La Torre del Batán, también conocida como Torre de Triana, se erige en las afueras septentrionales de Castillo de Locubín, junto al puente homónimo sobre el río San Juan. Esta edificación es un emblema del patrimonio histórico y etnográfico de la Sierra Sur de Jaén.
Orígenes y Función Defensiva
La Torre del Batán tiene sus raíces en un contexto histórico marcado por la intensa conflictividad de la frontera entre los reinos cristianos de Castilla y el reino nazarí de Granada durante la Baja Edad Media. Su construcción se puede fechar entre finales del siglo XIII y principios del siglo XIV, un periodo de consolidación de las nuevas fronteras tras las campañas de Fernando III y, posteriormente, de su hijo Alfonso X.
Castillo de Locubín, ubicado estratégicamente en el valle del río San Juan, formaba parte de la red de torres vigía y atalayas dispuestas para el control de los pasos naturales que conectaban la campiña jiennense con las sierras subbéticas y el reino nazarí. La torre servía como puesto de observación ante posibles razzias o incursiones rápidas de tropas musulmanas, muy comunes en la época.
Estructura arquitectónica de la torre
Arquitectónicamente, responde al tipo de torre de planta cuadrada o rectangular, de una sola estancia elevada sobre un basamento robusto, probablemente rematada en su tiempo por un sistema de parapetos o almenas. Su construcción en mampostería irregular, con sillares reforzando las esquinas, evidencia su finalidad defensiva y su carácter austero, prioritariamente funcional antes que estético.
Funciones en la vida agrícula de la región
Además de su papel militar, la Torre del Batán habría tenido funciones auxiliares agrícolas relacionadas con el control de las tierras de labor y los caminos, sirviendo también como refugio ocasional para pastores y campesinos en tiempos de peligro. Esta versatilidad fue una característica común en muchas de las torres rurales del Reino de Jaén.
Con la progresiva pacificación de la frontera, especialmente tras la conquista definitiva de Granada en 1492, la necesidad de su función militar desapareció. La torre comenzó entonces un proceso de adaptación a usos económicos, como molino y batán, que prolongó su vida útil en la comunidad.
Evolución Industrial
Tras el fin de la actividad militar en la región a finales del siglo XV y comienzos del XVI, y en especial después de la definitiva incorporación del Reino de Granada a la Corona de Castilla en 1492, muchas estructuras defensivas de la frontera, como la Torre del Batán, fueron progresivamente abandonadas o adaptadas a nuevos usos civiles. La necesidad de aprovechar las infraestructuras preexistentes y la búsqueda de nuevas fuentes de riqueza en el medio rural motivaron su transformación.
Evolución a partir del siglo XVII
A partir del siglo XVII, existen evidencias documentales que indican la reconversión de la Torre del Batán en una instalación hidráulica. Aprovechando el curso del cercano río San Juan y su derivación a través del canal de Caz, se habilitó la torre como molino de aceite, un elemento esencial en la economía de la Sierra Sur de Jaén, donde el cultivo del olivar ya era predominante.
La estructura original se modificó mínimamente para adaptar la planta inferior al alojamiento de molinos de sangre (accionados por tracción animal) y luego, gracias a la fuerza motriz del agua canalizada, a molinos hidráulicos más eficientes. Esta transformación supuso un cambio en el paisaje rural, integrando el edificio en las nuevas dinámicas productivas basadas en la agroindustria del aceite.
Evolución hacia funciones más especializadas
Posteriormente, durante el siglo XVIII, la torre evolucionó hacia una función más especializada como batán. Los batanes eran dispositivos industriales rudimentarios que utilizaban la fuerza del agua para mover grandes mazos de madera, conocidos como pilones, que golpeaban los tejidos de lana para compactarlos, hacerlos más densos y resistentes, un proceso fundamental en la manufactura textil preindustrial.
Esta adaptación no era casual: el bataneo era una industria complementaria a la economía agrícola, dando salida a la producción de lana de la ganadería local. En este contexto, la Torre del Batán se convierte en un singular ejemplo de aprovechamiento multifuncional del patrimonio arquitectónico, testimoniando las transformaciones económicas del territorio a lo largo de la Edad Moderna.
La torre estuvo operativa hasta el siglo XIX
El batán de la Torre estuvo operativo, según fuentes locales y registros históricos, hasta bien entrado el siglo XIX, cuando el proceso de industrialización y el desarrollo de nuevas tecnologías más eficientes hizo innecesarias estas antiguas estructuras hidráulicas. Desde entonces, la torre entró en un lento proceso de abandono y ruina parcial, aunque su silueta sigue siendo un símbolo de la capacidad de adaptación de las comunidades rurales de Jaén.
Patrimonio Cultural
Hoy en día, la Torre del Batán constituye un elemento singular del patrimonio histórico y etnográfico de Castillo de Locubín y de la comarca de la Sierra Sur de Jaén. Su historia polifacética —como torre defensiva, molino y batán— la convierte en un testimonio tangible de la evolución social, económica y cultural de la región a lo largo de varios siglos.
Aunque presenta signos de deterioro debido al paso del tiempo y a la falta de una rehabilitación integral, su estructura mantiene elementos esenciales que permiten interpretar su función original y sus posteriores adaptaciones industriales. La torre es, por tanto, un documento arquitectónico vivo, capaz de narrar las transformaciones históricas del entorno rural jiennense, desde la época de las luchas fronterizas hasta el apogeo de la agricultura y la protoindustria local.
Desde un punto de vista patrimonial
Desde el punto de vista patrimonial, la Torre del Batán posee un valor excepcional como ejemplo de:
- Arquitectura defensiva menor (torres de vigilancia o refugio rural medieval).
- Patrimonio hidráulico asociado a sistemas de molinos y batanes tradicionales.
- Patrimonio etnográfico vinculado a la cultura del trabajo del olivo y el textil de lana.
A pesar de su importancia, la torre aún no cuenta con una protección específica bajo figuras como Bien de Interés Cultural (BIC), si bien forma parte de los inventarios de arquitectura defensiva y patrimonio rural promovidos por instituciones provinciales y autonómicas. Diferentes estudios, como los del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico y especialistas locales, han subrayado la necesidad de conservar y poner en valor esta estructura como parte del patrimonio cultural andaluz.
Revitalización de la memoria colectiva
La recuperación de la Torre del Batán no solo supondría la restauración de un edificio histórico, sino también la revitalización de la memoria colectiva del municipio, contribuyendo al desarrollo de iniciativas de turismo cultural y de educación patrimonial, especialmente en un contexto de creciente interés por el medio rural y su legado histórico.
Su inclusión en rutas culturales y senderos patrimoniales, así como su difusión en proyectos de interpretación histórica, ofrecería una nueva vida a esta torre olvidada, devolviéndole su protagonismo como símbolo de la resistencia, el trabajo y la adaptación de las gentes de Castillo de Locubín a lo largo de los siglos.

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