Durante una época en la que el agua corriente no fluía en los hogares, la Fuente Pilar fue un punto vital para generaciones de marteños. Esta fuente, ubicada cerca de la Ermita de Santa Lucía, no solo proporcionaba agua potable esencial para el consumo diario de las familias locales, sino que también desempeñaba un papel fundamental en la vida ganadera del pueblo. A través de los años, se ha convertido en un testigo silente de la historia y en un símbolo del espíritu resiliente de una comunidad que dependía de la fuente para su supervivencia.
Para el barrio de la Fuente de la Villa de Martos, se dependió en gran medida de la Fuente Pilar de Santa Lucía para el suministro de agua potable. Las familias se reunían alrededor de este punto de encuentro para llenar sus cántaros y botijos, asegurando que el vital líquido estuviera disponible para sus necesidades diarias. La fuente no solo proporcionaba agua, sino también un lugar de intercambio de noticias, donde los vecinos compartían historias y fortalecían los lazos comunitarios.
También era un oasis para el ganado que regresaba al pueblo después de un día de pastoreo. Los rebaños sedientos encontraban alivio en sus aguas frescas, y los pastores agradecidos sabían que esta fuente era crucial para mantener la salud y el bienestar de sus animales.
Su cercanía a la ermita de Santa Lucía, a cuya santa se le tiene una especial devoción en el municipio jiennense le agrega un toque espiritual a este lugar histórico.
Os comparto algunas fotografías de mi última visita a Martos y, particularmente, a este rincón de la villa tuccitana.
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