Caminar por El Puerto de Santa María es toparse constantemente con la historia, pero a veces, el patrimonio no se encuentra en grandes museos, sino a la vuelta de la esquina. Hoy nos detenemos en un punto muy concreto de nuestro callejero: la confluencia de las calles Jesús Nazareno, Bolos y Palma. Allí, en una fachada impoluta, nos observa desde 2014 la mirada de El Señor de El Puerto.
Este azulejo no es un simple elemento decorativo; es un hito conmemorativo que marca cuatro siglos y medio de devoción.
Un aniversario grabado en barro (1564-2014)
Si observamos los medallones laterales de la obra, veremos dos fechas clave: 1564 y 2014. Este retablo cerámico fue erigido para celebrar el 450º Aniversario Fundacional de la Real, Muy Ilustre y Fervorosa Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno.
La pieza actúa como un recordatorio urbano de la longevidad de esta corporación, cuya historia está intrínsecamente ligada al desarrollo social y espiritual de la ciudad. Su ubicación no es casual; se sitúa en el entorno de la Casa de Hermandad y próximo a la Iglesia Conventual de San Agustín, sede canónica de la cofradía, «sacralizando» el espacio público y convirtiendo un cruce de calles en un pequeño altar al aire libre.
Análisis artístico y patrimonial
Desde el punto de vista artístico, nos encontramos ante un retablo cerámico de gran factura, firmado por el taller del ceramista sevillano Emilio Sánchez Palacios (firma visible en el ángulo inferior izquierdo). La obra destaca por varios elementos técnicos:
- Realismo pictórico: A diferencia de azulejos más esquemáticos, este destaca por la profundidad en la mirada del Nazareno y el tratamiento de las manos, que transmiten la serenidad de la imagen tallada en madera.
- Iconografía fiel: Representa a la advocación de Nuestro Padre Jesús Nazareno portando su inconfundible Cruz de Carey y Plata, una de las joyas patrimoniales más distintivas de la Semana Santa portuense. El Señor viste la túnica bordada de salida, plasmada con gran detalle en el vidriado.
- La Orla: La imagen central queda enmarcada por una rica orla de estilo barroco con hojarasca en tonos ocres y dorados, coronada por el escudo de la Hermandad, aportando solemnidad al conjunto.
El retablo se completa con dos faroles de forja artística a ambos lados, que cumplen una doble función: iluminar la imagen durante la noche y delimitar el espacio sagrado en el muro.
Valor sentimental del azulejo dedicado a el Señor de El Puerto
Más allá de su valor material, este rincón posee un alto valor antropológico. Es un punto de encuentro, una referencia visual para el devoto que camina hacia el trabajo o vuelve a casa. En una ciudad moderna, estos azulejos mantienen viva la función de proteger y bendecir el tránsito diario de los vecinos, perpetuando una tradición andaluza que lleva el arte a la calle.
Espero que este rincón os inspire a levantar la vista la próxima vez que paséis por la calle Palma. A veces, el arte nos está esperando en la pared de enfrente.
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