El monumento a Elio Antonio de Nebrija en Lebrija no es solo una estatua. Marca el corazón simbólico de la ciudad y recuerda, a pie de plaza, que de aquí salió uno de los grandes nombres de la cultura europea.
Origen del monumento y sus promotores
A comienzos de los años cuarenta, el Ayuntamiento de Lebrija y distintas instituciones culturales empiezan a preparar la celebración del V Centenario del nacimiento de Elio Antonio. El objetivo resulta claro. La ciudad quiere rendir homenaje al “padre de la gramática española” y situarlo en el centro del espacio urbano, como hijo ilustre y símbolo de identidad.
En 1942 se decide encargar un gran monumento. La comisión promotora recurre al escultor sevillano José Lafita Díaz, artista muy vinculado a su tiempo y conocido también por diseñar el primer escudo del Sevilla F.C.
Lafita realiza bocetos, maquetas y el modelo definitivo entre 1942 y 1944. La fundición Ferrero, en Madrid, se ocupa de llevar la figura al bronce. El conjunto se completa con un pedestal de piedra de líneas sobrias, pensado para integrarse en la arquitectura de la plaza. El 26 de mayo de 1946 inauguran el monumento, ya bajo el régimen franquista, coincidiendo con las celebraciones del V Centenario del nacimiento de Nebrija.
Por qué se levantó en este lugar
La estatua se sitúa en la Plaza de España, el gran salón urbano de Lebrija. Allí se concentran el Ayuntamiento, antiguos edificios civiles y buena parte de la vida cotidiana de la ciudad.
Colocar el monumento en este espacio no es casual. La plaza funciona como escaparate. Cualquier vecino, cualquier visitante, se cruza con la figura de Nebrija al atravesarla. El mensaje es directo. La historia de Lebrija no se entiende sin su humanista más famoso.
Antes del monumento actual ya existía un busto de Elio Antonio en el centro de la misma plaza. Más tarde trasladan esa pieza a los jardines del colegio que lleva su nombre y el pedestal original acaba en la plaza Manuel Halcón.
En 2022 la ciudad suma otro gesto de reconocimiento. La Plaza Juan Díaz de Solís incorpora un nuevo monumento a Nebrija, obra del escultor lebrijano Manuel Fernández Barrones, que dona la pieza a su pueblo dentro de las celebraciones del Año Cultural Nebrija.
Cómo es el monumento
La escultura en bronce muestra a Elio Antonio sentado, con vestimenta académica y gesto concentrado, como maestro rodeado de libros. Lafita lo presenta como profesor de latín, atento al texto, más pensador que héroe militar o político.Europa Press+1
El pedestal eleva la figura sobre la plaza. La escala resulta suficiente para dominar el espacio, pero no intimida. A la altura de la mirada, el visitante percibe el rostro del humanista, el pliegue del manto, la serenidad del gesto. Hoy la estatua sigue funcionando como punto de encuentro, referencia visual y recordatorio cotidiano de la vocación cultural de la ciudad.JCCanada+1
Breve biografía de Elio Antonio de Nebrija
Elio Antonio de Nebrija nace en Lebrija, entonces llamada Nebrissa Veneria, hacia 1441–1444, en el seno de una familia local. Pasa su infancia en la villa y realiza sus primeros estudios con maestros de gramática y lógica. Muy pronto destaca por su talento para las letras.
Completa su formación en la Universidad de Salamanca y después viaja a Italia. Allí estudia casi una década en el Real Colegio de España de Bolonia. Conoce de primera mano el humanismo renacentista y decide traer ese espíritu de regreso a Castilla.
En Italia adopta el nombre de “Elio” en recuerdo de una familia romana documentada en las inscripciones de su tierra. Toma “de Nebrija” como apellido humanista, latinización del nombre de Lebrija, su ciudad natal.
De vuelta en España, enseña en Salamanca y se entrega a la reforma de la enseñanza del latín. Publica las Introductiones latinae en 1481, un manual que se difunde por media Europa.
En 1492 redacta la Gramática de la lengua castellana, considerada la primera gramática de una lengua europea moderna. Ese mismo año impulsa un diccionario latín-español y, pocos años después, otro español-latín. También escribe obras sobre ortografía, derecho, cosmografía y educación.
Trabaja como cronista real de los Reyes Católicos y participa en los trabajos de la Biblia Políglota Complutense en Alcalá de Henares. En sus últimos años enseña en la nueva Universidad de Alcalá, donde muere en 1522. Sus restos reposan en la iglesia de San Ildefonso, en la propia ciudad complutense.
Hoy se le reconoce como uno de los grandes humanistas hispánicos. Su labor filológica impulsó el estudio del latín, ordenó el castellano escrito y dejó una huella decisiva en la política lingüística de la Monarquía hispánica. Desde la Plaza de España, la estatua de Lebrija resume ese legado en una imagen sencilla: un hombre sentado, un libro abierto y una ciudad que lo reivindica como parte de su memoria viva.Pensamiento ampliado

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