A la entrada de San Fernando, muy cerca del nudo de La Ardila y de las marismas, un parque comercial moderno ocupa hoy el antiguo Polígono Naval de Tiro Janer. Bajo ese suelo y en un pequeño rincón ajardinado afloran unas tumbas humildes, pero cargadas de significado: son el eco visible de la presencia fenicia y púnico-tardía en la Isla.
Un rincón fenicio en la Bahía de Cádiz
La Bahía de Cádiz formó parte de uno de los paisajes más densamente ocupados por fenicios y púnicos en todo el Mediterráneo occidental. Gadir (la actual Cádiz) actuó como gran centro urbano y comercial, rodeado de factorías de salazones y talleres cerámicos repartidos por toda la bahía, incluida la zona de San Fernando.
Janer se sitúa en este contexto. La Carta Arqueológica Municipal de San Fernando recoge el antiguo polígono naval como yacimiento 48 y lo relaciona con otras evidencias fenicio-púnicas y romanas de la zona, como Villa Maruja, Pery Junquera o la playa de Camposoto. En conjunto, estos puntos dibujan un paisaje antiguo donde actividades productivas, rutas marítimas y espacios funerarios se entrelazan.
Origen de las tumbas: de un hallazgo casual a una necrópolis
El origen “moderno” de las tumbas fenicias en el poligono naval de Janer arranca en 1965. Durante la apertura de una zanja dentro del recinto militar, los técnicos documentaron varias sepulturas. Una de ellas, delimitada con lajas de piedra, contenía un enterramiento de inhumación acompañado por un anillo de cobre y pequeños fragmentos de hierro muy alterados.
La Carta Arqueológica subraya que este hallazgo no se puede entender como algo aislado. El documento lo relaciona con otras tumbas localizadas en la zona ajardinada de Villa Maruja, fechadas a finales del siglo V a. C., y propone vigilancia arqueológica en todo el recinto de Janer ante la alta probabilidad de una necrópolis extensa bajo el antiguo acuartelamiento.
Décadas después, cuando la Zona Franca de Cádiz adquirió el solar al Ministerio de Defensa para transformarlo en parque empresarial y comercial, las sospechas se confirmaron. Entre 2014 y 2016 se desarrolló una amplia intervención arqueológica. Los equipos localizaron al menos ocho hornos cerámicos, varios conjuntos de ánforas y hasta 45 enterramientos, datados de forma preliminar entre los siglos III y I a. C., es decir, en plena etapa púnico-tardía anterior a la plena romanización del área.
Los informes y notas oficiales hablan así de una necrópolis que se usa durante varios siglos, desde momentos avanzados de la Edad del Hierro hasta época romana temprana.
Qué son estas tumbas fenicias
Las tumbas que hoy se conocen como “fenicias” en Janer forman parte de esa necrópolis fenicio-púnica y tardopúnica de la bahía. Se trata, en su mayoría, de sepulturas de inhumación excavadas en el terreno y delimitadas con piedras, cubiertas por losas sencillas. En algunos casos, el difunto se acompaña de un ajuar muy modesto: un anillo, pequeños elementos metálicos o cerámicas de uso cotidiano.
Este tipo de sepultura encaja con las costumbres funerarias fenicio-púnicas documentadas en otras necrópolis del entorno gaditano: enterramientos relativamente sobrios, pero muy cuidados, donde la posición del cuerpo, la orientación y los objetos depositados expresan creencias sobre el más allá y sobre el estatus del difunto.
En Janer, además, las tumbas conviven con hornos alfareros y áreas de acumulación de ánforas. Esa mezcla de estructuras industriales y funerarias convierte al yacimiento en un caso especialmente interesante dentro del panorama fenicio occidental.
Por qué están aquí: marismas, talleres y caminos
La elección de este rincón de San Fernando no es casual. Los fenicios y púnicos acostumbran a situar sus necrópolis fuera del núcleo de habitación, cerca de los caminos y en zonas que no estorban a la actividad agrícola, pero que mantienen una estrecha relación visual con el mar o la bahía.
Janer cumple todas esas condiciones:
- Se ubica junto a marismas y caños mareales, en la franja que conecta la bahía con el interior.
- Se integra en un área con talleres cerámicos y factorías de salazones, documentadas en otros puntos próximos como Pery Junquera o el entorno de Camposoto.
- Se encuentra junto a rutas históricas que enlazan la Isla con el santuario de Sancti Petri y con la campiña.
Las tumbas de Janer pertenecen, muy probablemente, a las gentes que vivían y trabajaban en ese paisaje productivo: alfareros, pescadores, trabajadores de las salazones, sus familias. En ellas se refleja una comunidad ligada al mar y al comercio, pero también a un territorio concreto de la Isla.
Qué representan y cuál es su valor patrimonial
Los especialistas que han estudiado Janer destacan el carácter excepcional del conjunto. La combinación en un mismo espacio de hornos, fosas, tumbas y estructuras asociadas a un medio costero de marismas no tiene muchos paralelos ni siquiera dentro del Mediterráneo fenicio-púnico.
Por eso, las tumbas de Janer aportan varias claves importantes:
- Ayudan a entender cómo se organizan las comunidades fenicio-púnicas fuera de la gran ciudad de Gadir.
- Relacionan directamente la vida cotidiana y el trabajo (talleres, ánforas, salazones) con las prácticas funerarias.
- Refuerzan la imagen de San Fernando como un territorio clave en la red de producción y exportación de pescado en salazón y derivados durante la Antigüedad.
Además, las tumbas fenicias visibles hoy en el parque urbano de Janer actúan como recurso educativo y turístico. Acercan al visitante a una etapa poco conocida de la historia local y ayudan a conectar las piezas: del templo de Melqart en Sancti Petri al Puente Zuazo, de los hornos púnicos musealizados en la ciudad a este pequeño rincón funerario.
Estado de conservación y situación actual
La construcción del actual parque comercial y empresarial transformó por completo el antiguo polígono de tiro. Para permitir el desarrollo urbanístico, Zona Franca financió una amplia excavación arqueológica y el traslado de los restos más significativos —hornos, ánforas y tumbas— a dependencias propias, en depósito provisional, a la espera de una ubicación estable para su exposición.
Hoy, una parte de ese patrimonio se conserva en colecciones públicas (como el Museo Histórico Municipal de San Fernando, que ya alberga hornos púnicos procedentes de otros yacimientos) y otra permanece en depósitos técnicos. El proyecto urbanístico reservó además espacios libres vinculados a la Batería Doctrinal, declarada Bien de Interés Cultural, y zonas verdes donde se integran recreaciones de las tumbas fenicias para su contemplación.
Diversas voces del ámbito patrimonial y político han lamentado que el desarrollo comercial “pise” en parte el yacimiento y reduzca las posibilidades de investigación in situ. Sin embargo, la Carta Arqueológica mantiene la consideración de todo Janer como área de alto interés arqueológico, y la normativa obliga a controlar cualquier movimiento de tierras que se produzca en la zona.
Descubriendo un rincón con historia en San Fernando: tumbas fenicias en el poligono naval de janer
El visitante ve hoy un espacio híbrido: un gran parque comercial rodeado de marismas y, en uno de sus rincones, un pequeño conjunto de tumbas fenicias reconstruidas y señalizadas, que recuerdan que bajo el asfalto siguen latentes siglos de historia. Ese contraste forma parte del relato: San Fernando se abre al futuro, pero cada tumba de Janer insiste en que la ciudad solo se entiende de verdad si mira también hacia su pasado más antiguo.








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