo no deja de ser un trabalenguas que esconde una realidad demasiado cotidiana. ¿Quién no se ha encontrado alguna vez en manos de un supuesto entendido que valida sus afirmaciones con la opinión de otra persona?. Y ¿cuántas veces no ha resultado una falacia sin base alguna?. Quizás en el momento que nos ha tocado vivir esta afirmación tenga más sentido que nunca.

No hay mejor ejemplo de los que van pontificando por las redes sociales -o fuera de ellas- sobre cualquier tema ¡que más da!, sin contar con ningún argumento que demuestre su aseveración más que uno de esos bulos que con tanta frecuencia encontramos por Internet.

No se trata de pecar de desconfiado, ahora bien, tampoco creerse todo y cuando nos puedan contar y más si llega en este formato tan habitual en nuestros tiempos. Más nos vale ponerlo en una cuarentena previa hasta que podamos encontrar algún motivo que apoye la afirmación y que, por supuesto, no venga de lo que diga o deje de decir un fulano.

Ahí queda que nos hemos convertido en consumidores de información si tener siquiera una mínima capacidad de filtrarla y discernir por medios propios que es lo que puede ser creíble y lo que no deja de ser un chisme. Más nos vale tener una mínima capacidad de análisis para quien nos cuenta algo que ha escuchado un sordo cuando un mudo dijo que un ciego vio lo que fuera que viera.

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