Aquí, en el jardín del Monasterio de la Victoria, en un espacio donde la fe fue cárcel, una mujer mira una reja. No posa. Espera. Resume a tantas mujeres que hicieron colas, llevaron comida y sostuvieron familias mientras sus maridos, hijos o hermanos permanecían dentro del antiguo penal. El conjunto lo creó el escultor portuense Juan Manuel Gallardo y se instaló en mayo de 2002 como homenaje explícito a esas mujeres. La escena la completan unas manos de bronce que asoman entre los barrotes, frente a la figura femenina de tamaño natural. Es un diálogo silencioso entre quien aguarda fuera y quien resiste dentro.
La ubicación no es un azar. Este monasterio, emblema gótico-renacentista de la ciudad, fue durante décadas el Penal de El Puerto de Santa María. Hoy forma parte del Catálogo Andaluz y está señalizado como Lugar de Memoria Histórica por la Junta, por su relación con la represión y el sufrimiento de miles de presos y sus familias. El espacio recuerda esa historia y la trae al presente.
La pieza, además, ha exigido cuidados. En 2010 sufrió el robo de una de las manos de la reja y de la placa original. El propio autor propuso reponer la placa en piedra para evitar nuevos expolios. Un recordatorio más: la memoria no se conserva sola; requiere vigilancia y compromiso cívico.
Origen y autor
El conjunto nació como un homenaje directo a las mujeres de los presos políticos del antiguo Penal de El Puerto. La placa conmemorativa, instalada en 2002, lo explicitaba así. Esa primera señal hoy forma parte de la propia historia de la obra, porque en 2010 desapareció junto a una de las manos adosadas a la reja.
El autor es el escultor Juan Manuel Gallardo. La pieza se compone de una figura femenina de tamaño natural situada frente a una reja independiente donde unas manos asoman y se aferran a los barrotes. Tras el robo de 2010, el propio artista inspeccionó el conjunto para valorar la reposición de los elementos sustraídos. Las crónicas de la intervención detallan que la mano arrancada y la placa eran de bronce.
La elección del lugar define el sentido de la obra. El jardín delantero del Monasterio de la Victoria —sede histórica del Penal de El Puerto— concentra la memoria de quienes esperaron a sus familiares a pie de reja. Desde 2014 el enclave está, además, señalizado como Lugar de Memoria Democrática por la Junta de Andalucía, lo que refuerza la lectura memorial del conjunto.
Con los años, el entorno ha sumado otras piezas de recuerdo que dialogan con esta escultura, como el memorial inaugurado en 2019 con los nombres de más de quinientos reclusos fallecidos en la Prisión Central. Ese marco confirma el origen y la intención de la obra de Gallardo: poner rostro —y manos— a la espera de las familias.
¿Por qué en este lugar?
Porque este jardín mira de frente al lugar donde ocurrieron los hechos. El antiguo Monasterio de la Victoria albergó, desde finales del siglo XIX hasta 1981, la Prisión Central de El Puerto de Santa María. La Junta de Andalucía lo reconoció en 2014 como Lugar de Memoria Histórica por su papel en la represión y por el volumen excepcional de reclusos en la posguerra.
El Ayuntamiento utiliza hoy este espacio para actos y programas de memoria. Aquí se han celebrado exposiciones y talleres didácticos centrados en la historia del penal y sus víctimas, reforzando el vínculo entre el edificio y su función de recuerdo cívico.
La localización de la escultura —una mujer frente a una reja— no es casual. La pieza se concibió como homenaje a las mujeres de los presos políticos y se instaló en 2002, a las puertas del antiguo penal, para situar el gesto de memoria exactamente donde la prisión marcó a la ciudad. La prensa local documentó su dedicación y su cronología, y ha seguido su conservación.
El entorno memorial ha crecido con nuevas intervenciones que subrayan ese “por qué aquí”. En 2019 se inauguró, en el mismo complejo, un memorial con cientos de nombres de presos fallecidos, que convierte el recinto en un itinerario de recuerdo y pedagogía pública.
Lo que representa, donde la fe fue cárcel
La obra rinde homenaje a las mujeres de los presos políticos encarcelados en el penal. La figura femenina, a escala natural, se planta frente a una reja independiente en la que unas manos agarran los barrotes. Ella simboliza la espera y el sostén; las manos, a quienes quedaron dentro. El conjunto invita a mirar de frente la experiencia de tantas familias que hicieron cola a la puerta del penal.
Un memorial que pide cuidado
El conjunto ha sufrido actos vandálicos en alguna ocasión. En 2010, por ejemplo, desapareció la placa con la dedicatoria y una de las manos de bronce adheridas a la reja. El propio autor propuso entonces reponer la placa en piedra para disuadir nuevos robos. Estos episodios recuerdan que la memoria necesita atención pública continuada.
Para mirar (y fotografiar) hoy
Acércate al jardín a primera hora o al atardecer. La luz lateral resalta la piedra gótica del pórtico y crea sombras limpias sobre la reja. Busca un encuadre que incluya a la mujer en primer plano y el frente del monasterio al fondo: contarás en una sola imagen la unión de fe, historia y memoria cívica. Y, sobre todo, guarda un minuto de silencio. Esa es la lectura más honesta que pide esta obra.

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