La Punta del Boquerón guarda un secreto entre dunas doradas y retamas que se mecen al viento atlántico. Allí, casi fundida con el paisaje, se levanta la batería de Urrutia. No es un fortín monumental, pero su presencia impone. El ladrillo, la cal y la historia se mezclan con el olor a salitre y el sonido constante del oleaje. Desde sus restos, la mirada se abre al caño de Sancti Petri y al castillo que lleva el mismo nombre, imponente en su islote. Basta unos segundos para entender que todo encaja: naturaleza, geografía y estrategia militar.
Este lugar no fue elegido al azar. La costa de Camposoto y la Punta del Boquerón forman una cerradura natural que protege la bahía de Cádiz. El caño, estrecho y sinuoso, es una vía de acceso que en tiempos de guerra podía decidir el destino de una ciudad. A principios del siglo XIX, en plena Guerra de la Independencia, el mando militar comprendió que controlar este paso era vital. La batería de Urrutia se convirtió en una pieza más del engranaje defensivo que incluía San Genís, Aspiroz y el propio castillo de Sancti Petri.
Hoy, caminar hasta ella es un viaje en el tiempo. El sendero, parte del Parque Natural Bahía de Cádiz, revela no solo un paisaje protegido, sino también un escenario donde se libraron episodios decisivos. La arena cruje bajo los pies, las aves marinas sobrevuelan el horizonte y, a cada paso, el viajero siente que la historia sigue latiendo en este rincón único.
Orígenes y promotores
El origen de la batería de Urrutia se entiende al mirar el mapa militar de la Isla de León a comienzos del siglo XIX. Cádiz era el último gran bastión libre durante la Guerra de la Independencia, y su defensa dependía de controlar los accesos marítimos y fluviales. El caño de Sancti Petri, aunque estrecho, era un punto vulnerable: si caía en manos francesas, abría la puerta a un ataque por el sur.
El duque de Alburquerque, general experimentado y consciente del peligro, asumió el mando de la defensa y ordenó reforzar la línea de costa. Entre sus decisiones estratégicas estuvo la construcción de una batería frente al castillo de Sancti Petri, para batir la entrada del caño en fuego cruzado y evitar cualquier incursión enemiga. Así nació la batería de Urrutia, integrada en el llamado “frente defensivo de Sancti Petri”, junto a otras posiciones como San Genís, Aspiroz y la batería de San Judas.
El nombre rinde homenaje a José de Urrutia y de las Casas, ingeniero militar y General del Real Cuerpo de Ingenieros. Aunque falleció antes del conflicto, su legado técnico y su papel en la modernización de las fortificaciones españolas le convirtieron en un referente para sus contemporáneos. Bautizar la obra con su apellido fue, además de un reconocimiento, una forma de dotar de prestigio y autoridad a una posición clave para la seguridad de Cádiz.
¿Para qué se construyó?
La batería de Urrutia nació con una misión muy clara: cerrar la boca del caño de Sancti Petri y garantizar que ninguna embarcación enemiga pudiera internarse hacia la bahía de Cádiz por el sur. Su emplazamiento no dejaba lugar a dudas: desde aquí, el tiro artillero alcanzaba con precisión el canal y se coordinaba con el fuego del castillo de Sancti Petri, situado en el islote frente a la desembocadura.
En términos militares, se trataba de un punto de “fuego cruzado”, una táctica que multiplicaba la eficacia defensiva. Si un navío enemigo intentaba entrar, se veía atrapado entre dos frentes, sin posibilidad de maniobrar con libertad. Además, la batería podía cubrir la costa cercana y apoyar a otras posiciones, como San Genís y Aspiroz, en caso de ataque por tierra.
Pero su función iba más allá de la defensa inmediata. El control del caño significaba asegurar el suministro y la comunicación con Cádiz, donde las Cortes trabajaban en plena guerra y se refugiaban tropas y población civil. Cualquier fisura en esta línea podía permitir a las fuerzas francesas aislar la ciudad y asfixiar su resistencia.
Así, Urrutia no era solo un punto fortificado: formaba parte de un engranaje mayor, pensado para resistir asedios prolongados y para mantener viva la conexión marítima que garantizaba la supervivencia de Cádiz como capital de la España libre.
¿Por qué aquí?
El emplazamiento de la batería de Urrutia no fue fruto del azar. La Punta del Boquerón y la desembocadura del caño de Sancti Petri conforman un pasillo natural entre marismas, dunas y aguas someras. Para un militar de principios del siglo XIX, este entorno era un regalo estratégico: un punto estrecho que concentraba el paso y permitía controlarlo con menos piezas de artillería.
Desde esta posición, los cañones podían cubrir tanto el canal como la línea de costa que conecta con la playa de Camposoto. Al mismo tiempo, la batería quedaba lo suficientemente elevada para resistir las mareas y el oleaje, pero lo bastante cerca del agua para disparar con eficacia contra embarcaciones que intentaran penetrar por el sur.
El entorno ofrecía otras ventajas. La marisma y los arenales dificultaban el avance de tropas enemigas por tierra, reduciendo la probabilidad de un asalto directo. Además, la proximidad al castillo de Sancti Petri permitía establecer comunicación visual y coordinar disparos en tiempo real, creando un cerrojo de fuego que cerraba el acceso.
En tiempos de asedio, esta ubicación también facilitaba el abastecimiento desde la propia Isla de León, ya que las tropas podían llegar por caminos interiores protegidos de la artillería enemiga. Así, la elección de este punto combinó geografía defensiva, conexión logística y capacidad de interdicción marítima, factores que juntos explican por qué Urrutia sigue siendo un lugar clave en la memoria militar de San Fernando.
Hitos y anécdotas
La batería de Urrutia vivió sus momentos más intensos durante la Guerra de la Independencia. En marzo de 1811, las fuerzas aliadas —tropas españolas y británicas— tendieron un puente de barcas sobre el caño de Sancti Petri, justo bajo su protección. La maniobra permitió lanzar la ofensiva hacia Chiclana y La Barrosa, que culminó en la famosa batalla donde los aliados frenaron el avance francés. Aquella acción aseguró que Cádiz siguiera libre y que las Cortes continuaran su trabajo legislativo.
Las crónicas cuentan que, durante esos días, el caño se convirtió en un hervidero de actividad. Embarcaciones de suministro, tropas que cruzaban de un lado a otro, cañonazos lejanos y señales de humo entre Urrutia, San Genís y el castillo de Sancti Petri componían una imagen de guerra total en un espacio reducido.
Años más tarde, en 1823, este frente volvió a activarse con la llegada de los “Cien Mil Hijos de San Luis”. Las tropas francesas venían con el mandato de restaurar el absolutismo de Fernando VII, y la defensa de la Isla de León reutilizó posiciones históricas, incluida Urrutia. Se reforzaron parapetos, se revisaron piezas artilleras y se coordinaron defensas con el cercano reducto inglés.
Hoy, al recorrer el sendero, es fácil imaginar a los soldados observando el horizonte desde el parapeto. El viento que sopla desde el Atlántico trae el mismo olor a sal y marisma que ellos sintieron, y convierte cada visita en una pequeña lección de historia viva.
Patrimonio y visita
La batería de Urrutia forma parte del Sitio Histórico del Legado de las Cortes y la Constitución de 1812, un conjunto declarado Bien de Interés Cultural por su papel esencial en la defensa de Cádiz y en la historia constitucional de España. No es solo un vestigio militar: es un testimonio material de la resistencia de un pueblo que, acorralado por la invasión, supo organizar una defensa eficaz y ganar tiempo para redactar una de las constituciones más avanzadas de su época.
Caminar hasta sus restos significa recorrer un escenario real de la Guerra de la Independencia. La disposición del parapeto, la orientación hacia el caño y la cercanía al castillo de Sancti Petri hablan de una ingeniería militar pensada para durar, y de un momento histórico en el que cada piedra y cada cañón contaban.
La ruta para llegar es parte de la experiencia. El Sendero de la Punta del Boquerón, incluido en el Parque Natural Bahía de Cádiz, ofrece un paisaje de dunas, salinas y marismas que no ha perdido su carácter salvaje. El acceso más habitual comienza en la playa de Camposoto, en San Fernando. Se recomienda llevar calzado cómodo para arena, agua y protección solar, ya que el trayecto es completamente abierto y sin sombra.
El mejor momento para la visita es al atardecer: la luz dorada del sol poniente tiñe de historia cada muro y ofrece vistas únicas del castillo y del horizonte atlántico. Si quieres una experiencia más completa, combina la ruta con una visita guiada al castillo de Sancti Petri o a otras defensas de Camposoto. Así, la batería de Urrutia deja de ser una simple ruina y se convierte en un capítulo vivo de la memoria de la bahía.
Fuentes de referencia (selección)
- Decreto 51/2012 (BOJA): delimita el “frente defensivo de Sancti Petri” y atribuye al duque de Alburquerque la orden de construir Urrutia.
- IAPH / UCA: estudios sobre las defensas costeras de Camposoto y su reutilización en 1823.
- Ayuntamiento y Junta (turismo): sendero y entorno natural del Boquerón.
- Repertorios biográficos sobre José de Urrutia.
Galería de fotografías de mi visita a la batería de Urrutia
Las imágenes que siguen te invitan a recorrer, con la mirada, uno de los rincones con más historia de la costa gaditana. Cada fotografía captura un detalle: los muros que resistieron asedios, las vistas estratégicas hacia el castillo de Sancti Petri, las dunas que hoy custodian en silencio el legado militar y la luz cambiante del Atlántico sobre la marisma. Observa con calma cada encuadre y deja que el paisaje y la historia se mezclen, como lo han hecho aquí durante más de dos siglos.








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