documento de la historia cofrade de Martos
documento de la historia cofrade de Martos

En mi archivo de la memoria cofrade marteña, aparece con fecha 21 de marzo de 1984 un documento que, más allá de su apariencia administrativa, se convierte en una ventana hacia la realidad de una hermandad en un momento concreto de su historia. El papel, mecanografiado y sellado por el Ayuntamiento de Martos, lleva anotaciones manuscritas que certifican la fecha de su presentación y lo sitúan en la mesa de tramitación del consistorio: una petición de toma de agua del manantial «El Contadero».

Es un expediente que recoge la solicitud de Don Antonio Rubia Molina, secretario de la Cofradía de María Santísima de la Victoria, para que la corporación municipal autorice la toma de agua con destino a la Ermita de la Virgen de la Victoria. Este documento no es una crónica de actos litúrgicos ni un relato de cultos, pero sí un testimonio del esfuerzo constante de las hermandades por dotar de medios materiales a sus espacios sagrados, asegurando así su conservación y funcionalidad.

En él se aprecia un reflejo fiel del vínculo histórico entre la administración local y las instituciones religiosas de la ciudad, un nexo que se ha tejido con acuerdos, solicitudes y resoluciones a lo largo de décadas.

El origen de la solicitud

La narración que encierra este expediente comienza con la identificación precisa del lugar de captación: el nacimiento de agua denominado “El Contadero”. Situado en la falda de la Peña, a espaldas de la ciudad de Martos, constituye un punto emblemático del paisaje local. Su localización, recogida con detalle en el texto, no es casual: allí el Ayuntamiento mantiene un registro principal desde el que ya se gestiona el aprovechamiento de este recurso.

La Cofradía de María Santísima de la Victoria, consciente de la importancia del suministro para el buen mantenimiento de la ermita, recurre a este punto por razones prácticas y de proximidad. El escrito refleja con claridad la seriedad con que la hermandad afronta la gestión de sus necesidades, optando por tramitar una solicitud formal y bien fundamentada.

Es importante destacar que esta petición se inserta en una época en la que las cofradías no disponían de tantos medios propios como en la actualidad, por lo que el apoyo institucional resultaba imprescindible. El agua no solo era un elemento útil para el culto y la limpieza, sino también para el cuidado de los entornos ajardinados y la atención a visitantes en romerías y actos populares.

El proyecto de la petición de toma de agua del manantial El Contadero

El núcleo del proyecto expuesto por el secretario de la cofradía se articula en tres fases claramente diferenciadas. La primera consistiría en la instalación de un depósito al pie del manantial, dotado de una bomba sumergida. Este sistema permitiría captar y elevar el agua con eficiencia, asegurando su llegada hasta el segundo punto clave: la Ermita de la Virgen de la Victoria.

La segunda fase sería la conducción del caudal hasta el templo, situado en el paraje de “Los Charcones”, a unos 350 metros del nacimiento. Aunque la distancia es relativamente corta, el escrito pone de manifiesto que se trata de un tramo esencial para garantizar un flujo constante. La mención exacta de la medida evidencia el carácter técnico de la solicitud y el cuidado en la planificación.

La tercera fase, ya en el interior de la ermita, contemplaba la instalación de otro depósito, de menor capacidad, desde el que se distribuiría el agua a los distintos puntos de la pradera que rodea el edificio. Esta distribución estaba pensada no solo para cubrir las necesidades internas del templo, sino también para los espacios exteriores donde se desarrollaban convivencias, actos festivos y encuentros durante la romería.

Un detalle técnico relevante es la electrificación subterránea del sistema, lo que permitiría accionar la bomba mediante un interruptor instalado en la propia ermita. Este recurso, sencillo pero eficaz, evitaba manipulaciones en el manantial y daba control directo a los responsables del santuario.

Un fragmento de la memoria cofrade

Al observar este documento casi cuatro décadas después, es inevitable interpretarlo no solo como un trámite administrativo, sino como parte viva de la historia de la Cofradía de María Santísima de la Victoria y, por extensión, del patrimonio religioso de Martos. Refleja una época en la que el mantenimiento de los lugares de culto dependía en gran medida de la voluntad y capacidad de gestión de quienes estaban al frente de las hermandades.

El expediente nos habla de un tiempo en el que la tecnología y los medios eran más limitados, y donde la cooperación entre cofradía y Ayuntamiento resultaba vital. Cada elemento descrito —desde la localización exacta del manantial hasta la disposición de un interruptor en la ermita— revela la atención al detalle que caracteriza a quienes custodian un lugar sagrado.

El paraje de la Peña y la pradera de la ermita quedan unidos en este relato no solo por la conducción física del agua, sino también por un cauce simbólico: el compromiso constante de los cofrades por preservar y mejorar el entorno de la Virgen de la Victoria. Así, este expediente se convierte en un eslabón más de la larga cadena de esfuerzos y cuidados que han sostenido la vida de esta hermandad a lo largo del tiempo.

Reproducción del documento histórico

El documento del 21 de marzo de 1984 no es únicamente una petición técnica. Es un testimonio del modo en que la devoción mariana se traduce en acciones concretas para garantizar que la ermita, centro de fe y encuentro, disponga de lo necesario para acoger a sus fieles y mantener su dignidad. Es, por tanto, una página más de la crónica cofrade de Martos, escrita no con incienso y flores, sino con planos, medidas y bombas de agua, pero con la misma fe que alienta cada paso procesional.

copia del documento de petición de agua del manantial El Contadero
copia del documento de petición de agua del manantial El Contadero

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