antigua lonja de pescado de El Puerto de Santa María
antigua lonja de pescado de El Puerto de Santa María

La antigua lonja de pescado de El Puerto de Santa María, conocida popularmente como «El Resbaladero», es un emblema del patrimonio histórico portuense. Su evolución desde centro de comercio marítimo hasta espacio de ocio refleja los cambios sociales y económicos de la ciudad.​

Orígenes: una lonja para una ciudad marinera

La antigua lonja de pescado de El Puerto de Santa María tiene su origen en el año 1776, una fecha clave para la historia urbana y económica de la ciudad. Fue mandada construir por Don Alejandro O’Reilly, Capitán General del Departamento Marítimo de Cádiz, en respuesta a la creciente necesidad de regular y centralizar el comercio del pescado fresco que llegaba diariamente al puerto. Este auge se debía a la importancia que había adquirido El Puerto como enclave estratégico en el comercio marítimo atlántico, especialmente por su cercanía con Cádiz y su vinculación con las rutas ultramarinas.

Antes de la construcción de esta lonja, el comercio del pescado se realizaba en instalaciones más rudimentarias o de forma ambulante en los alrededores del muelle, lo cual dificultaba el control sanitario, fiscal y logístico de las transacciones. El nuevo edificio venía a dotar de formalidad e infraestructura al gremio de pescadores y comerciantes, además de mejorar la higiene y la fiscalización de los productos del mar.

El por qué de la elección de esta ubicación

La elección de su ubicación, muy próxima a la orilla del río Guadalete y junto al muelle principal, no fue casual: permitía descargar directamente el pescado desde las embarcaciones hasta la lonja, agilizando el proceso de subasta. El edificio no solo cumplía una función comercial, sino que también se concebía como un símbolo del progreso urbano y del poder del Estado sobre las actividades económicas del litoral.

Construida con piedra ostionera, material típico de la Bahía de Cádiz, la lonja original combinaba funcionalidad con una cuidada estética de estilo barroco tardío, alineada con la arquitectura pública gaditana del siglo XVIII. Este espacio marcaría el inicio de una tradición pesquera urbana regulada en El Puerto de Santa María, consolidando su papel como ciudad marítima de primer orden.

Arquitectura: funcionalidad y estética barroca

La arquitectura de la antigua lonja de pescado, conocida como El Resbaladero, es un ejemplo sobresaliente de la arquitectura utilitaria del siglo XVIII, donde se combinaban criterios prácticos con elementos decorativos propios del barroco tardío andaluz. El edificio fue concebido con una clara funcionalidad: servir como punto neurálgico para la descarga, clasificación y subasta del pescado recién capturado. Sin embargo, lejos de limitarse a una estructura austera, se le dotó de una notable riqueza arquitectónica, signo del valor que se le otorgaba a esta actividad en la vida económica portuense.

La fachada principal, orientada hacia el río Guadalete, está construida con piedra ostionera, un material local abundante en la Bahía de Cádiz, apreciado por su resistencia y su estética rústica. Esta fachada presenta una simetría armoniosa compuesta por siete arcos de medio punto, sostenidos por columnas toscanas de fuste liso. El arco central se destaca por ser de mayor tamaño y estar coronado por un frontón curvo, en cuyo tímpano se aloja un escudo heráldico de mármol blanco con las armas reales, y un bajorrelieve representando un pez, emblema inequívoco de su función original.

Pabellones laterales

A ambos lados del cuerpo principal se encuentran dos pabellones laterales más bajos, de forma rectangular, que presentan vanos adintelados y una menor ornamentación, lo que sugiere que eran zonas secundarias, posiblemente utilizadas para almacenes o dependencias administrativas. El conjunto queda rematado por una cornisa moldurada y pináculos piramidales, elementos propios de la tradición barroca, que confieren verticalidad y prestancia al edificio.

La disposición arquitectónica favorecía la circulación del aire y la entrada de luz natural, aspectos fundamentales para mantener en condiciones aceptables los productos pesqueros antes de su distribución. En el interior, el espacio era diáfano, con una solería sencilla de losas de piedra, diseñada para facilitar la limpieza constante del recinto, una necesidad imperiosa dado el carácter perecedero del género que allí se manipulaba.

De lonja a taberna: el nacimiento de «El Resbaladero»

A finales del siglo XIX, concretamente en 1876, el edificio original de la lonja de pescado dejó de cumplir su función como mercado central. Las nuevas necesidades comerciales y urbanísticas llevaron a construir una lonja moderna frente a la primitiva, más adaptada a los nuevos volúmenes de pesca y a los avances en técnicas de conservación y transporte. Este cambio dejó sin uso el antiguo edificio barroco, pero su ubicación privilegiada y su conexión con la tradición pesquera de la ciudad motivaron su transformación en un nuevo tipo de espacio: la taberna El Resbaladero.

Este establecimiento, también conocido popularmente como El Resbalón, debe su nombre a los suelos mojados y resbaladizos, consecuencia de las aguas que corrían constantemente por la piedra para lavar el pescado. El término pasó de ser una advertencia cotidiana entre marineros y vendedores a convertirse en una marca identitaria cargada de sabor local. Así nació una de las tabernas más icónicas de El Puerto de Santa María.

Punto de encuentro de pescadores

Durante las primeras décadas del siglo XX, El Resbaladero se convirtió en punto de encuentro de pescadores, comerciantes, marineros y vecinos del barrio, quienes acudían allí a degustar pescado frito, chacinas o vinos del marco de Jerez en un ambiente popular y marinero. Su atmósfera bohemia y su ubicación frente al río atrajeron también a artistas y literatos, entre ellos Pío Baroja, quien menciona el lugar en su novela El mundo es ansí (1912), lo que contribuyó a reforzar su carácter mítico.

Referente de la gastronomía portuense

Ya en 1936, la taberna pasó a manos de Maximino Sordo Díaz, quien la consolidó como uno de los referentes de la gastronomía tradicional portuense. Bajo su gestión y la de su familia, el local se mantuvo como restaurante hasta bien entrados los años 80 del siglo XX, sirviendo platos emblemáticos como la urta a la roteña, el cazón en adobo y el marisco fresco del día.

El Resbaladero, en su época de taberna, no fue solo un lugar donde comer y beber, sino también un espacio de socialización, de transmisión oral de historias del mar, de memoria colectiva. La transición de lonja a taberna representa una adaptación del patrimonio al cambio de tiempos, sin perder la conexión con sus raíces marítimas.

Evolución en el siglo XX: de restaurante a discoteca

Durante el siglo XX, «El Resbaladero» pasó por diversas etapas. En 1936, Maximino Sordo Díaz se hizo cargo del negocio, que permaneció en manos de su familia durante décadas. Posteriormente, el edificio fue fragmentado en varios establecimientos hosteleros. En la actualidad, alberga la discoteca Gold, gestionada por la familia Montoya, hosteleros de Utrera arraigados en El Puerto de Santa María.

Galería de fotografías

«El Resbaladero» no es solo un edificio; es un símbolo de la identidad portuense, reflejo de su historia marítima y comercial. Su preservación y puesta en valor son esenciales para mantener viva la memoria colectiva de El Puerto de Santa María.

Os dejo algunas fotografías de la fachada principal.

antigua lonja de pescado de El Puerto de Santa María

Visitas: 44

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí