La Parroquia Castrense de San Francisco de Asís, situada en la calle Real de San Fernando, representa un pilar fundamental en la historia religiosa, militar y urbana de la ciudad. Desde su origen como hospicio franciscano en el siglo XVIII hasta su consolidación como parroquia castrense, este templo ha sido testigo de la evolución de la localidad y de la Armada Española.
Orígenes franciscanos y fundación parroquial (1739–1765)
A principios del siglo XVIII, la actual ciudad de San Fernando —entonces conocida como Real Isla de León— comenzaba a cobrar importancia estratégica y demográfica. La presencia de instalaciones navales y el constante trasiego de militares y marineros reclamaban una mayor atención pastoral. En este contexto, los frailes franciscanos observantes iniciaron su andadura en la isla.
La Orden Franciscana, caracterizada por su cercanía al pueblo y su labor educativa y asistencial, estableció en 1739 un modesto hospicio en una casa-oratorio situada en la calle Soledad. Esta fundación inicial tenía una doble finalidad: proporcionar asistencia espiritual a los fieles y servir de refugio para los religiosos que atendían el creciente núcleo urbano y militar.
La generosidad de los benefactores gaditanos
El primer hospicio pronto resultó insuficiente para atender las necesidades espirituales y sociales de la comunidad. Fue entonces cuando surgieron figuras clave en la consolidación del proyecto: Manuel de Arriaga y su esposa Mariana de Arteaga. Estos influyentes gaditanos, movidos por su fe y por el deseo de contribuir al bienestar de la Isla de León, ofrecieron ayuda económica decisiva.
En 1743, gracias a sus donaciones y al apoyo de otros benefactores locales, se inició la construcción de un nuevo hospicio que incluía una iglesia y una escuela de primeras letras. Los terrenos elegidos se encontraban junto a la antigua capilla de Nuestra Señora del Pópulo, en una zona que comenzaba a definirse como núcleo religioso y social de la isla.
El Hospicio de San Francisco: un centro espiritual y educativo
El nuevo conjunto fue conocido como el Hospicio de San Francisco. No solo ofrecía alojamiento y formación a los frailes, sino que también se convirtió en un espacio educativo para los niños de la localidad, cumpliendo una función social de enorme relevancia. La escuela de primeras letras introdujo a generaciones de jóvenes isleños en la lectura, escritura y principios cristianos.
Además, la iglesia anexa comenzó a desempeñar un papel central en la vida religiosa del creciente barrio. A ella acudían tanto civiles como militares, lo que marcó el inicio de la vinculación del convento franciscano con la comunidad castrense que ya empezaba a asentarse en la isla.
Un nuevo horizonte: hacia la parroquia castrense
La expansión del Departamento Marítimo y el aumento de la población militar hicieron evidente la necesidad de una estructura pastoral más amplia. La comunidad franciscana, con su experiencia y cercanía a los fieles, se convirtió en el soporte natural para la atención espiritual de marineros, soldados y sus familias.
Finalmente, el 1 de enero de 1765, el teniente vicario general de los Reales Ejércitos de Mar y Tierra, Antonio Fanales, firmó el decreto de creación de la Parroquia Castrense de San Francisco de Asís. Esta decisión oficializó la función que los franciscanos ya venían desempeñando y otorgó al hospicio y su iglesia el rango de parroquia militar.
Así, el humilde hospicio se transformó en el corazón espiritual de los militares y sus familias, anticipándose al traslado definitivo del Departamento Marítimo de Cádiz a la Real Isla de León, que se formalizaría solo cuatro años después, en 1769.
Construcción del templo actual (1782–1805)
A principios del siglo XVIII, la actual ciudad de San Fernando —entonces conocida como Real Isla de León— comenzaba a cobrar importancia estratégica y demográfica. La presencia de instalaciones navales y el constante trasiego de militares y marineros reclamaban una mayor atención pastoral. En este contexto, los frailes franciscanos observantes iniciaron su andadura en la isla.
La Orden Franciscana, caracterizada por su cercanía al pueblo y su labor educativa y asistencial, estableció en 1739 un modesto hospicio en una casa-oratorio situada en la calle Soledad. Esta fundación inicial tenía una doble finalidad: proporcionar asistencia espiritual a los fieles y servir de refugio para los religiosos que atendían el creciente núcleo urbano y militar.
La generosidad de los benefactores gaditanos
El primer hospicio pronto resultó insuficiente para atender las necesidades espirituales y sociales de la comunidad. Fue entonces cuando surgieron figuras clave en la consolidación del proyecto: Manuel de Arriaga y su esposa Mariana de Arteaga. Estos influyentes gaditanos, movidos por su fe y por el deseo de contribuir al bienestar de la Isla de León, ofrecieron ayuda económica decisiva.
En 1743, gracias a sus donaciones y al apoyo de otros benefactores locales, se inició la construcción de un nuevo hospicio que incluía una iglesia y una escuela de primeras letras. Los terrenos elegidos se encontraban junto a la antigua capilla de Nuestra Señora del Pópulo, en una zona que comenzaba a definirse como núcleo religioso y social de la isla.
El Hospicio de San Francisco: un centro espiritual y educativo
El nuevo conjunto fue conocido como el Hospicio de San Francisco. No solo ofrecía alojamiento y formación a los frailes, sino que también se convirtió en un espacio educativo para los niños de la localidad, cumpliendo una función social de enorme relevancia. La escuela de primeras letras introdujo a generaciones de jóvenes isleños en la lectura, escritura y principios cristianos.
Además, la iglesia anexa comenzó a desempeñar un papel central en la vida religiosa del creciente barrio. A ella acudían tanto civiles como militares, lo que marcó el inicio de la vinculación del convento franciscano con la comunidad castrense que ya empezaba a asentarse en la isla.
Un nuevo horizonte: hacia la parroquia castrense
La expansión del Departamento Marítimo y el aumento de la población militar hicieron evidente la necesidad de una estructura pastoral más amplia. La comunidad franciscana, con su experiencia y cercanía a los fieles, se convirtió en el soporte natural para la atención espiritual de marineros, soldados y sus familias.
Finalmente, el 1 de enero de 1765, el teniente vicario general de los Reales Ejércitos de Mar y Tierra, Antonio Fanales, firmó el decreto de creación de la Parroquia Castrense de San Francisco de Asís. Esta decisión oficializó la función que los franciscanos ya venían desempeñando y otorgó al hospicio y su iglesia el rango de parroquia militar.
Así, el humilde hospicio se transformó en el corazón espiritual de los militares y sus familias, anticipándose al traslado definitivo del Departamento Marítimo de Cádiz a la Real Isla de León, que se formalizaría solo cuatro años después, en 1769.
Transformaciones y vicisitudes (siglos XIX y XX)
El siglo XIX trajo consigo profundos cambios políticos y sociales en España. Uno de los más relevantes para el patrimonio religioso fue el proceso de desamortización eclesiástica, promovido por los gobiernos liberales. Estas leyes buscaban expropiar bienes de las órdenes religiosas para sanear la Hacienda pública y redistribuir la propiedad.
En 1835–1836, el gobierno decretó la supresión de las órdenes religiosas y la exclaustración de los franciscanos. El Hospicio de San Francisco cerró sus puertas y los frailes abandonaron el convento. El templo, sin embargo, no dejó de funcionar. La administración eclesiástica pasó a manos del clero castrense, que ya tenía una fuerte presencia y vinculación con la parroquia.
Este episodio marcó el fin de la gestión franciscana directa, pero no supuso el cierre del templo ni la interrupción de su labor pastoral. La iglesia siguió siendo un espacio fundamental para el culto y la atención espiritual de los militares y de la población isleña.
El conflicto cantonal y los daños de 1873
La inestabilidad política de la segunda mitad del siglo XIX también afectó a San Fernando. Durante el movimiento cantonalista de 1873, en el marco de la Primera República Española, diversas ciudades andaluzas se sublevaron buscando mayor autonomía frente al gobierno central.
San Fernando, con su estratégica importancia naval y militar, se vio envuelta en estos conflictos. La Parroquia de San Francisco sufrió daños estructurales durante los enfrentamientos y disturbios. No obstante, el templo resistió y las autoridades castrenses, junto con la comunidad local, promovieron su reparación en los años siguientes.
Una parroquia al servicio de la comunidad castrense y civil
A pesar de las adversidades, la parroquia mantuvo su relevancia. La estrecha relación con la Armada Española permitió que el templo se adaptara a los tiempos y que continuara atendiendo no solo a los militares, sino también a las familias de marineros y a los vecinos de la ciudad.
Durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, la iglesia se convirtió en escenario de celebraciones religiosas vinculadas a la Armada, como bendiciones de buques, funerales de marinos y conmemoraciones de victorias navales. Además, acogía las devociones y fiestas de hermandades y cofradías locales.
Remodelaciones y adaptación al Concilio Vaticano II (1966)
El Concilio Vaticano II (1962–1965) impulsó una profunda renovación litúrgica y estética en la Iglesia Católica. Muchas parroquias adaptaron sus espacios para facilitar la participación activa de los fieles y para reflejar los nuevos enfoques pastorales.
En 1966, la Parroquia de San Francisco de Asís fue objeto de una remodelación integral. Las obras incluyeron:
- Mejora de la iluminación natural mediante la apertura de nuevos vanos en los muros laterales.
- Instalación de vidrieras con motivos navales y religiosos, reforzando la simbología de la unión entre la fe y la Marina.
- Reorganización del presbiterio para cumplir con las disposiciones litúrgicas renovadas.
Estas reformas modernizaron el templo sin alterar su estructura neoclásica esencial, permitiendo que siguiera siendo funcional y acogedor para la comunidad.
Continuidad y fortalecimiento en el siglo XX
A lo largo del siglo XX, la parroquia no solo mantuvo su papel religioso sino que también se convirtió en un símbolo de la identidad isleña. Su historia, estrechamente ligada a la evolución urbana, social y militar de San Fernando, la convirtió en referente tanto para la fe como para la memoria colectiva de la ciudad.
Diversas hermandades y cofradías se consolidaron en su seno, como las de Cristo Rey, Caridad, Expiración, Desamparados y Santa Elena. Estas asociaciones religiosas no solo promovieron el culto y las procesiones de Semana Santa, sino que también desarrollaron actividades caritativas y culturales que enriquecieron la vida comunitaria.
Patrimonio artístico y devocional de la parroquia castrense de San Francisco de Asís
La Parroquia Castrense de San Francisco de Asís no solo destaca por su arquitectura neoclásica. En su interior atesora un patrimonio artístico que refleja más de dos siglos de fe, historia y devoción. Muchas de sus obras proceden de distintas épocas y autores, y están estrechamente vinculadas a la identidad religiosa y cultural de San Fernando.
Pinturas de grandes maestros
El templo alberga una notable colección pictórica:
- El apostolado de Muñoz de la Vega: Diez óvalos que representan a los apóstoles, atribuidos a José Muñoz de la Vega, pintor sevillano del siglo XVIII. Estas obras destacan por su elegancia barroca y la expresividad de los rostros.
- El Milagro de la Porciúncula: Este lienzo, atribuido al maestro cortesano Juan Carreño de Miranda, representa uno de los episodios más queridos de la tradición franciscana: el momento en que San Francisco de Asís obtiene del Papa la indulgencia para quienes visiten la capilla de la Porciúncula.
- Lienzos de Mariano Salvador Maella: Tres pinturas del prestigioso pintor de cámara de Carlos IV enriquecen aún más el patrimonio artístico. Representan a:
- La Inmaculada Concepción
- San Carlos Borromeo
- San Fernando, patrón de la ciudad.
Estas obras combinan el refinamiento neoclásico con la profundidad espiritual propia de la época ilustrada.
Escultura sacra de gran devoción
El patrimonio escultórico de la parroquia también es sobresaliente:
- Cristo de la Expiración: Obra de José de Cicartegui Saralegui (1788). Esta talla, de gran realismo y serenidad, se ha convertido en una de las imágenes más veneradas por la feligresía isleña.
- Santa Bárbara: Imagen atribuida al escultor genovés Francesco Galleano. Es especialmente significativa para la Armada y los artilleros, pues Santa Bárbara es su patrona.
- La Inmaculada «La Repatriada»: Esta talla fue traída desde el Arsenal de La Habana tras la pérdida de las últimas colonias españolas en 1898. Se convirtió en símbolo de la continuidad espiritual entre los marinos que sirvieron en ultramar y sus familias en la península.
Vidrieras y arte naval
Durante la remodelación de 1966, el templo incorporó vidrieras artísticas que combinan iconografía cristiana con motivos navales. Estas vidrieras no solo embellecen el interior con su luz coloreada, sino que refuerzan el vínculo entre la fe y el mar, constante histórica de la parroquia y de San Fernando.
La devoción popular y las hermandades
A lo largo de su historia, la Parroquia Castrense de San Francisco ha sido cuna y sede de varias hermandades y cofradías, que han desempeñado un papel esencial en la conservación y enriquecimiento del patrimonio devocional:
- Hermandad de Cristo Rey
- Hermandad de la Caridad
- Hermandad de la Expiración
- Hermandad de los Desamparados
- Hermandad de Santa Elena
Estas hermandades no solo organizan procesiones y cultos. También promueven actividades culturales, formativas y caritativas, manteniendo viva una religiosidad popular que se ha transmitido de generación en generación.
La agregación a la Basílica Vaticana
En 1926, el templo recibió el privilegio de ser agregado a la Basílica de San Pedro del Vaticano. Esta distinción se simboliza en la fachada mediante un escudo de mármol que presenta las llaves de San Pedro y la tiara pontificia. Gracias a esta agregación, los fieles que participan en los cultos de la parroquia pueden obtener indulgencias especiales.
Este honor refuerza el papel de la iglesia como puente espiritual entre San Fernando y Roma, y reconoce su historia centenaria de servicio a la fe y a la comunidad militar.
Galería de fotografías de la parroquia castrense de San Francisco de Asís
La Parroquia Vaticana y Castrense de San Francisco de Asís continúa siendo un referente espiritual para San Fernando y la Armada Española. Su historia refleja la estrecha relación entre la fe, la vida militar y la identidad de la ciudad. A lo largo de más de dos siglos y medio, ha sido testigo y protagonista de los acontecimientos que han marcado el devenir de la localidad y de la nación.
En 2015, con motivo del 250 aniversario de su fundación, se publicó la obra «Vaticana. Castrense e Isleña. Historia de la Parroquia de San Francisco de Asís (1765-2015)», de Fernando Mósig Pérez, que recoge de manera exhaustiva la trayectoria de esta emblemática institución.
La Parroquia de San Francisco de Asís sigue siendo un símbolo de la fe y la tradición en San Fernando, manteniendo viva la herencia de sus fundadores y adaptándose a los desafíos del presente.










Visitas: 172