la condesa doña irene
la condesa doña irene

El castillo de la Peña de Martos ha sido escenario de episodios épicos y dramáticos en los que tuvieron un papel protagonista importantes personajes históricos que han dejado su huella en la historia de nuestro país.

Su localización estratégica para el control administrativo y militar del Alto Guadalquivir hizo que fuera una plaza codiciada. No en vano, fue objetivo tanto de los monarcas cristianos como de los líderes musulmanes que gobernaban los pequeños reinos del territorio peninsular que aún controlaban.

Martos fue cedida por el rey Fernando III el Santo, para su defensa, al conde Álvaro Pérez de Castro, quien se instaló en la fortaleza alta, en la peña de Martos, con su esposa.

Por el año 1238, el conde fue convocado por el monarca castellano en Toledo. Dejó la guarda del castillo a la condesa y a su sobrino don Tello Alfonso de Meneses, acompañados de 50 caballeros escogidos.

Este joven lugarteniente del señor de la fortaleza de Martos, tenía ambiciones de hacerse valer en la corte por su valor y arrojo. Si tomar en consideración que el castillo quedaría desguarnecido, tan solo habitado por la condesa Irene, sus damas, viejos y niños, tomó la decisión de abandonar la fortaleza para realizar unas razzias por las campiñas de Jaén y Córdoba, a fin de hacerse con un sustancioso botín. De esta forma, dejó imprudentemente el castillo en una situación de desamparo.

Enterado de ello, el reyezuelo de Arjona, movilizó un ejército musulmán en dirección a la villa jiennense con intención de aprovechar la circunstancia en la que se encontraba la fortaleza y tomarla al asalto.

Ante tan alarmante peligro que se cernía sobre el castillo e ideando la manera de contener el ataque hasta que don Tello Alfonso regresara para romper el asedio, ordenó cortar el pelo a sus damas y armarlas apostándolas entre las almenas con intención de defender al castillo.

La estratagema ideada por la condesa dio su fruto y permitió ganar el tiempo suficiente para que la providencial llegada de los caballeros pudieran romper el cerco y poner en fuga al ejército musulmán.

La clara inteligencia y valentía de esta mujer hizo que el castillo de Martos no callera, de nuevo, en manos musulmanas.

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