casa palacio oneto
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En la mitad de la Calle Larga, hoy calle Virgen de los Milagros, se abre una casapuerta que no llama demasiado la atención. Tras ella se esconde uno de los patios porticados más elegantes de El Puerto y una escalera barroca que muchos consideran de las más impresionantes de la ciudad.

La casa palacio de Oneto pertenece al conjunto de residencias de cargadores a Indias que marcaron el paisaje urbano portuense desde el siglo XVII. Estas casas palacio explican el viejo apodo de “Ciudad de los cien palacios” y hablan del momento en que El Puerto miró de frente al Atlántico.

Hoy el edificio combina vida cotidiana, alojamientos turísticos y apertura puntual durante la Fiesta de los Patios, pero sigue conservando su escala señorial y su función simbólica: contar, en piedra y mármol, la historia social de la ciudad.

Origen del palacio y la familia Oneto

La propiedad nació ligada a la familia Oneto, un linaje de origen italiano vinculado a la aristocracia mercantil que se asentó en la Bahía de Cádiz durante la expansión del comercio con América.

En 1670, Luis Guzmán y Soto, contador mayor del VIII duque de Medinaceli, mandó levantar la casa en la entonces Calle Larga para uso de la familia. El inmueble se documenta desde finales del siglo XVII y pronto se integra en el circuito de grandes residencias de comerciantes y funcionarios ligados a la Carrera de Indias.

La casa palacio de Oneto funciona desde el inicio como una típica residencia de cargador a Indias. Combina vivienda familiar, oficinas y almacenes. Las plantas inferiores se reservan para bodegas, depósitos y estancias de servicio. El piso principal acoge los salones y dormitorios nobles. La azotea y los espacios altos se destinan al personal doméstico y a las funciones más discretas de la casa.

Su ubicación no resulta casual. La Calle Larga concentra buena parte de las mansiones de las élites portuenses. Muy cerca de la Prioral, de las bodegas y de los ejes comerciales que conectaban con el río y el puerto.

Arquitectura: patio porticado y escalera monumental

El palacio de Oneto encaja en el modelo de casa de cargadores a Indias definido para el casco histórico de El Puerto. Presenta una casapuerta profunda que conduce al patio, verdadero corazón de la casa.

El patio es cuadrado, porticado, con columnas de piedra y arcos de medio punto. En el centro se dispone una zona ajardinada con fuente y pavimento de ajedrez de mármol blanco y negro, muy característico de estas mansiones.

Desde uno de los lados arranca la joya del edificio: una gran escalera barroca de mármol travertino y balaustrada de jaspe policromo. Bajo el primer tramo se conserva una fresquera que aprovechaba la sombra y el frescor del muro para almacenar alimentos, un detalle doméstico que acerca el lujo del palacio a la vida cotidiana de sus moradores.

Los techos altos, de unos cuatro metros, las carpinterías de madera y la sucesión de galerías abiertas al patio refuerzan la sensación de amplitud. Las mejores calidades se concentran, como en otras casas palacio portuenses, en la fachada principal, la casapuerta, el patio y la escalera.

Aunque la construcción arranca en 1670, muchas fuentes encuadran el aspecto actual del inmueble en el barroco dieciochesco. El resultado es un edificio que mezcla la severidad de la arquitectura del XVII con la búsqueda de efecto escenográfico propia del siglo XVIII.

Tres siglos de propietarios y moradores

La historia del palacio de Oneto no se entiende sin sus propietarios e inquilinos. Antonio Gutiérrez Ruiz, en el volumen “Historia social del palacio Oneto. Propietarios e inquilinos en tres siglos”, reconstruye la compleja cadena de familias que habitan la casa desde el final del XVII hasta el siglo XX.

Tras los Oneto, la finca pasa a manos de la familia Coig, de origen francés, que mantiene la propiedad durante buena parte de los siglos XVIII y XIX. El libro documenta cómo el inmueble se asocia a la nobleza mercantil y a la burguesía comercial, pero también a altos funcionarios y figuras de la política liberal.

Entre los personajes ligados al palacio destacan el conde Osborne, la familia del ministro y periodista José Luis Albareda y, ya en época contemporánea, el alcalde y empresario Miguel Castro Merello.

El inmueble acompaña la evolución económica de la ciudad. Nace en la época del comercio ultramarino. Atraviesa las crisis de la pérdida de las colonias y los cambios del siglo XIX. Llega al XX con un uso cada vez más residencial y fragmentado, como ocurre con muchas casas palacio portuenses.

En las últimas décadas del siglo XX y primeras del XXI, la finca alberga viviendas, oficinas y una gestoría. Posteriormente se acomete una importante rehabilitación que abre la puerta a los actuales apartamentos turísticos y devuelve protagonismo al patio y a las zonas comunes.

Hitos y anécdotas

El palacio de Oneto funciona como escenario de numerosas historias familiares y políticas que Gutiérrez Ruiz recoge con detalle: testamentos, herencias, hipotecas, pleitos, alianzas matrimoniales o crisis económicas que reflejan, en pequeño, la historia social de El Puerto.

Una de las figuras más conocidas asociadas al edificio es José Luis Albareda, periodista, ministro de Fomento y de Gobernación, senador vitalicio y embajador. Nacido en la Bahía, mantuvo siempre un fuerte vínculo sentimental con El Puerto. La tradición local lo recuerda entre los ilustres moradores relacionados con la casa.

Ya en el siglo XX, la familia de Miguel Castro Merello, alcalde, empresario y ganadero, instala su residencia en la casa palacio de la Calle Larga. Varios de sus hijos nacen en el inmueble, que se convierte en un espacio habitual de reuniones sociales y familiares.

Las crónicas locales aluden además al llamado “Cuarto de los toreros”, ligado a la presencia de figuras del toreo y del mundo del espectáculo que visitan la casa durante determinadas épocas. Aunque el detalle de estas estancias requiere acudir a los trabajos específicos de Gente del Puerto y de Gutiérrez Ruiz, la anécdota subraya el papel del palacio como lugar de sociabilidad de las élites portuenses.

La casa también participa hoy en una tradición más reciente: la Fiesta de los Patios Portuenses y la celebración “A la luz de las mariposas”, en la que el patio se ilumina con cuencos de agua y aceite y se convierte en marco de visitas, música y actividades culturales.

Estado actual y usos presentes

Actualmente, la casa palacio de Oneto figura en el catálogo municipal de bienes protegidos de El Puerto de Santa María con la dirección Virgen de los Milagros 64, en pleno casco histórico. Este instrumento de planeamiento reconoce su valor arquitectónico y obliga a conservar sus elementos esenciales.

El edificio mantiene su estructura original en torno al gran patio porticado y a la escalera barroca. Las zonas comunes conservan el pavimento damero, las columnas, los arcos y parte de la carpintería histórica. La rehabilitación reciente introduce viviendas y apartamentos de alta gama, pero respeta las proporciones, los materiales nobles y la relación constante con el patio.

Varias empresas gestionan hoy alojamientos turísticos en la finca. Estos apartamentos se integran en la oferta de turismo urbano de El Puerto y permiten que el visitante experimente, aunque sea de forma parcial, la vida en una casa de cargadores a Indias del siglo XVII.

De forma periódica, el palacio abre su patio al público dentro de la Fiesta de los Patios Portuenses. El recorrido ofrece la oportunidad de contemplar la escalera, los jardines interiores y la disposición original de la casa. Las ediciones más recientes han incluido además proyecciones y actividades culturales, lo que refuerza el papel del edificio como espacio vivo del patrimonio local.

Un palacio para leer la historia de El Puerto

La casa palacio de Oneto resume, en un solo inmueble, tres siglos de historia portuense. Habla del auge del comercio atlántico, del peso de los cargadores a Indias, del asentamiento de linajes italianos y franceses, del protagonismo de políticos, empresarios y ganaderos locales y de la lenta transformación de las grandes casas en edificios de viviendas y servicios.

Quien atraviesa hoy su casapuerta entra en un patio que ya no aloja tonelerías ni almacenes de ultramar, pero que sigue recogiendo voces, pasos y celebraciones. El reto consiste en mantener este equilibrio entre uso cotidiano y conservación patrimonial para que la escalera de mármol, las galerías y las historias que narran sigan abiertas a las futuras generaciones.

casa palacio Oneto en El Puerto de Santa María
casa palacio Oneto en El Puerto de Santa María

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