El sol de la mañana se filtra entre las copas de los árboles, dibujando sombras caprichosas sobre el paseo los paisajes naturales de Martos. El aire es fresco, con un aroma a tierra húmeda y flores recién abiertas. Al adentrarme en este pulmón verde de la ciudad, una sensación de calma me envuelve, como si el tiempo aquí transcurriera a un ritmo más pausado, en armonía con la naturaleza.
Los jardines, impecablemente cuidados, despliegan un abanico de colores y texturas que parecen sacados de un cuadro impresionista. Un banco de piedra, estratégicamente ubicado a la sombra invita al descanso y la contemplación.
En cada rincón, se percibe el esmero con el que se mantiene este oasis urbano. Los setos podados bordean el paseo, mientras que las pérgolas floridas ofrecen un refugio acogedor para quienes buscan cobijo del sol.
Al salir del parque, me detengo un instante y respiro hondo, llevándome conmigo el aroma de los jazmines y la sensación reconfortante de haber recorrido un pequeño paraíso verde en el corazón de Martos. Un lugar donde la naturaleza y la serenidad se funden en perfecta armonía, invitando siempre a regresar.











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