Chipiona es un pequeño pueblo bañado por las olas del Atlántico, en donde se levanta una joya de devoción popular y patrimonio histórico: la Ermita del Santísimo Cristo de la Misericordia. Situada estratégicamente en la Calle Fray Baldomero González, justo frente a la imponente Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la O, esta humilde capilla es mucho más que una simple construcción religiosa; es un símbolo de la historia, la fe y la identidad de un pueblo.
Desde tiempos inmemoriales, los chipioneros han llamado a esta capilla “Ermita del Cristo de las Misericordias”, un nombre que resuena con el fervor de generaciones. Su estructura, dividida en dos naves, refleja la sencillez y funcionalidad de sus orígenes. Una de estas naves está dedicada al culto, mientras que la otra, a la que se accede por una discreta puerta interior, ha sido históricamente utilizada como almacén. En tiempos recientes, este espacio ha sido transformado con la construcción de una planta alta que cubre un patio interior, y parte de la planta baja ha sido adaptada para albergar la Sala Capitular.
La fachada de la ermita, de aspecto modesto pero lleno de detalles significativos, cuenta con una puerta dintelada flanqueada por dos ventanas de medio punto. A la izquierda de la entrada, se pueden contemplar azulejos que representan al Cristo de las Misericordias y a la Virgen de la Soledad, dos figuras centrales en la devoción local. Coronando la puerta, una espadaña con dos campanas añade un toque de solemnidad al conjunto, invitando al recogimiento y la oración.
El edificio que hoy conocemos como ermita fue, en sus inicios, un simple almacén propiedad de la familia Miranda, quienes, en un gesto de generosidad y devoción, lo donaron al pueblo de Chipiona con el fin de que se convirtiera en un lugar de culto. Este fue el espacio donde se instaló la venerada imagen del Cristo de las Misericordias, y desde entonces, ha sido un refugio espiritual para todos aquellos que buscan consuelo y esperanza.
La ermita ha sufrido varias modificaciones a lo largo de los siglos. La antigua capilla, que precedió a la actual construcción de 1971, era un espacio más rústico, con un artesonado de madera y una cubierta de teja a dos aguas. Su interior estaba decorado con un retablo de estilo rocalla, en cuyas hornacinas se encontraban la Virgen de la Soledad, San Cristóbal y un San Francisco del siglo XVI. La pieza central del retablo, sin embargo, siempre fue ocupada por el Cristo de las Misericordias, acompañado de un Niño Jesús atribuido al célebre escultor Pedro Roldán.
Tras la restauración de 1975, el retablo original dio paso a un nuevo altar, pero la imagen del Cristo de las Misericordias continuó siendo el foco central. A su izquierda, ahora se encuentra la Virgen de la Soledad, y a su derecha, una imagen de María Magdalena, creando un conjunto que sigue inspirando devoción y respeto.
La historia de esta ermita no estaría completa sin mencionar uno de los eventos más significativos que han marcado la devoción al Cristo de las Misericordias: el Terremoto de Lisboa de 1755. En la mañana del 1 de noviembre de ese año, un violento maremoto provocado por el terremoto inundó Chipiona. Desesperados, los habitantes sacaron en procesión la imagen del Cristo de las Misericordias, y milagrosamente, las aguas comenzaron a retroceder hasta la Cruz del Mar, salvando al pueblo de la destrucción.
Este evento prodigioso dejó una huella imborrable en la memoria colectiva de Chipiona, y desde entonces, cada 1 de noviembre, el pueblo conmemora el milagro con una solemne procesión. Este acto de fe no solo recuerda el poder de la intercesión divina, sino que también ha consolidado al Cristo de las Misericordias como una figura central en la vida espiritual de Chipiona, atrayendo a numerosos devotos año tras año.
En el interior de la capilla, un exvoto al óleo aún preserva la memoria de aquel fatídico día, recordando a todos los visitantes la profunda conexión entre la fe y la historia de este rincón de Andalucía.
La devoción al Cristo de las Misericordias se organiza en torno a la hermandad que lleva su nombre, la “Hermandad del Santísimo Cristo de las Misericordias, Dulce Nombre de Jesús, Nuestra Señora de la Piedad y María Santísima de la Soledad”. Esta hermandad no solo es responsable de la procesión del 1 de noviembre, sino también de la procesión de la tarde noche del Viernes Santo, otro de los momentos culminantes en el calendario religioso de Chipiona.
La Ermita del Santísimo Cristo de la Misericordia es, sin duda, un lugar donde se entrelazan la historia, la fe y la comunidad. Cada rincón de esta pequeña capilla cuenta una historia, ya sea a través de los azulejos en su fachada, el exvoto que rememora el milagro del maremoto, o las imágenes sagradas que presiden su altar. Es un lugar que invita al recogimiento, pero también al encuentro con una tradición viva que sigue latiendo en el corazón de Chipiona.
Visitarla es adentrarse en un espacio donde el pasado y el presente coexisten, y donde cada elemento arquitectónico y cada símbolo religioso narran un capítulo de la rica historia de este pueblo andaluz. Para los devotos y para los curiosos, la Ermita del Cristo de las Misericordias es un recordatorio tangible de la fuerza de la fe y la resiliencia de un pueblo frente a las adversidades.
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