atalaya de la Dehesilla - canal de wikipedia
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La atalaya de la Dehesilla es una fortificación medieval situada en Alcalá la Real, en la provincia de Jaén. Forma parte del sistema defensivo que rodea la fortaleza de La Mota, desempeñando un papel crucial en la vigilancia y comunicación durante la época de la frontera entre los reinos cristianos y el Reino Nazarí de Granada.

Origen y función estratégica de la atalaya de la Dehesilla

La Torre de la Dehesilla forma parte del entramado de torres vigías que jalonan el paisaje de Alcalá la Real y su comarca, diseñadas para defender la frontera más compleja y activa de la Península Ibérica durante los siglos medievales: la que separaba el Reino Nazarí de Granada y los reinos cristianos de Castilla. Aunque la datación exacta de su construcción no está documentada de forma precisa, los estudios históricos y arqueológicos sugieren que su edificación se produjo entre los siglos XIII y XIV, en el contexto de la intensificación de los conflictos fronterizos y la necesidad de reforzar las comunicaciones visuales.

Durante ese periodo, Alcalá la Real adquirió un papel crucial dentro de la llamada «Banda Morisca», una franja de terreno donde los enfrentamientos entre cristianos y musulmanes eran constantes. La villa, conocida en época islámica como Qal’at (fortaleza), ya era un enclave defensivo relevante. Cuando las tropas castellanas, bajo el mando de Alfonso XI, tomaron la ciudad en 1341, se reorganizó todo el sistema defensivo y se potenció la construcción de torres vigías como la Dehesilla.

Funciones militares

Estas atalayas, incluida la Dehesilla, no solo cumplían funciones militares. También eran herramientas de control territorial y gestión de recursos agrícolas y ganaderos. Su posición estratégica —la Dehesilla se ubica sobre una elevación que domina amplias extensiones de terreno hacia la vega granadina y las rutas hacia Jaén y Granada— permitía tanto detectar movimientos enemigos como proteger las dehesas y tierras de labor que daban sustento a la población.

El modelo constructivo de la torre revela influencias tanto de la arquitectura militar islámica como de las técnicas castellanas. Es muy probable que su planta circular, relativamente poco común en atalayas menores, respondiera a criterios de solidez estructural y resistencia a los ataques. Además, la torre estaba pensada para alojar una pequeña guarnición que pudiera resistir asedios breves hasta la llegada de refuerzos desde la Fortaleza de la Mota, el núcleo principal de defensa de Alcalá la Real.

Formando parte de una red de vigilancia

Por tanto, la Torre de la Dehesilla no debe entenderse solo como una construcción aislada, sino como una pieza clave de una red de vigilancia y defensa interconectada, un sistema de comunicación visual mediante señales de humo de día y fuego de noche que permitía alertar rápidamente a las autoridades y movilizar tropas si era necesario. Esta red cubría no solo Alcalá la Real sino todo el antiguo reino fronterizo de Jaén.

Con el paso del tiempo y la definitiva conquista de Granada en 1492, la función de estas torres decayó. Pero su legado quedó inmortalizado tanto en el paisaje como en la memoria histórica de la comarca.

Características arquitectónicas de la atalaya de la Dehesilla

La Torre de la Dehesilla es un magnífico ejemplo de arquitectura militar medieval adaptada a las necesidades específicas de la vigilancia fronteriza. Aunque su apariencia sobria puede parecer sencilla a primera vista, cada elemento de su construcción responde a un propósito defensivo y funcional muy estudiado.

Su planta circular —con un perímetro de 14,70 metros— destaca frente a las más comunes plantas cuadrangulares o rectangulares utilizadas en otras torres menores. Esta elección no fue casual. Las torres de planta circular presentan varias ventajas estratégicas: eliminan los ángulos muertos, ofrecen mayor resistencia a los impactos de proyectiles y dificultan que los enemigos puedan socavar sus cimientos.

El paramento exterior está construido con sillares de piedra caliza tallados y dispuestos de manera regular. Estos sillares no solo proporcionan estabilidad, sino que también denotan una cuidada ejecución constructiva, poco habitual en torres puramente rurales o improvisadas. Este tipo de mampostería regularizada es una muestra de que la torre recibió una inversión importante y que fue diseñada para durar.

En su interior

El interior, por contraste, emplea un sistema de relleno de mampostería irregular con piedras de menor tamaño y argamasa de cal y yeso. Esta combinación ofrecía una excelente resistencia sin encarecer en exceso la construcción.

La entrada original se situaba, como en muchas otras torres defensivas, a una altura considerable sobre el nivel del suelo. Esto impedía el acceso fácil a posibles atacantes y solo podía alcanzarse mediante escaleras portátiles o estructuras de madera, que podían retirarse rápidamente en caso de amenaza. Actualmente, este acceso elevado se conserva como testimonio de las preocupaciones defensivas de la época.

Adarve de la atalaya

En su parte superior, la torre contaba con un balcón o adarve que permitía la vigilancia de los alrededores en 360 grados. Desde este punto, los centinelas podían observar no solo el entorno inmediato, sino también establecer contacto visual con otras torres cercanas —como la del Cascante o la Moraleja— y con la Fortaleza de la Mota, la gran ciudadela que centralizaba el sistema defensivo de la zona.

Aunque no quedan restos visibles de su cubierta original, es probable que la torre dispusiera de una techumbre o cubierta ligera para proteger a los vigilantes de las inclemencias meteorológicas. Algunos especialistas también apuntan a que pudo tener matacanes o aspilleras (pequeñas aberturas para lanzar proyectiles o permitir la ventilación) aunque actualmente no son claramente visibles debido al desgaste del tiempo.

La sobriedad de la torre y su resistencia a pesar de los siglos transcurridos demuestran una eficaz combinación entre funcionalidad y durabilidad, reflejo de las necesidades defensivas de una frontera activa y peligrosa.

Evolución histórica y estado actual

La Torre de la Dehesilla nació con una función claramente definida: ser los ojos avanzados de la Fortaleza de la Mota y del sistema defensivo de Alcalá la Real en el siempre volátil escenario de la frontera castellano-nazarí. Sin embargo, su historia no se limitó solo a los siglos de la Reconquista. La torre fue testigo y partícipe de varios periodos de transformación sociopolítica que moldearon su destino.

Siglos XIII-XIV: Frontera activa y vigilancia constante

Desde su construcción (probablemente entre finales del siglo XIII y principios del XIV), la Torre de la Dehesilla formó parte de una red de atalayas de comunicación visual que permitía controlar los movimientos enemigos y avisar rápidamente de incursiones. En aquella época, los ataques eran frecuentes: cabalgadas, asedios y escaramuzas eran parte de la vida cotidiana en la frontera entre Castilla y el Reino Nazarí de Granada.

Su papel no era solo militar. Las torres vigilaban también las vías de paso de mercancías y ganado, protegiendo tanto los intereses estratégicos como económicos de la población cristiana asentada en la zona tras la conquista de Alcalá la Real por Alfonso XI en 1341. La Dehesilla, por su posición, garantizaba la seguridad de una vasta área rural y dehesas que abastecían a la villa y sus defensores.

Siglos XV-XVI: La paz y el inicio del declive

El final de la Guerra de Granada (1492) marcó un antes y un después. Con la caída del último reino musulmán peninsular, desapareció la amenaza fronteriza que había justificado la existencia de tantas torres vigías. Durante las décadas siguientes, muchas de estas atalayas quedaron abandonadas o se adaptaron a nuevas funciones, a menudo relacionadas con el control agrario o como refugio eventual.

La Torre de la Dehesilla, sin embargo, conservó cierta relevancia por su ubicación estratégica. Durante el siglo XVI, todavía pudo desempeñar un papel de control en tiempos de inestabilidad social y económica, como las revueltas moriscas o el bandolerismo, aunque ya sin la intensidad de los siglos anteriores.

Siglos XVII-XIX: De defensa a símbolo

A partir del siglo XVII, la torre quedó relegada a ser un hito paisajístico y un símbolo mudo de tiempos pasados. El deterioro progresivo afectó a su estructura, pero su solidez arquitectónica le permitió resistir el paso del tiempo mejor que otras torres de su época.

Durante el siglo XIX, con las desamortizaciones y cambios en la organización agraria, el entorno rural de la torre se transformó notablemente. Sin embargo, su valor patrimonial empezó a ser reconocido por estudiosos locales y viajeros románticos que recorrían Andalucía atraídos por su pasado medieval.

Siglo XX y actualidad: Recuperación patrimonial

El siglo XX trajo consigo una mayor conciencia sobre la importancia de conservar estos vestigios históricos. La Torre de la Dehesilla fue protegida por el Decreto de 22 de abril de 1949, que amparaba a todos los castillos y estructuras defensivas españolas, y más adelante recibió reconocimiento especial de la Junta de Andalucía en 1993.

Hoy, gracias a su buen estado de conservación y su accesibilidad, la torre se ha convertido en un lugar de interés para los amantes de la historia y el senderismo. Visitarla no solo permite disfrutar de unas vistas inigualables del paisaje jiennense, sino también reflexionar sobre los siglos de historia, conflictos y culturas que su estructura aún evoca.

Protección y reconocimiento patrimonial

La Torre de la Dehesilla está protegida por la Declaración del Decreto de 22 de abril de 1949 y por la Ley sobre el Patrimonio Histórico Español. En 1993, la Junta de Andalucía otorgó un reconocimiento especial a los castillos de la Comunidad Autónoma, incluyendo esta torre.

Visita y reflexión

Visitar la Torre de la Dehesilla ofrece una oportunidad única para conectar con la historia medieval de la región y apreciar la ingeniería defensiva de la época. Desde su balcón superior, se pueden contemplar vistas panorámicas del paisaje circundante, evocando la importancia estratégica que tuvo en su tiempo.

Alcalá la Real, con su rica historia y patrimonio, invita a los viajeros culturales a explorar sus monumentos y a sumergirse en el legado de una época que marcó profundamente la identidad de Andalucía.

atalaya de la Dehesilla – cortesía de María Pulido

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