torre de la Moraleja - portal de wikipedia
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En las colinas de Alcalá la Real, Jaén, se alza la Atalaya de la Moraleja, una torre vigía del siglo XV que formaba parte de la red defensiva entre el Reino de Castilla y el Reino Nazarí de Granada.

Origen y Construcción

La Atalaya de la Moraleja nació de una necesidad urgente: vigilar y proteger la frontera entre el Reino de Castilla y el Reino Nazarí de Granada. Estamos en la segunda mitad del siglo XV, en plena Guerra de Granada (1482-1492), el conflicto que pondría fin al dominio musulmán en la península ibérica.

Alcalá la Real se había consolidado como una plaza estratégica de la frontera nazarí, conocida como «Tierra de nadie». Esta comarca funcionaba como amortiguador entre ambos reinos, donde incursiones, razias y escaramuzas eran habituales. Para contrarrestar estas amenazas, se construyó una red de torres ópticas o atalayas. Estas torres comunicaban visualmente entre sí y con fortalezas mayores, como la Fortaleza de la Mota, el gran bastión de Alcalá la Real.

Construcción de la atalaya

Se cree que la construcción de la Atalaya de la Moraleja se produjo bajo la supervisión de Rodrigo Alonso de Aranda, destacado corregidor de Alcalá la Real que, en colaboración con el Concejo de la ciudad, promovió múltiples iniciativas defensivas en este período. Las crónicas documentan que muchas de estas torres se erigieron con la participación de la comunidad local e incluso de prisioneros musulmanes, conocidos como «moros cautivos», que aportaban mano de obra cualificada en albañilería y cantería.

Estructura de la atalaya

La torre presenta una planta circular y un fuste de sección troncocónica, siguiendo los modelos arquitectónicos típicos de las atalayas de la zona. Esta tipología permitía resistir mejor los impactos de proyectiles y facilitar la defensa. Sus sillares, bien escuadrados, indican una obra de calidad y larga duración. La elección de la ubicación —un cerro a 983 metros de altitud— no fue casual. Desde allí se dominaba un amplio territorio, incluyendo pasos naturales y caminos que podían ser utilizados por enemigos o contrabandistas.

Aunque la documentación concreta sobre su fecha exacta de construcción es escasa, los historiadores sitúan su edificación probablemente entre 1482 y 1486, durante el período de más intensa actividad bélica antes de la caída de Granada.

Función Estratégica

La Atalaya de la Moraleja no era una simple torre aislada. Formaba parte de una sofisticada red de vigilancia que articulaba el sistema defensivo de la frontera entre Castilla y el Reino Nazarí de Granada. Esta frontera, conocida como La Banda Morisca, se extendía por el sureste de la provincia de Jaén y constituía una de las zonas más militarizadas y tensas de toda la península ibérica durante el siglo XV.

La ubicación de la Moraleja, a 983 metros de altitud, fue cuidadosamente elegida. Desde su cima se controlaba una vasta extensión de terreno, incluyendo valles, caminos rurales y pasos naturales que conectaban Alcalá la Real con las tierras granadinas. La torre permitía vigilar cualquier movimiento sospechoso: incursiones de tropas nazaríes, desplazamientos de bandoleros o incluso el avance de expediciones comerciales que podían incluir espías o enemigos camuflados.

Formando parte de un sistema óptico de comunicación

Pero su función no era solo pasiva. La Moraleja estaba integrada en un sistema óptico de comunicación. Durante el día, los vigilantes utilizaban humo o espejos para enviar señales luminosas. De noche, recurrían a fogatas o faroles. Estos mensajes se transmitían rápidamente de atalaya en atalaya hasta llegar a la Fortaleza de la Mota, que coordinaba la respuesta militar. Este método permitía movilizar a las tropas locales en cuestión de horas, mucho antes de que el enemigo alcanzara los núcleos poblados.

Además, la atalaya tenía una función psicológica: su sola presencia disuadía a posibles atacantes. Sabían que serían detectados y que las fuerzas de Alcalá la Real podrían reaccionar con rapidez. En esencia, la Moraleja formaba parte de una estrategia de control del territorio que combinaba vigilancia, comunicación y capacidad de respuesta.

Valor estratégico de la atalaya

Durante el siglo XV, y en especial entre 1482 y 1492, este tipo de torres jugaron un papel clave. Permitieron a Castilla anticiparse a los movimientos nazaríes y proteger a las poblaciones cristianas asentadas en la frontera. También facilitaron las ofensivas castellanas hacia el interior de Granada, proporcionando información vital sobre rutas y movimientos enemigos.

Aunque la atalaya estaba pensada principalmente para vigilancia, en caso de emergencia podía servir de refugio temporal. Su acceso elevado y sus gruesos muros ofrecían cierta protección frente a pequeños grupos de asaltantes hasta que llegara ayuda desde la fortaleza o los pueblos cercanos.

Declive y Legado

El declive de la Atalaya de la Moraleja comenzó poco después de la toma de Granada en 1492, cuando los Reyes Católicos completaron la conquista del último reino musulmán de la península. Esta victoria supuso el fin de la frontera bélica que había dado sentido a la red de torres y fortalezas que protegía Alcalá la Real y sus alrededores.

Sin enemigos a la vista, las atalayas perdieron su función estratégica. Los vigías que durante décadas habían ocupado estos puestos se replegaron o se integraron en las nuevas estructuras de seguridad urbana. Las torres, construidas con materiales resistentes pero pensadas para una función muy específica, comenzaron un lento abandono.

Bienes comunales

En 1496, apenas cuatro años después de la caída de Granada, los Reyes Católicos emitieron una provisión real muy reveladora: todas las torres y atalayas que ya no eran necesarias para la defensa debían considerarse bienes comunales. Se permitía su arrendamiento anual a particulares o concejos locales. Esta medida tenía un doble propósito: evitar que las estructuras se convirtieran en refugio de bandoleros o vagabundos y, al mismo tiempo, extraer algún beneficio económico de ellas.

No todas las torres corrieron la misma suerte. Algunas se adaptaron a usos agrícolas o ganaderos. Otras, como la Moraleja, quedaron progresivamente deshabitadas. Sin mantenimiento, los elementos de madera —puertas, escaleras interiores, suelos— se deterioraron rápidamente. La piedra resistió mejor, pero incluso ella comenzó a mostrar el paso del tiempo y la acción de los elementos.

Un hito paisajístico

Durante los siglos XVI y XVII, la torre quedó como hito paisajístico y referencia territorial para los campesinos y pastores de la zona. En muchos casos, sirvió también como mojón de límites jurisdiccionales entre aldeas y términos municipales.

A partir del siglo XIX, con el auge de la arqueología y el creciente interés por el patrimonio medieval, estudiosos y viajeros comenzaron a fijarse en estas estructuras olvidadas. La Atalaya de la Moraleja, aunque menos conocida que otras torres de la comarca, fue mencionada en algunas descripciones topográficas y militares.

Patrimonio defensivo de Alcalá la Real

En el siglo XX y lo que llevamos del XXI, el patrimonio defensivo de Alcalá la Real ha recibido una nueva atención. Proyectos de catalogación y estudios promovidos por la Junta de Andalucía y el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH) han documentado la torre y reconocido su valor histórico. Aunque no ha sido objeto de una restauración completa, se ha protegido como bien inmueble de interés cultural y forma parte de las rutas culturales que exploran el legado fronterizo de la región.

Hoy, la Atalaya de la Moraleja sigue en pie. Ya no como centinela frente a enemigos, sino como testigo silencioso de una época de conflictos, estrategias y adaptaciones. Su silueta domina el paisaje rural y ofrece a los visitantes una conexión directa con la historia viva de Alcalá la Real y su frontera olvidada.

Visita y Entorno

Hoy, la Atalaya de la Moraleja es accesible a través de un carril de tierra, ofreciendo a los visitantes una experiencia enriquecedora en plena naturaleza y vistas panorámicas del paisaje circundante.

atalaya de la moraleja – cortesía de María Pulido

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