La Peña de Martos es el gran promontorio rocoso que preside la ciudad de Martos, en la provincia de Jaén. Su cumbre alcanza los 1.003 metros y domina la campiña olivarera a su alrededor. Es, además, un Lugar de Interés Geológico reconocido oficialmente. Figura como AND397 en el Inventario Español de Lugares de Interés Geológico (IELIG) y en el Inventario Andaluz de Georrecursos.
Un relieve singular dentro de las Béticas
La Peña se sitúa en las Zonas Externas de la Cordillera Bética, dentro del Subbético. Este dominio reúne potentes series de rocas carbonatadas mesozoicas deformadas por la orogenia alpina. El entorno inmediato conecta, hacia el norte y oeste, con materiales neógenos de la Depresión del Guadalquivir. Esta posición explica tanto su litología como su relieve aislado.
¿Cómo se creó?
La base de la Peña está formada por dolomías y calizas del Jurásico inferior (Lías) que se depositaron en una plataforma marina somera. Estas rocas muestran microfacies oolíticas y, en ocasiones, laminación estromatolítica. Por encima aparecen brechas carbonatadas con matriz rojiza y amarillenta, cuyos cantos proceden de calizas y dolomías jurásicas, e incluyen niveles carniolares con óxidos de hierro. Los estudios del mapa geológico oficial (MAGNA, Hoja 946 Martos) describen incluso enclaves que podrían corresponder a diques neptúnicos.
La “cima” geológica de la historia llega en el Cretácico inferior. Entonces se produjeron vertidos olistostrómicos (grandes deslizamientos submarinos) que incorporaron bloques carbonatados a los sedimentos pelágicos. La Peña de Martos se interpreta como un olistolito —un “bloque caído” dentro de esos depósitos—, un klippe sedimentario en la terminología clásica. Esa lectura ya la apuntaron trabajos de los años 70 y la memoria MAGNA la mantiene como explicación más coherente con la estratigrafía y las edades fósiles.
¿Desde cuándo está “ahí” la Peña?
La emplacación del bloque en su posición actual dentro del paquete sedimentario ocurrió entre el Barremiense inferior y el Aptiense superior del Cretácico inferior. En números gruesos, hablamos de ~129–113 millones de años. Desde entonces, los levantamientos alpinos y, sobre todo, la erosión diferencial han ido exhumando el olistolito y modelando su forma troncocónica, más resistente que las margas y areniscas circundantes.
Qué la compone: rocas y minerales
- Dolomías y calizas liásicas (espesores >600 m en el afloramiento de la Peña): predominan las texturas oolíticas y fosilíferas típicas de plataformas someras. Mineralógicamente dominan dolomita (CaMg(CO₃)₂) y calcita (CaCO₃).
- Brechas carbonatadas del Malm–Cretácico inferior (espesor <20 m), con matriz roja/amarilla y cantos de calizas con sílex y dolomías. Se han reconocido calpionélidos que datan parte de la secuencia entre el Tithoniense y el Valanginiense. La presencia de óxidos de hierro explica tonos rojizos en algunos niveles.
- Rasgos especiales: niveles carniolares ferruginosos y enclaves bandeados que podrían ser diques neptúnicos.
Por qué tiene ese aspecto
La Peña resalta porque sus carbonatos masivos resisten mejor la meteorización que los materiales más blandos del entorno. Ese contraste ha generado un cerro aislado y muy escarpado, con laderas pedregosas y cortados. La transición hacia las planicies vecinas marca el contacto con depósitos más jóvenes de la cuenca del Guadalquivir.
Naturaleza y patrimonio
El relieve alberga comunidades rupícolas adaptadas a la sequedad y al sustrato calcáreo, mientras que los olivares tapizan las lomas adyacentes. En su cima se conservan las ruinas de la fortaleza medieval que completan su valor paisajístico y cultural. A escala de gestión, la Peña figura en los catálogos geológicos oficiales: IELIG (código AND397) y relación de georrecursos del eje Subbético Jaén–Córdoba de la Junta de Andalucía.
La Peña de Martos no es solo una “mole” caliza. Es el registro, a cielo abierto, de una historia marina que empezó en una plataforma tropical del Jurásico y culminó con grandes deslizamientos submarinos en el Cretácico. La tectónica la levantó; la erosión la esculpió; la cultura la coronó. Por eso sigue siendo un símbolo natural, geológico y patrimonial de la provincia de Jaén.



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