En el centro histórico de Málaga, a los pies de la colina de la Alcazaba, se alza uno de los monumentos antiguos mejor preservados de la ciudad: el Teatro Romano de Málaga, principal vestigio de la presencia romana en esta urbe mediterránea. Este teatro fue levantado a comienzos del siglo I d.C., en época del emperador César Augusto, en un momento clave de consolidación del Imperio Romano en Hispania y de monumentalización urbana de Malaca.
Orígenes y contexto histórico
La ciudad fenicia de Malaka prosperó durante siglos como centro comercial en el Mediterráneo occidental, y ya con la llegada del poder romano comenzó un ambicioso proceso de romanización urbana. En el siglo I a.C., bajo el impulso de Augusto, se construyen obras públicas de relieve como el puerto y el teatro mismo, reflejo de la nueva vida pública y cultural de la ciudad. La monumental obra consolidó la posición de Malaca como municipio con un estatus privilegiado, regido por la Lex Flavia Malacitana y conectado mediante vías importantes como la Vía Hercúlea.
Arquitectura y diseño legendario
El diseño del teatro combina técnicas griegas y romanas: parte del graderío, o cavea, se apoya en la ladera del cerro (como en los teatros griegos), y el resto se eleva usando cimentaciones artificiales. La orchestra, semicircular, presentaba asientos marmóreos para la élite local, con decoración de placas de mármol que ha llegado hasta hoy. Entre la orchestra y la scaena, se conserva una inscripción marmórea de época Flavia que honra a los evergetas locales que costeaban la construcción.
La scaena frons, fachada escénica ornamental, se habría erigido con columnas, esculturas y vanos para reflejar la imagen imperial y divina, aunque hoy solo sobreviven algunos fragmentos recuperados durante el proceso arqueológico.
Usos, abandono y transformaciones
El teatro funcionó desde el siglo I hasta el III d.C., sirviendo como escenario para representaciones dramáticas, ceremonias públicas y eventos sociales. Sin embargo, ya en el siglo III cayó en desuso: fue reutilizado como cantera por los constructores musulmanes, que extraían sillares para edificar la cercana Alcazaba.
Durante los siglos V y VI el espacio se convirtió en zona de enterramientos y necrópolis, mientras que en época bizantina hubo un breve resurgimiento comercial en la zona, que se truncó con la conquista musulmana en el siglo VII, tras la cual se edificaron estructuras militares y mezquitas sobre el solar abandonado.
Redescubrimiento y recuperación en el siglo XX
El monumento quedó olvidado hasta 1951, cuando unas obras de jardinería y construcción en la calle Alcazabilla revelaron el aditus maximus, inicialmente confundido con parte de la muralla medieval. Reconocido eventualmente como un teatro romano, se decidió en los años noventa demoler la Casa de la Cultura construida sobre él y excavar la totalidad del yacimiento. La restauración se completó con una inversión estimada en 3,2 millones de euros, permitiendo la recuperación de 19 gradas y cientos de sillares catalogados.
En 2010 fue inaugurado el Centro de Interpretación, diseñado por Antonio Tejedor, un prisma de acero, vidrio y madera que introduce al visitante en el mundo romano a través de piezas originales y audiovisuales, incluidas reproducciones de la Lex Flavia Malacitana en sus paredes exteriores.
Valor patrimonial y repercusión cultural
Desde 1972 está declarado Bien de Interés Cultural (BIC) con categoría de Monumento Artístico, y goza de protección integral en el planeamiento urbano de Málaga. Forma parte además de la Red Andaluza de Yacimientos Arqueológicos (RAYA), que impulsa su difusión, conservación y aprovechamiento como recurso cultural y turístico.
Hoy el teatro continúa activo como escenario cultural: durante el verano acoge representaciones teatrales, conciertos y espectáculos greco-romanos, recuperando su papel público milenario. Un caso simbólico fue la participación del actor Antonio Banderas, vecino de la zona, en uno de estos eventos.
Lecciones históricas y recorrido recomendado
Visitar el Teatro Romano de Málaga es sumergirse en más de dos milenios de historia: desde su origen imperial y su función social hasta su abandono, olvido y reciente resurgimiento como emblema patrimonial. Su integración arquitectónica con la Alcazaba, reutilizando yacimientos materiales, y su ubicación en plena calle Alcazabilla, ahora convertida en plaza-mirador, hacen de este conjunto un espacio urbano cargado de capas históricas.
Una visita típica incluye pasear la cavea, contemplar la decoración marmórea de la orchestra, y acceder al Centro de Interpretación, ideal para entender el contexto político, social y arquitectónico del teatro y de la Malaca romana.


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