El Callejón del Arco es uno de los rincones más emblemáticos y singulares de Puerto Real. Este estrecho pasaje peatonal, enmarcado por dos arcos de medio punto del siglo XVIII, no solo destaca por su belleza arquitectónica, sino también por su profundo valor histórico y cultural. A continuación, exploraremos su origen, propósito y relevancia dentro del entorno urbano de Puerto Real.
Origen histórico: un proyecto del siglo XVIII
La historia del Callejón del Arco de Puerto Real hunde sus raíces en los primeros compases del siglo XVIII, un periodo de importantes transformaciones para la Bahía de Cádiz. Hasta ese momento, la zona donde hoy se encuentra el callejón era un solar sin edificar, parte de la retícula urbana que, desde la fundación de Puerto Real en 1483 por los Reyes Católicos, había sido diseñada con una trama ortogonal que aún se aprecia en el casco histórico.
Protagonismo del espacio urbano
Fue en 1718 cuando este terreno adquirió un nuevo protagonismo. El solar fue concedido a Tomás de Hermosilla, un teniente coronel de Infantería y castellano del cercano Castillo de Santa Cruz de Matagorda. Esta cesión no fue un hecho aislado, sino que se enmarca dentro de un contexto más amplio de reordenación del espacio urbano: tras el traslado de la Casa de la Contratación y del Consulado de Indias de Sevilla a Cádiz en 1717, la actividad comercial marítima en la Bahía se multiplicó, provocando un auge económico y demográfico en poblaciones cercanas como Puerto Real.
Creciente de espacios residenciales
Ante la creciente demanda de espacios residenciales vinculados al comercio de ultramar, se inició una rápida expansión urbanística. Así, se comenzaron a levantar nuevas manzanas de casas, que daban forma a la fisonomía de una ciudad en pleno proceso de modernización. Dentro de este entramado de nuevas construcciones, surgió el Callejón del Arco, configurándose como un pasaje peatonal entre dos frentes de viviendas.
Aunque inicialmente su trazado fue el resultado de la disposición irregular de los solares, con el tiempo se consolidó gracias a la construcción de dos arcos de medio punto que flanqueaban el callejón en sus extremos. Estos arcos no solo cumplían una función estructural, permitiendo dar estabilidad a los edificios que los sostenían, sino que también contribuían a embellecer el entorno, en consonancia con los gustos barrocos de la época.
Uso protagonista de la piedra ostionera
El uso de piedra ostionera, extraída de canteras locales, dotó a las construcciones de una gran resistencia y de un color característico que hoy sigue siendo una de las señas de identidad arquitectónicas de la Bahía de Cádiz. Además, los remates con pináculos y bolas decorativas sobre los arcos reflejan una voluntad estética propia del Barroco tardío, que buscaba dotar incluso a los elementos funcionales de un valor ornamental.
Es importante destacar que, en su origen, el Callejón del Arco no se concibió como una vía pública en el sentido actual. Su creación obedecía a una necesidad práctica: facilitar el tránsito entre dos zonas de reciente urbanización y ofrecer un acceso rápido hacia la Ribera del Muelle, donde se concentraban actividades portuarias esenciales para la vida económica de Puerto Real. Así, el callejón se convirtió en una vía de comunicación secundaria pero estratégica dentro del creciente tejido urbano de la villa.
Propósito y diseño arquitectónico
El Callejón del Arco es un pasaje peatonal de aproximadamente cien metros de longitud y cinco metros de ancho. Está enmarcado por dos arcos de medio punto construidos en piedra ostionera, un material típico de la Bahía de Cádiz. Estos arcos están rematados por elementos barrocos, como pináculos y bolas decorativas, que le confieren un carácter distintivo. Su cota superior al nivel del mar permite que el arco que se asoma al océano funcione como un balcón hacia la Bahía de Cádiz, ofreciendo vistas privilegiadas que, aunque hoy día están parcialmente obstruidas por edificaciones modernas, siguen siendo un atractivo notable.
Evolución urbana y relevancia histórica
En 1798, el Callejón del Arco ya contaba con cuatro casas, y en 1864 el número había aumentado a seis. Estas viviendas se numeraban con la calle Amargura, que es donde se encuentra el acceso al callejón. A lo largo de los siglos, el callejón ha mantenido su configuración original, convirtiéndose en un testimonio vivo de la evolución urbana de Puerto Real. Su singularidad radica en que no se repite en el conjunto del casco urbano, lo que realza su originalidad y lo convierte en un elemento único dentro del patrimonio arquitectónico de la localidad.
Significado cultural y social
Más allá de su valor arquitectónico, el Callejón del Arco ha adquirido un significado cultural y social profundo para los habitantes de Puerto Real. Los vecinos han mantenido siempre este lugar engalanado con coloridas macetas de geranios y rosales, convirtiéndolo en una de las estampas más típicas de la ciudad. En 1964, se colocó una lápida en el arco que da al mar dedicada al poeta apócrifo machadiano José María Torres y a su poema titulado “Mar”, cuyo nacimiento sitúa Antonio Machado en Puerto Real en el año 1838.
Conservación y desafíos actuales
A lo largo de los años, el Callejón del Arco ha enfrentado desafíos relacionados con su conservación. En 2009, se denunciaron problemas de deterioro en el remate barroco del arco exterior que da a la calle Ribera del Muelle, incluyendo grietas y desconchones que dejaban ladrillos y piedras a la vista. Estas condiciones no solo afectaban la estética del lugar, sino que también representaban un peligro para los viandantes.
En respuesta a estas preocupaciones, el Ayuntamiento de Puerto Real ha llevado a cabo trabajos de conservación para reparar los paramentos exteriores, pretiles y piezas singulares de los dos arcos. El objetivo ha sido garantizar la conservación de estos elementos históricos mediante la consolidación de los paramentos de piedra y la reposición total de los enfoscados, protegiéndolos así de la acción de los elementos y asegurando su preservación para futuras generaciones.
Un patrimonio vivo
El Callejón del Arco no es solo una calle pintoresca; es un símbolo de la historia y la identidad de Puerto Real. Su origen en el siglo XVIII, su arquitectura distintiva y su papel en la vida cultural y social de la ciudad lo convierten en un patrimonio vivo que merece ser conocido y preservado. A través de los esfuerzos de conservación y la participación activa de la comunidad, este rincón único continúa siendo un testimonio del pasado y un espacio de encuentro y belleza en el presente.

Visitas: 38