La Casa de los Diezmos se erige como un testimonio tangible del pasado agrícola y eclesiástico de El Puerto de Santa María. Ubicada en la emblemática Plaza de la Herrería, este edificio del siglo XVIII refleja la importancia que tuvo la recaudación del diezmo en la economía local.
Origen y función
La Casa de los Diezmos nació en el siglo XVIII como parte de la estructura administrativa del Cabildo de la Catedral de Sevilla. Esta institución eclesiástica, con gran influencia en la Baja Andalucía, gestionaba el cobro del diezmo en numerosos municipios, entre ellos El Puerto de Santa María. El diezmo consistía en entregar a la Iglesia una décima parte de la producción agrícola y ganadera, una obligación que afectaba a labradores, propietarios de viñas, ganaderos y molineros.
El Puerto, por entonces una ciudad floreciente gracias al comercio marítimo, especialmente con América, también destacaba por su producción agrícola y vitivinícola. En este contexto, la Casa de los Diezmos funcionó como centro logístico y de almacenamiento para los productos recaudados. Aquí se almacenaban granos, vinos, aceites, frutas secas y otros bienes. Estos productos se redistribuían posteriormente hacia Sevilla o se empleaban para el sostenimiento del clero y las obras de caridad impulsadas por la Iglesia.
Poder económico de la iglesia
El edificio reflejaba, por tanto, la jerarquía y el poder económico de la Iglesia en el Antiguo Régimen. No solo cumplía una función fiscal y administrativa, sino también simbólica. Representaba la presencia institucional del Cabildo Hispalense en la ciudad y recordaba a los habitantes la obligación religiosa del diezmo, que además se consideraba una forma de redención espiritual.
La elección del emplazamiento también respondía a criterios estratégicos. Situada en la Plaza de la Herrería, la Casa se encontraba en una zona de actividad económica intensa, cerca de otros edificios notables y en una vía de fácil acceso para carros y animales de carga. Esta ubicación facilitaba la recepción de productos procedentes del campo y su posterior transporte a otras dependencias eclesiásticas.
Almacenamiento y dependencias para funcionarios eclesiasticos
En su interior, el edificio albergaba no solo zonas de almacenaje, sino también dependencias para los funcionarios eclesiásticos encargados de llevar la contabilidad y velar por la seguridad de los bienes. La organización interna respondía a una lógica funcional clara: zonas separadas por tipo de producto, áreas ventiladas para conservar los alimentos, y un sistema de patios que permitía el movimiento de personas y mercancías sin entorpecer el trabajo.
El sistema de diezmos permaneció vigente hasta el siglo XIX
El sistema de diezmos, aunque ya en decadencia a finales del siglo XVIII, se mantuvo vigente hasta bien entrado el siglo XIX. Su abolición definitiva se consolidó tras los procesos desamortizadores y las reformas liberales que pusieron fin a muchas prerrogativas del clero. A partir de entonces, el edificio perdió su función original y pasó a usarse con fines civiles y comerciales, lo que ha permitido su conservación hasta nuestros días.
Arquitectura y diseño
La Casa de los Diezmos representa un ejemplo notable de arquitectura funcional del siglo XVIII con influencias barrocas, típicas del último periodo del barroco andaluz. Aunque concebida con fines prácticos, el edificio no renuncia a ciertos detalles ornamentales que subrayan su vinculación institucional con el Cabildo de la Catedral de Sevilla.
Exterior del edificio
Desde el exterior, la fachada principal destaca por su sobriedad y simetría. El zócalo de piedra remata una base sólida, pensada para resistir la humedad y el paso del tiempo. Sobre él se levanta una fachada blanca encalada, recientemente repintada, con ventanas enmarcadas por molduras de piedra arenisca y una gran portada central. Esta portada constituye uno de los elementos más llamativos: sobre el dintel, un retablo cerámico muestra la imagen de la Giralda de Sevilla, símbolo del poder eclesiástico que impulsó la construcción del edificio. El azulejo no solo embellece, sino que actúa como un sello visual de autoridad.
En el segundo cuerpo de la fachada, una hornacina central alberga una cruz de forja decorada, flanqueada por dos jarrones ornamentales de cerámica vidriada. Estos elementos, aunque sencillos, otorgan verticalidad y un carácter religioso inequívoco al conjunto, recordando a los visitantes la función espiritual y recaudatoria del inmueble.
Estancias del edificio
El edificio se articula en torno a un patio central de planta cuadrada, con galerías que distribuyen el acceso a las distintas estancias. Esta disposición responde a un modelo tradicional de casa andaluza adaptada a funciones agrícolas y administrativas. En la planta baja se localizaban los graneros, almazaras y bodegas. Estas dependencias disponían de techos altos y ventilación cruzada, elementos esenciales para la conservación de los productos almacenados. Las gruesas paredes de piedra y cal protegían el interior de las variaciones térmicas extremas.
Entrada al edificio
La casapuerta de acceso, amplia y elevada, permitía la entrada de carruajes cargados con mercancías del campo. A través de esta, se accedía directamente al patio, donde los productos eran descargados y clasificados. A menudo, esta zona contaba con balanzas, cajas de madera, toneles y espacios cubiertos para proteger los bienes de la lluvia.
Planta alta
En la planta alta se situaban las oficinas, archivos y habitaciones destinadas al personal administrativo. Desde allí, los funcionarios del Cabildo llevaban el control contable de los ingresos del diezmo. El acceso a esta planta se realizaba por una escalera de piedra con barandilla de hierro forjado, todavía conservada. En algunos casos, se habilitaban habitaciones para el alojamiento temporal de empleados o clérigos en tránsito, lo que refleja también la dimensión logística del edificio.
Materiales de construcción
En términos de materiales, la Casa de los Diezmos emplea piedra ostionera, cal, ladrillo cocido y madera. Estos materiales, habituales en la arquitectura portuense del siglo XVIII, aportan durabilidad y facilitan las reparaciones. El uso de la piedra ostionera en zócalos y molduras es especialmente característico de la Bahía de Cádiz y evidencia el aprovechamiento de los recursos locales.
Intervenciones sufridas a lo largo del tiempo
Cabe señalar que, aunque el conjunto mantiene su estructura original, ha sufrido varias intervenciones a lo largo del tiempo. Algunas reformas del siglo XIX eliminaron ciertos elementos decorativos, y otras adaptaciones recientes han cambiado el color de la fachada y transformado el uso interior. A pesar de ello, el edificio sigue conservando la esencia de su diseño original y continúa siendo un referente del patrimonio urbano de El Puerto de Santa María.
Evolución y uso actual
Con el paso del tiempo, la Casa de los Diezmos ha experimentado cambios en su uso y apariencia. En la actualidad, alberga diversos locales comerciales, adaptándose a las necesidades contemporáneas sin perder su esencia histórica. Sin embargo, intervenciones recientes en su fachada, como la pintura de color blanco, han generado controversia entre asociaciones de conservación del patrimonio, que abogan por respetar la tipología, morfología y ornamentación original del edificio.
Importancia patrimonial
La Casa de los Diezmos constituye uno de los testimonios más valiosos del patrimonio histórico, económico y religioso de El Puerto de Santa María. No se trata solo de un edificio antiguo: es un documento arquitectónico que permite entender cómo funcionaban las estructuras fiscales de la Iglesia en la Andalucía del Antiguo Régimen. Su existencia conecta la historia local con un sistema económico global en el que la religión, la tierra y la producción agrícola se entrelazaban de manera inseparable.
Estudios realizados del edificio
Situada en el corazón del casco histórico, la Casa forma parte del conjunto urbano que ha sido objeto de múltiples estudios sobre la evolución patrimonial del Puerto. Su integración en el entramado de calles estrechas, plazas abiertas y edificios civiles y religiosos ofrece una muestra representativa del crecimiento urbano de los siglos XVII y XVIII. En ese contexto, el inmueble no solo cumplía una función económica, sino también simbólica: marcaba la presencia visible de la Iglesia en la vida pública y recordaba a los ciudadanos su compromiso con el orden social y espiritual establecido.
Desde un punto de vista arquitectónico
Desde el punto de vista arquitectónico, la Casa de los Diezmos destaca como ejemplo de edificio institucional no conventual. A diferencia de parroquias o monasterios, su valor no reside en la suntuosidad o el arte sacro, sino en su capacidad de conservar una tipología funcional que ha sobrevivido al paso de los siglos. Su estructura, aún reconocible pese a los cambios, permite reconstruir las dinámicas de almacenamiento, recaudación y gestión económica de la Iglesia en un momento clave de la historia de España.
Cabildo de la Catedral de Sevilla
Además, su relación directa con el Cabildo de la Catedral de Sevilla le otorga una dimensión metropolitana que va más allá del ámbito local. El Puerto de Santa María se muestra así no solo como una ciudad con peso propio, sino también como parte de una red territorial más amplia, donde la Iglesia organizaba su dominio a través de edificios como este. Por tanto, la Casa de los Diezmos no representa solo a El Puerto, sino a una forma de entender la organización social y territorial del sur peninsular durante varios siglos.
Ámbito de conservación
En el ámbito de la conservación, el edificio ha sido objeto de controversia en los últimos años. Algunas intervenciones modernas, como el repintado de su fachada en blanco, han sido criticadas por colectivos ciudadanos y expertos en patrimonio por alterar la imagen tradicional del inmueble. Estas polémicas han puesto en evidencia la necesidad urgente de establecer criterios claros y rigurosos de intervención, basados en el respeto a la morfología original y en una comprensión profunda del valor patrimonial.
Potencial didáctico del edificio
El edificio también representa un potencial didáctico de primer orden. A través de su historia se puede explicar a estudiantes, investigadores y visitantes cómo funcionaba la economía agrícola de la época, cuál era el papel de la Iglesia en la vida cotidiana, y cómo la arquitectura respondía a necesidades prácticas sin perder su dimensión simbólica. En ese sentido, su puesta en valor no solo debe centrarse en su protección física, sino también en su integración en rutas turísticas, programas educativos y proyectos de investigación.
Por último, la Casa de los Diezmos se convierte en un ejemplo de cómo el patrimonio, bien gestionado, puede contribuir al desarrollo sostenible de las ciudades. Su uso actual como espacio comercial no ha impedido que conserve sus rasgos esenciales. Este equilibrio entre utilidad contemporánea y respeto por el pasado demuestra que es posible dar nueva vida al legado histórico sin sacrificar su autenticidad.
Galería de fotografías
La Casa de los Diezmos no solo es un edificio histórico, sino también un símbolo de la intersección entre la fe, la economía y la vida cotidiana en El Puerto de Santa María. Su preservación es esencial para comprender y apreciar la complejidad del pasado de la ciudad.



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