Esta es una historia de origen persa que quiero compartir en mi blog. Ya sabéis que en la sección de reflexiones no solo publico mis pensamientos y opiniones, también alguna que otro interesante cuento al que le acompaña una moraleja. Pero no quiero perder más tiempo en la introducción. Vamos directamente a narrar la historia.
Nos ubicamos en la ciudad de Bagdad en otra época anterior a la nuestra. En ella vivía desahogadamente un criado que servía a un rico mercader. En la mañana en la que se inicia la trama, el sirviente se encontraba en el mercado. Estaba ocupado con algunas compras, como cualquier otro día. Sin embargo, muy pronto descubriría que este día sería diferente. Esa mañana vio a la Muerte en el bazar y ésta le hizo un gesto cuando se percató de su presencia.
Muy asustado, volvió corriendo a la casa de mercader. Cuando estuvo ante él le suplicó que le prestara el caballo más rápido. Mi propósito -afirmó- es el de estar esta noche lo más lejos posible de Bagdad.
-Pero ¿cuál es la causa por la que quieres huir?, le preguntó el mercader.
El criado, aún muy agitado, le respondió que había visto a la Muerte en el mercado y le había hecho un gesto de amenaza.
En vista de lo sucedido y de las súplicas de su siervo, se apiadó de él concediéndole que se llevara el mejor caballo de la cuadra. El criado, sin aguardar ni un momento, se despidió partiendo inmediatamente hacia la ciudad de Ispahán con la esperanza de llegar a ella al anochecer. Allí tenía familiares que, sin duda, lo acogerían y ocultarían hasta que hubiese pasado el peligro.
Por la tarde, el mercader fue al mercado. Allí se encontró con la Muerte. Muerte -le dijo acercándose a ella-, ¿por qué has amenazado a mi criado?.
¿Un gesto de amenaza? -contestó extrañada la Muerte. No, no ha sido esa mi intención. En todo caso de asombro. Me ha sorprendido verlo aquí tan lejos de Ispahán, porque esta noche debo llevarme en esa ciudad a tu criado.
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