carabela la niña
carabela la niña

Quien entra o sale de El Puerto de Santa María por la avenida de Europa se encuentra, de pronto, con un casco oscuro varado en mitad del tráfico. No es un decorado cualquiera. Es la réplica navegable de la carabela La Niña, una de las tres naves del primer viaje colombino de 1492, hoy convertida en monumento urbano en la Glorieta de las Américas, junto al centro comercial Bahía Mar y la margen derecha del río Guadalete.

Origen de la réplica: un proyecto de investigación y aventura

La La Niña que vemos en la rotonda no nació como escultura. Nació como barco de verdad.
La actual réplica surgió a finales del siglo XX gracias a la iniciativa del profesor Luis M. Coín Cuenca, de la Escuela de Náutica de Cádiz. Un equipo de artesanos de carpintería de ribera y estudiantes de náutica trabajó en su construcción en astilleros de Barbate, utilizando técnicas tradicionales de la costa atlántica andaluza.

Coín Cuenca estudió dibujos de marineros de El Puerto de Santa María, grabados de la época y la documentación disponible sobre las carabelas colombinas. Con esa base, definió las proporciones de la nave: unos 21 metros de eslora y alrededor de 5 metros de manga, con un casco de poco calado pensado para acercarse a la costa y navegar bien con vientos complicados.

El proyecto se vinculó a las conmemoraciones del V Centenario del Descubrimiento y al entorno de la Expo 92 de Sevilla. La réplica se botó con vocación plenamente marinera y cruzó el Atlántico siguiendo la ruta de 1492, en un viaje experimental que buscaba comprobar, en condiciones reales, la navegabilidad de una carabela del siglo XV.

Por eso, el barco de la rotonda no reproduce solo una silueta. Encierra una historia de investigación naval, de formación de jóvenes marinos y de aventura oceánica.

¿Qué representa la carabela La Niña?

Históricamente, La Niña fue una de las dos carabelas que acompañaron a Cristóbal Colón en su primer viaje, junto a La Pinta y la nao Santa María. Su nombre real era Santa Clara, pero el apodo popular aludía a la familia Niño, armadores de Moguer que aportaron la nave a la expedición.

Su tamaño reducido y su maniobrabilidad explican su papel clave: cuando la Santa María encalló en el Caribe, el Almirante regresó a Europa precisamente a bordo de La Niña. Desde entonces, la carabela simboliza tanto la capacidad técnica de la marina castellana como el arranque de un proceso histórico complejo, que abrió rutas comerciales y científicas, pero también una etapa de dominación colonial sobre los pueblos americanos.

La réplica de El Puerto condensa ese doble significado. Por un lado, recuerda la tradición naviera de la bahía de Cádiz y el papel de la ciudad en el descubrimiento y la Carrera de Indias: aquí vivió el cartógrafo Juan de la Cosa, autor del primer mapamundi que dibuja América y propietario de la nao Santa María; aquí funcionaron astilleros, instituciones comerciales y escuelas de navegación que situaron a la ciudad entre los grandes puertos atlánticos de la Monarquía Hispánica.

Por otro, el barco invita a mirar hacia el otro lado del océano y a recordar que ese viaje cambió para siempre la historia de Europa y de América.

De Barbate al puerto comercial… y de allí a la rotonda

Tras sus travesías conmemorativas, la La Niña se instaló como barco-museo en el puerto comercial de El Puerto de Santa María. Se integró así en la imagen portuaria de la ciudad, a pocos metros del tráfico de mercancías y del cauce del Guadalete.

Con el tiempo, el Ayuntamiento decidió darle una ubicación más visible y convertirla en hito de bienvenida a la ciudad. En 2005 la réplica se trasladó desde el muelle hasta la glorieta que se había urbanizado a la altura de la Autoridad Portuaria y del centro comercial Bahía Mar, en la avenida de Europa. El operativo, según relatan las crónicas y estudios urbanos recientes, se desarrolló con grúas y maniobras nocturnas para salvar la propia estructura del casco y minimizar las afecciones al tráfico.

Desde entonces la carabela preside la Glorieta de las Américas —conocida popularmente como “la rotonda de La Niña”—, que actúa como frontera simbólica entre el casco histórico, el frente portuario, Bahía Mar y la conexión hacia Valdelagrana.Callejero+2Moovit+2

La embarcación que vemos hoy

Aunque la nave se encuentra en seco, responde a las proporciones y líneas de una carabela del siglo XV. El casco de madera recuerda a las embarcaciones de cabotaje atlánticas: poco calado, bordas relativamente altas y popa elevada, adaptada a mares duros pero manejable con una tripulación reducida.

En origen contaba con tres mástiles y aparejo preparado para velas latinas y cuadradas, tal como proponen las reconstrucciones históricas de las carabelas colombinas. Con el paso de los años, y por motivos de seguridad y mantenimiento, algunos elementos del arbolado y del jarcio se han simplificado, lo que refuerza su lectura como escultura, aunque conserve su condición de casco real.

El barco descansa sobre una base circular elevada, recubierta de áridos claros que evocan una playa o un banco de arena. La proa se orienta hacia el río y hacia la salida al Atlántico, mientras la popa se abre hacia la ciudad, como si la carabela llegara una y otra vez al puerto después de cruzar el océano.

Promotores y protagonistas del proyecto

Detrás de este monumento se reconocen varios protagonistas:

  • Luis M. Coín Cuenca. Profesor de la Escuela de Náutica de Cádiz, capitán de Marina Mercante e investigador. Impulsó el proyecto, dirigió el diseño de la réplica y lideró tanto la fase de construcción como las travesías experimentales que reprodujeron el viaje de 1492.
  • Los artesanos de Barbate y la carpintería de ribera. Maestros como Sebastián Quirós, documentados en estudios sobre el patrimonio marítimo de la Janda, participaron de forma activa en la construcción del casco en 1988, aportando técnicas y saberes tradicionales de la costa gaditana.
  • Los estudiantes de la Escuela de Náutica y la Universidad de Cádiz, que colaboraron en el armado, en la maniobra y en los viajes de prueba, integrando el proyecto en su formación como futuros marinos.
  • El Ayuntamiento de El Puerto de Santa María, que asumió la tutela de la réplica como bien municipal, primero en el puerto comercial y después en la glorieta. El consistorio ha financiado las principales intervenciones de restauración y ha coordinado los trabajos a través del Museo Municipal y del área de Cultura.

Gracias a esa cadena de esfuerzos, la ciudad cuenta hoy con una pieza única: se trata de la única réplica de una de las tres naves del Descubrimiento que ha repetido el viaje de 1492 siguiendo la derrota original, según destaca la propia radiotelevisión municipal.

Restauraciones, debates y estado actual

La intemperie marina y el tráfico intenso que rodea la rotonda han castigado mucho la madera. En 2015 el Ayuntamiento acometió una restauración importante del exterior del casco: limpieza profunda, saneado y reposición del calafateo, tratamiento de las partes más dañadas, repintado y recuperación de los elementos metálicos de proa y popa. El Museo Municipal coordinó los trabajos, de nuevo con el asesoramiento técnico de Luis M. Coín Cuenca.

Pese a esas intervenciones, en 2025 distintos colectivos vecinales han vuelto a pedir un “adecentamiento” de la carabela y de su entorno inmediato, al considerar que la madera y las pinturas muestran de nuevo un deterioro visible en la principal entrada de la ciudad.

Junto al debate sobre su mantenimiento aparece también otro, más simbólico: ¿es una rotonda el lugar ideal para un barco con tanta carga histórica? Algunos estudios sobre paisaje urbano señalan que la La Niña se encuentra hoy “descontextualizada” entre gasolineras, tráfico y centros comerciales; otros, en cambio, la reivindican como recordatorio cotidiano de la memoria marítima portuense.

Cómo mirar y visitar este monumento

La Glorieta de las Américas se sitúa junto al centro comercial Bahía Mar y el muelle comercial, muy cerca del hospital de San Juan de Dios y de la desembocadura del Guadalete. Se puede llegar a pie desde el centro histórico siguiendo la ribera del río, o en transporte público: varias líneas urbanas y la cercanía de la estación marítima conectan esta zona con Valdelagrana y con otras partes de la ciudad.

La rotonda no permite acercarse al casco, pero sí ofrece buenas vistas desde las aceras perimetrales y los pasos de peatones. Conviene tomarse un momento, dejar que el tráfico siga su danza circular y dedicar un par de minutos a imaginar este mismo barco en alta mar, de noche, siguiendo una ruta de estrellas hace más de quinientos años.

Cuando vuelva a pasar por allí, quizá vea algo más que “un barco en una rotonda”. Verá el rastro de astilleros gaditanos, de marinos en prácticas, de expediciones científicas y de una ciudad que se mira en el espejo del océano para contar su propia historia.

carabela La Niña instalada en una de las rotondas de El Puerto de Santa María
carabela La Niña instalada en una de las rotondas de El Puerto de Santa María
réplica de un buque histórico en la avenida de El Puerto de Santa María
réplica de un buque histórico en la avenida de El Puerto de Santa María

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