Quien camina por la calle Carrera de Jesús, a pocos metros de la Catedral, se encuentra con una fachada sobria de piedra. Detrás de ese pórtico se guarda uno de los corazones espirituales de la ciudad: el santuario camarín de Nuestro Padre Jesús Nazareno, “El Abuelo”. Allí se concentra una devoción que traspasa fronteras y que muchos comparan con la que despiertan imágenes como la Macarena o el Cautivo en otras ciudades andaluzas.
Para entender este lugar conviene mirar atrás: antes que santuario fue convento carmelita, casa de formación, cuartel, casa de vecinos… y pieza a punto de perderse. Hoy luce restaurado, con culto diario, novena en Cuaresma y un camarín que emociona incluso a quien entra solo por curiosidad.
De convento carmelita a santuario de ciudad
Los orígenes: San José de los Descalzos
El edificio nació como convento de San José de los Padres Carmelitas Descalzos. El 5 de junio de 1588 abrió sus puertas gracias a la generosidad del canónigo Juan Pérez de Godoy, que cedió huertos, casas y un molino aceitero en el arrabal de Santa Ana, junto a la Puerta de Granada. El obispo Francisco Sarmiento de Mendoza impulsó la fundación y el padre Jerónimo Gracián la llevó a término.
El convento funcionó muchos años como noviciado y casa de formación carmelita. La iglesia seguía el modelo típico de la orden: una sola nave, bóveda de cañón con lunetos, amplio coro a los pies y altares laterales dedicados a santos del Carmelo como Santa Teresa o San Juan de la Cruz.
Nace la devoción a Jesús Nazareno
Nada más instalarse en Jaén, los carmelitas quisieron extender el culto a Jesús Nazareno, muy propio de la orden. Con ayuda de labradores del barrio recogieron limosnas para encargar una imagen. La documentación no cita al escultor, pero varios estudios la relacionan con el taller de Sebastián de Solís, activo en el Jaén del último tercio del siglo XVI.
La talla despertó una devoción enorme. Entre 1588 y 1594 se fundó una cofradía para su culto, conocida al principio como de Santa Elena, de las Cruces o de los Nazarenos. Sus cofrades comenzaron a sacar a Jesús en procesión penitencial en la amanecida del Viernes Santo. Nacía así la que hoy conocemos como Antigua, Insigne y Real Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores.
La construcción del camarín barroco
La fuerte devoción a Jesús Nazareno traspasó el Atlántico. Un jiennense asentado en Perú, el capitán Lucas Martínez de Frías, dejó en su testamento un legado de dos mil pesos de plata para levantar una capilla propia para la imagen y mantener encendida una lámpara de plata.
Con ese dinero comenzaron las obras en 1687. El arquitecto de la Catedral, Blas Antonio Delgado, trazó el proyecto. El maestro Antonio Martos dirigió la construcción. Cuando el legado se agotó, el Ayuntamiento, la Cofradía y muchos devotos aportaron fondos; incluso se organizaron corridas de toros para continuar la obra. El 31 de julio de 1717 se inauguró la nueva capilla de Jesús Nazareno, con patronazgo de la familia Frías.
La capilla se completó con un camarín que volaba sobre la calle, pensado para exponer la imagen a la ciudad como una “ventana de gloria”. Debajo se excavó una cripta con tres estancias, destinada a sepultura de la familia Frías y de cofrades del Nazareno.
Desamortización, ruina y salvamento
El siglo XIX trajo tiempos difíciles. Las desamortizaciones de 1811 y 1821 cerraron el convento, que pasó a ser Colegio Militar de Cadetes y viviendas militares. Se mantuvo el culto en la iglesia como templo auxiliar del Sagrario.
La gran desamortización de 1835, bajo el ministro Mendizábal, clausuró definitivamente el convento. La iglesia se destinó a cuartel del Regimiento Provincial de Murcia; Nuestro Padre Jesús se trasladó a la parroquia del Sagrario.
En 1849 el inmueble se vendió al conde de Humanes, que dividió el antiguo monasterio en varias fincas. La iglesia y la capilla de Jesús se adaptaron como casa de vecindad y sede de la Guardia Civil. Más tarde, en 1926, el conjunto se transformó en un gran caserón de vecinos. La iglesia y el camarín quedaron ocultos tras tabiques y forjados, pero sobrevivieron dentro de la estructura.
Desde 1960 se sucedieron proyectos para demoler el edificio y levantar viviendas. El recinto conventual desapareció casi por completo en 1979. Frente a esta amenaza, el Instituto de Estudios Giennenses y el consejero local de Patrimonio Histórico-Artístico impulsaron una intensa campaña para salvar la iglesia y el camarín. En 1980 el Ministerio de Cultura abrió expediente para declararlos Monumento Histórico-Artístico. Más tarde, en 2003, la Junta de Andalucía los reconoció como Bien de Interés Cultural.
Del abandono al santuario actual
En el año 2000 el Ayuntamiento de Jaén inició la expropiación del inmueble. En 2003 el BIC garantizó su protección definitiva. En septiembre de 2006 arrancaron las obras de rehabilitación, dirigidas por el arquitecto José Miguel Rueda Muñoz de San Pedro y ejecutadas por la UTE Tecsa–Geocisa.
En 2008 Ayuntamiento, Junta y Cofradía acordaron colaborar en la nueva decoración interior. El 1 de agosto de 2009 el Ayuntamiento cedió el monumento a la Cofradía por 75 años, para que Jesús volviera al templo donde nació su devoción en el siglo XVI. Ese mismo año la imagen regresó desde la Catedral al camarín.
Desde entonces el edificio funciona como santuario dedicado a Nuestro Padre Jesús Nazareno. En 2020, tras el cierre por la pandemia, la Diócesis anunció su reapertura al culto con medidas sanitarias y se retomaron misas, novena y visitas.
El 30 de marzo de 2025 el obispo de Jaén concedió al templo el título de santuario diocesano, reconocimiento que consolida su papel como centro de peregrinación y referencia espiritual de la ciudad.
Arquitectura y obras de arte
La iglesia de San José
Hoy el visitante ve una fachada muy sencilla. Un pórtico de tres arcos enmarca la entrada, coronada por un cuerpo superior con tres vanos y un frontón triangular con óculo central. El conjunto habla de un templo carmelita adaptado y rehecho a lo largo de los siglos.
El interior mantiene la planta original de nave única. Una bóveda de cañón con lunetos y cornisa recorre el espacio. En el presbiterio se levanta un retablo de maderas nobles, obra de Talleres Hidalgo (Jaén), que integra los lienzos del Apostolado pintados por Luis Melgar a comienzos del siglo XVIII para la antigua capilla de Jesús. Estos cuadros, restaurados por el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, rodean la cruz de Nuestro Padre Jesús, que cuelga de la cúpula.
En los laterales de la nave, otros retablos de Talleres Hidalgo forman las capillas del Santísimo Sacramento y de Nuestra Señora de los Dolores. La decoración recupera la estética barroca, pero con una lectura contemporánea y limpia, que deja respirar la piedra y la luz.
El camarín de “El Abuelo”
La joya del conjunto se encuentra al fondo. La capilla de Nuestro Padre Jesús se abre como un espacio íntimo y teatral. Un gran retablo de madera, tallado por Manuel Guzmán Fernández (Talleres Guzmán Bejarano, Sevilla), enmarca el camarín. Sus motivos ornamentales evocan los templos por los que pasó la imagen durante su “exilio”: el Sagrario, La Merced y la Catedral.
La orfebrería que acompaña a la imagen —peana, blandones, candeleros, jarras y lámparas votivas— procede de Orfebrería Villarreal, en Sevilla. Todo se ha diseñado para centrar la mirada del visitante en el Nazareno de túnica morada, con la cruz al hombro, que los jiennenses llaman cariñosamente “El Abuelo”.
A los lados del camarín se sitúan retablos para las imágenes de San Juan y la Verónica, completando la escena propia de la Madrugada del Viernes Santo. Bajo la capilla permanece la cripta original, testimonio silencioso de siglos de devoción y de enterramientos de cofrades.
La leyenda y el nombre de “El Abuelo”
Más allá de los documentos, la devoción a Jesús Nazareno se alimenta de una leyenda muy arraigada en Jaén. Muchos relatos sitúan su origen en la Casería de Jesús, un cortijo cercano al Puente de la Sierra. Allí habría llegado, hacia 1580, un anciano caminante que pidió hospedaje. Al ver un tronco destinado al molino, dijo que de aquella madera podía salir una hermosa imagen de Jesús. Le dejaron trabajar a solas durante la noche. A la mañana siguiente el anciano había desaparecido y en su lugar aparecía la talla del Nazareno.
Desde entonces la finca se conoce como Casería de Jesús y al Nazareno se le llama “El Abuelo”, en recuerdo de ese misterioso anciano. La leyenda no sustituye a los estudios históricos, pero explica muy bien el cariño con que Jaén se relaciona con la imagen.
Cultos y vida del santuario camarín de Jesús
El santuario no funciona solo como “museo de devoción”. Es un templo vivo. A lo largo del año se celebran misas diarias, rezo del Rosario y exposición del Santísimo. Un comunicado de 2020 fijaba, a modo orientativo, apertura diaria en horarios de mañana y tarde, con misa vespertina de lunes a sábado y eucaristías dominicales a media mañana. Los horarios pueden variar, así que conviene confirmarlos en los canales oficiales de la Cofradía o de la Diócesis antes de la visita.
En Cuaresma destaca la solemne novena consagrada a Nuestro Padre Jesús Nazareno, heredera de los cultos que iniciaron los carmelitas. La novena combina exposición del Santísimo, eucaristía y ejercicio propio, y suele reunir a gran número de fieles; en los últimos años incluso se ha retransmitido por redes y medios locales.
Cada tercer domingo de mes se celebra la “Misa de las Familias”, que pone de manera especial a niños y padres delante de Jesús. La Cofradía mantiene además una misa de hermandad y distintos actos de formación, caridad y convivencia vinculados al santuario.
El momento culminante llega en la Madrugada del Viernes Santo. Días antes, la Cofradía entroniza las imágenes de Jesús Nazareno, la Virgen de los Dolores y la Verónica en sus pasos, en medio de un bullicio de devotos a las puertas del Camarín. Desde allí sale la procesión que llena de nazarenos morados las calles de Jaén antes del amanecer.
Cómo visitar el santuario camarín de Jesús
El santuario se encuentra en la Carrera de Jesús, nº 35, a pocos minutos a pie de la Catedral y de la Oficina de Turismo. Desde la plaza de Santa María basta con caminar por la propia Carrera de Jesús hasta encontrar, en ligera subida, la fachada de San José y el patio enrejado que da acceso al templo.
La Concejalía de Turismo de Jaén destaca que la entrada es gratuita y que el edificio resulta accesible por la puerta principal, con circulación cómoda en buena parte del interior.
Para organizar la visita te puede ayudar:
- Mañanas y primeras horas de la tarde. Son los momentos más cómodos para disfrutar del silencio del templo y acercarte con calma al camarín.
- Cuaresma y Semana Santa. Si buscas ambiente cofrade, la novena y los días previos a la Madrugada ofrecen el santuario lleno de cultos, flores y pasos preparados.
- Tercer domingo de mes. Ideal si quieres ver la Misa de las Familias y sentir cómo la devoción se transmite entre generaciones.
Antes de ir, merece la pena comprobar horarios actualizados en la web de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno o en los canales de la Diócesis de Jaén, porque pueden cambiar según el tiempo litúrgico o eventos especiales.
El Abuelo, de cerca
Si algún día pasas por Jaén, entra un momento por la verja de la Carrera de Jesús y cruza el pórtico de San José. Verás que el santuario camarín de Jesús no es solo un edificio recuperado. Es un relato completo de la ciudad: su fe, su patrimonio y su capacidad para defender lo que ama.






Visitas: 36













