A comienzos de 2020, durante las obras de prolongación del colector de la Variante de Rota que acometía APEMSA, la empresa municipal de aguas, afloraron bajo el aparcamiento del centro comercial El Paseo dos secciones del histórico acueducto de La Piedad. La dirección arqueológica confirmó la relevancia del hallazgo y el Ayuntamiento anunció su preservación in situ y en lugar visible, con paneles explicativos para el público. En esta entrada de mi blog hablaremos los restos recuperados del Acueducto de la Piedad.
La noticia corrió por los medios locales: se trataba de un testimonio físico de la gran obra hidráulica que abasteció a El Puerto de Santa María desde la Sierra de San Cristóbal. Las piezas recuperadas permiten, hoy, “ver” lo que durante siglos discurrió oculto bajo tierra.
¿Qué es el acueducto de La Piedad?
El Acueducto de La Piedad fue una infraestructura hidráulica histórica que abasteció de agua a la ciudad de El Puerto de Santa María durante más de dos siglos. Su construcción respondió a una necesidad crucial: garantizar un suministro estable y de calidad para una población en crecimiento, un puerto con intensa actividad comercial y una base naval que, en la época moderna, tenía gran relevancia estratégica.
Origen y contexto histórico
Antes del acueducto, El Puerto dependía de pozos, aljibes y pequeñas fuentes, insuficientes para cubrir la demanda. A mediados del siglo XVII, el Ayuntamiento impulsó un ambicioso proyecto para traer agua desde los manantiales de Sidueña, situados en la Sierra de San Cristóbal, al noreste de la ciudad. La obra tomó su nombre del Convento de Nuestra Señora de la Piedad, situado cerca de la zona de captación, que servía como referencia geográfica.
La construcción inicial se desarrolló en torno a las décadas de 1640-1650, con técnicas que combinaban tramos subterráneos excavados, secciones de piedra labrada y, en zonas de difícil paso, arcadas elevadas. El sistema incluía conducciones cerradas —para proteger el agua de la contaminación— y arquetas de registro para limpieza y mantenimiento.
En el siglo XVIII, concretamente entre 1728 y 1735, se acometió una gran ampliación y modernización, reforzando muros, mejorando la impermeabilización y ampliando la capacidad de conducción. Esta reforma coincidió con una etapa de prosperidad ligada al comercio con América y al papel del puerto en la Armada.
Características técnicas
El acueducto tenía una longitud aproximada de 5 a 6 kilómetros. Su trazado, mayoritariamente subterráneo, seguía la pendiente natural desde la Sierra de San Cristóbal hasta el centro urbano. La conducción estaba formada por una caja de piedra arenisca bien labrada, con una sección interior que permitía el paso del agua de forma continua y protegida.
En puntos clave existían “arcas” o depósitos intermedios que regulaban el caudal y facilitaban la limpieza. El agua terminaba su recorrido en la Caja de Aguas situada en el actual Paseo de la Victoria, donde se distribuía hacia fuentes públicas, pilas de abrevadero, lavaderos y edificios singulares como el Hospital de San Juan de Dios.
Función social y económica
La llegada de agua corriente supuso un cambio radical para la ciudad. Mejoró la salubridad, favoreció el desarrollo urbano y garantizó el aprovisionamiento de barcos en una época en la que El Puerto era escala fundamental de la flota española y de navíos mercantes.
Además, el acueducto tuvo una importante dimensión simbólica: representaba el poder organizativo del cabildo y su capacidad para emprender obras de gran envergadura. No era solo una infraestructura; era un emblema de modernidad y prosperidad.
Declive y restos conservados
Con la llegada de nuevos sistemas de abastecimiento en el siglo XIX, el acueducto fue perdiendo uso y parte de su trazado quedó abandonado o destruido por obras urbanas. Sin embargo, varios tramos permanecen ocultos bajo la ciudad, y algunos fragmentos han sido recuperados y exhibidos, como los descubiertos en 2020 junto al Centro Comercial El Paseo.
En la actualidad, asociaciones culturales como Betilo y entidades municipales trabajan para conservar, documentar y dar a conocer este patrimonio, no solo como vestigio arquitectónico, sino como testimonio vivo de la historia del agua en El Puerto de Santa María.
Doble ventana al tiempo: siglos XVII y XVIII
Los dos fragmentos recuperados junto a El Paseo son especialmente valiosos porque condensan dos momentos constructivos de la infraestructura. Según la información municipal y las crónicas publicadas, una de las secciones corresponde al primer gran impulso del sistema, fechado entre las décadas de 1640 y 1650; la otra, a la gran fase de obras de 1728-1735 que modernizó y completó la conducción. Esta “doble estratigrafía” materializada en pocos metros permite comparar fábrica, técnicas y reparaciones de dos épocas distintas.
¿Por qué se instalaron en un jardín junto al centro comercial?
La decisión de exponer los restos en las inmediaciones del lugar del hallazgo tiene un sentido patrimonial y pedagógico. Por un lado, evita el traslado a un depósito o almacén, favoreciendo su conservación contextualizada. Por otro, los acerca al ciudadano en un espacio de tránsito cotidiano —los jardines y viales del centro comercial— con panelería que explica su significado y lo integra en el paisaje urbano. La opción de “hacer visible lo subterráneo” fue defendida públicamente por el Ayuntamiento y APEMSA tras el descubrimiento.
Qué se ve hoy: lectura rápida de los restos
Quien se acerca al conjunto reconoce, a simple vista, una canalización prismática tallada y labrada en piedra —parte de la caja por la que discurría el agua— asentada sobre solera y flanqueada por muros laterales. La interrupción controlada de los paramentos deja a la vista la sección hidráulica y facilita entender el “interior” del acueducto, habitualmente inaccesible. Las fotografías difundidas por prensa y entidades patrimoniales muestran, además, el encaje de las piezas y el entorno ajardinado donde se ubican, junto al aparcamiento.
La gran historia que late bajo los pies
Más allá de estas piezas, el relato del acueducto atraviesa cinco siglos de historia urbana. Desde las primeras captaciones y conducciones documentadas en la Edad Moderna hasta el paseo arbolado del siglo XVIII que coronaba el sistema en la ciudad, La Piedad marcó el crecimiento de El Puerto y su relación con la bahía. La web de turismo local recuerda que el Paseo de la Victoria —primer gran espacio público portuense, construido hacia 1734— fue precisamente el punto donde culminaba el acueducto subterráneo.
De la reivindicación a la protección
El hallazgo de 2020 reavivó el interés social por la protección integral del acueducto. En años posteriores se han promovido acciones de difusión, itinerarios y charlas ciudadanas sobre su valor histórico e hidráulico, y se ha impulsado la tramitación para su inclusión en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz. Aunque esa iniciativa implica un procedimiento administrativo específico, da idea del creciente reconocimiento que la obra suscita.
Cómo visitar y qué tener en cuenta
Los restos se encuentran al aire libre, en el ajardinamiento perimetral del Centro Comercial El Paseo, junto al área de aparcamiento. La lectura recomendada es empezar por los paneles, observar la sección para entender la conducción y, si se dispone de tiempo, completar la visita con un paseo por el Parque o Paseo de la Victoria, donde terminaba el sistema. Así, el visitante relaciona origen, trazado y destino de la obra.
Por qué importan
- Porque conectan a pie de calle con una infraestructura esencial: sin agua no hay ciudad; estos restos son un recordatorio material de esa evidencia.
- Porque son una “clase magistral” de arqueología pública: integrados en un lugar cotidiano, invitan a aprender y a cuidar.
- Porque anclan la memoria urbana: vinculan el presente comercial y vial con una geografía subterránea que explica el trazado histórico de El Puerto.
Fuentes consultadas
– Ayuntamiento de El Puerto de Santa María / APEMSA: nota oficial sobre el hallazgo y la instalación con paneles explicativos.
– Andalucía Información: crónica del descubrimiento, datación de los dos tramos y ubicación en el aparcamiento de El Paseo.– Diario de Cádiz: cobertura del hallazgo por APEMSA y contexto gráfico de la instalación.
– Turismo de El Puerto: ficha del Paseo de la Victoria, punto culminante del acueducto.
– Asociación Betilo: artículos divulgativos sobre el acueducto, su situación y actividades de difusión.





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