el día que la virgen cambió de camino
el día que la virgen cambió de camino

Pocos episodios han suscitado un debate tan acalorado como el acontecido en junio de 1986, cuando la Junta Directiva de la Cofradía de María Santísima de la Victoria decidió modificar el recorrido tradicional de la procesión con motivo de las fiestas en honor a la Virgen de la Peña. La medida, tomada de forma unilateral, provocó un profundo malestar entre vecinos y devotos, dejando un rastro de cartas, discusiones y sentimientos encontrados que todavía son recordados. En fín, hoy trataré el día en que la Virgen cambió de camino.

No encontré la fecha exacta no aparece explícita, pero se menciona un viernes 7 de junio, lo que sitúa el contexto temporal.

La tradición interrumpida: el día que la Virgen cambió de camino

Durante aproximadamente cuatro décadas, la procesión había mantenido un itinerario consolidado que pasaba por lugares emblemáticos como la Plaza de la Fuente Nueva, donde se celebraba la coronación de la Reina de la Peña. Este recorrido, cargado de simbolismo y memoria colectiva, formaba parte del patrimonio inmaterial de la localidad. Su alteración sin consulta previa se percibió como una afrenta tanto a la costumbre como a la comunidad.

El núcleo del conflicto

El cambio, promovido y defendido por la Junta Directiva presidida por un conocido empresario local, interpretado por numerosos vecinos como un gesto autoritario y desconectado del sentir popular, generó descontento. La decisión no contó con el consenso de la hermandad en pleno, ni con la aprobación de los “hermanos” de base, y fue vista como un uso indebido de la autoridad en beneficio de intereses particulares.

En la carta que se conserva de la época -y que tomo como base para redactar esta entrada- el remitente acusa directamente al presidente y a su equipo de ignorar la tradición y la voluntad de la comunidad, destacando que la procesión “no debía llamarse de otra manera sino bochornosa” aquel año. Las expresiones empleadas evidencian un clima de indignación y ofensa, que trascendió el ámbito estrictamente religioso para convertirse en un asunto de identidad barrial.

Tensiones y discurso encendido

El escrito al que anteriormente me he referido, refleja también cómo la disputa se mezcló con tensiones sociales latentes. Se denunció la supuesta marginación de ciertos barrios, en particular el de La Cornacha, al que el remitente pertenecía. La negativa a que la procesión pasara por estas zonas se interpretó como un desprecio hacia sus vecinos, alimentando una narrativa de exclusión. En palabras del autor, se percibía un rechazo “a que la Virgen se acercara a la gente humilde y de pueblo”.

El tono del documento es duro y personal, con ataques directos al liderazgo de la hermandad y con la exigencia explícita de la dimisión “irrevocable” de la Junta Directiva, instando a dar paso a nuevas generaciones con ideas renovadas.

Consecuencias y legado del episodio en el que la Virgen cambió el camino

Si bien el cambio de itinerario fue un hecho puntual, el episodio dejó huella en la memoria colectiva. Supuso una advertencia sobre la importancia de preservar la tradición y de gestionar con tacto las modificaciones en actos religiosos de fuerte arraigo popular. También evidenció cómo las hermandades no son solo organizaciones religiosas, sino también espacios de representación comunitaria donde las decisiones tienen un impacto social profundo.

Con el paso del tiempo, la Hermandad de María Santísima de la Victoria continuó su labor devocional, pero este episodio quedó como recordatorio de que, en Martos, el vínculo entre las procesiones y sus barrios es tan fuerte que cualquier alteración puede desatar intensos sentimientos y disputas.

Visitas: 23

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí