pilar de la fuente nueva de Martos
pilar de la fuente nueva de Martos

El Pilar de la Fuente Nueva de Martos es una de las obras más emblemáticas del patrimonio renacentista andaluz, destacando tanto por su valor artístico como por su funcionalidad histórica.​

Origen y contexto histórico

La construcción del Pilar de la Fuente Nueva en Martos se inscribe dentro de un proceso histórico más amplio que caracteriza el siglo XVI en España, un periodo marcado por el florecimiento del Renacimiento, la centralización del poder bajo la monarquía de los Austrias y un auge de la obra pública como expresión del poder civil y eclesiástico. En este contexto, Martos, ciudad perteneciente al Reino de Jaén, jugaba un papel estratégico tanto por su ubicación geográfica como por su importancia económica dentro del sistema agropecuario andaluz.

Durante el reinado de Felipe II

Durante el reinado de Felipe II (1556-1598), se promovieron importantes campañas de ordenamiento urbano y mejora de las infraestructuras públicas. Este impulso respondió no solo a criterios utilitarios —como el abastecimiento de agua o la higiene urbana— sino también a un claro propósito simbólico: dotar a las ciudades de elementos monumentales que reflejaran la autoridad real, el orden civilizado y la modernidad estética de la época. En este marco, el agua, bien escaso y esencial, se convirtió en el centro de muchas de estas intervenciones urbanas, canalizada y celebrada mediante fuentes públicas de gran belleza.

Martos, asentada en una ladera abrupta al pie de la Peña, sufría históricamente dificultades para el suministro regular de agua. Aunque contaba con manantiales en sus cercanías, la distribución interna del líquido era compleja, y los vecinos de la zona baja de la ciudad dependían a menudo de aljibes, pozos y fuentes rudimentarias. Esta situación, agravada por el crecimiento demográfico, motivó al Concejo de la ciudad a emprender la construcción de una gran fuente monumental que solucionara, al menos parcialmente, estas carencias.

En respuesta a una necesidad

Fue en ese contexto cuando, en el año 1586, se llevó a cabo la construcción del Pilar de la Fuente Nueva. Su ejecución no fue casual ni improvisada: responde a un proyecto técnico, político y estético muy bien definido. El promotor institucional de la obra fue el propio Concejo de Martos, con la mediación y supervisión del licenciado Pedro Aboz Enríquez, gobernador de la ciudad y justicia mayor de la provincia, cuya implicación se recoge en una cartela inscrita en la propia fuente. Este funcionario, representante directo del poder del rey en la localidad, desempeñó un papel clave no solo en la financiación, sino también en la orientación simbólica del proyecto, que debía reflejar la modernidad, la fe católica y la fidelidad al monarca Felipe II.

Diseño de la fuente

Para el diseño de la fuente se recurrió a uno de los artistas más destacados del momento: Francisco del Castillo “el Mozo”, arquitecto, escultor y cantero de origen ubetense, formado en las corrientes del Renacimiento italiano, especialmente influenciado por Miguel Ángel y Serlio. Castillo era conocido por su capacidad para adaptar los modelos clásicos a las necesidades de las ciudades andaluzas, y por su dominio del lenguaje manierista. Su intervención en la Fuente Nueva no fue meramente técnica, sino también profundamente conceptual: organizó el conjunto en varios niveles jerárquicos, dotó a la obra de una rica iconografía imperial y religiosa, y combinó funcionalidad hidráulica con refinamiento estético.

Ejecución del proyecto del pilar de la Fuente Nueva

El proyecto fue ejecutado por un taller de canteros locales bajo la dirección del propio Castillo. Se utilizaron materiales extraídos de canteras cercanas, especialmente piedra caliza, y se aprovechó un antiguo manantial que fluía en las inmediaciones de la Plaza de San Francisco (actual emplazamiento histórico de la fuente hasta su primer traslado). Esta ubicación respondía a razones tanto prácticas como simbólicas: situada en una zona de expansión urbana, accesible para los vecinos de la parte baja y para el tránsito del ganado, era un lugar idóneo para acoger una infraestructura hidráulica de uso mixto —humano y animal—, con pilas y abrevaderos escalonados que facilitaban la recogida y uso del agua.

Hito urbano conmemorativo

Además del objetivo primordial de abastecimiento, la Fuente Nueva se concibió como un hito urbano conmemorativo, como lo evidencian sus elementos escultóricos: el águila bicéfala de los Austrias, las columnas de Hércules con el lema “Plus Ultra”, los escudos nobiliarios y municipales, y la inscripción latina que rinde gloria a Dios. Todos estos recursos iconográficos forman parte de un programa propagandístico destinado a celebrar la monarquía hispánica y su capacidad de organización del territorio. La obra se completó en un breve plazo, lo que demuestra tanto la urgencia del proyecto como la eficiencia de los equipos constructores.

Promotores y motivaciones

La edificación del Pilar de la Fuente Nueva de Martos en 1586 no puede entenderse al margen de los poderes que intervinieron directa e indirectamente en su promoción. Esta obra es el resultado de una colaboración articulada entre el poder local —representado por el Cabildo municipal de Martos— y el poder regio —encarnado en la figura del gobernador y justicia mayor de la ciudad, el licenciado Pedro Aboz Enríquez—, todo ello en el marco de un modelo de gobierno que caracterizaba a la monarquía hispánica en tiempos de Felipe II. La fuente, como muchas otras obras públicas de la época, no solo respondía a necesidades funcionales, sino que estaba imbuida de un fuerte componente ideológico y simbólico.

El Concejo de Martos: el impulso desde lo local

El Cabildo o Concejo de Martos fue el primer promotor institucional del proyecto. Esta corporación municipal, heredera de las estructuras de gobierno urbano del Medievo, concentraba las competencias en materia de abastecimiento, obras públicas, mantenimiento del orden y sanidad, entre otras. Desde principios del siglo XVI, como en otras ciudades del Reino de Jaén, el crecimiento demográfico y económico obligó al Concejo a mejorar las infraestructuras públicas. La construcción de fuentes monumentales se convirtió en una prioridad para asegurar el suministro de agua potable tanto a la población como al ganado, clave para la economía local.

Este impulso no se dio de manera aislada. El Concejo actuaba bajo la autoridad del corregidor o gobernador, representante directo de la Corona. En muchas ocasiones, la decisión de ejecutar una obra de tal envergadura implicaba la solicitud previa de licencia real, así como la verificación del proyecto por parte de técnicos acreditados. La financiación procedía de los fondos municipales —obtenidos a través de impuestos, sisas y alcabalas—, y en ocasiones, de contribuciones extraordinarias de los vecinos o ayudas de la propia Corona si la obra tenía especial relevancia.

Pedro Aboz Enríquez: gobernador y justicia mayor

Una de las figuras más decisivas en la promoción del Pilar de la Fuente Nueva fue el licenciado Pedro Aboz Enríquez, gobernador y justicia mayor de Martos en el momento de su construcción. Su nombre aparece recogido en la cartela central de la fuente, prueba del papel central que desempeñó en su ejecución. Como gobernador, tenía funciones que trascendían lo meramente judicial: era responsable de garantizar el buen funcionamiento del municipio, supervisar los acuerdos del Concejo, intervenir en la administración de justicia ordinaria y velar por la moral pública.

Su implicación en la fuente puede interpretarse bajo dos prismas: uno práctico y otro simbólico. Por un lado, como administrador de la ciudad, estaba obligado a promover mejoras en la calidad de vida de los marteños; por otro, como representante del rey, debía garantizar que las obras públicas reflejaran los ideales del buen gobierno, la fe católica y la fidelidad a la monarquía. Así, su participación garantizaba no solo la viabilidad del proyecto, sino también su legitimidad y alineación con los valores de la monarquía hispánica.

No es casual que la fuente esté cargada de elementos simbólicos del poder real: el escudo de los Austrias, el águila bicéfala, las columnas de Hércules con el lema imperial “Plus Ultra”, e incluso la expresión “Solo a Dios honor y gloria”. Todos estos signos eran habituales en obras promovidas o respaldadas por la administración regia, y funcionaban como una forma de “escenografía del poder” en el espacio urbano.

Francisco del Castillo «el Mozo»: el artífice intelectual

Aunque no promotor en sentido político o económico, merece una mención especial el arquitecto y escultor Francisco del Castillo “el Mozo”, autor del diseño de la fuente. Su participación fue crucial para dotar a la obra de la calidad técnica y simbólica que la caracteriza. Castillo era miembro de una familia de artistas del Renacimiento andaluz, formado en los principios del arte clásico y estrechamente vinculado a las corrientes manieristas.

El hecho de que una ciudad como Martos contara con un artista de su talla para una fuente pública revela el grado de ambición del proyecto. No se trataba solo de construir un pilar funcional, sino de crear una obra que hablara de la grandeza de la ciudad, de su lealtad al rey y de su participación en el universo cultural renacentista que Felipe II quería extender por sus reinos. En este sentido, Castillo fue también un promotor simbólico de la obra, al dotarla de un programa iconográfico que amplificaba su significado más allá de lo utilitario.

La comunidad local: beneficiarios y participantes

No debe olvidarse que, aunque el impulso vino desde las élites de poder, la comunidad local desempeñó un papel activo como beneficiaria y, en algunos casos, contribuyente. Las grandes obras públicas del Renacimiento requerían la movilización de recursos humanos y económicos locales: canteros, herreros, aguadores, arrieros y otros oficios colaboraban directamente o indirectamente en la obra. Además, la implicación comunitaria en la defensa y cuidado del monumento quedó patente en siglos posteriores, cuando la fuente fue objeto de traslados, restauraciones y debates públicos sobre su conservación.

Diseño y características arquitectónicas

El diseño del Pilar de la Fuente Nueva de Martos constituye una muestra singular del arte renacentista en Andalucía, y en particular, del manierismo desarrollado en la segunda mitad del siglo XVI. Su autor, Francisco del Castillo “el Mozo”, fue uno de los máximos representantes de esta corriente artística en el sur de España. Formado en Úbeda, ciudad donde confluyeron las influencias italianas del Cinquecento gracias al mecenazgo de nobles locales como Francisco de los Cobos, Castillo asimiló los principios del clasicismo renacentista, que luego aplicó con maestría en obras civiles y religiosas por toda la región.

El Pilar de la Fuente Nueva no fue concebido como una fuente ordinaria. Se trataba de una obra compleja, en la que se combinaban la función práctica —suministro de agua y abrevadero para el ganado— con un programa simbólico y decorativo propio de una ciudad que aspiraba a representar modernidad, civismo y lealtad a la monarquía. El resultado fue un monumento de gran prestancia visual y riqueza iconográfica, que se convirtió pronto en uno de los hitos urbanos de Martos.

Composición arquitectónica

La fuente fue concebida como una estructura exenta, aunque inicialmente se hallaba adosada a un muro en la Plaza de San Francisco. Se compone de tres cuerpos arquitectónicos, dispuestos en forma de retablo, una tipología muy característica de la arquitectura civil del Renacimiento español. El cuerpo central, más elevado que los laterales, actúa como eje vertical del conjunto y organiza la composición tanto en lo visual como en lo simbólico.

Los materiales empleados fueron principalmente piedra caliza local, tallada con notable precisión, lo que permitió la ejecución de molduras, relieves y escudos con gran detalle. Las pilas fueron realizadas con formas escalonadas, pensadas para facilitar el acceso de personas y animales al agua. La solidez del conjunto y la articulación equilibrada de sus partes revelan el dominio de la proporción y la simetría propio del arte clásico.

Elementos decorativos y simbólicos

El Pilar de la Fuente Nueva se distingue por su rica iconografía, que responde tanto a modelos clásicos como al repertorio simbólico de la monarquía hispánica.

El águila de San Juan

Rematando el cuerpo central se alza un relieve de gran fuerza visual: el águila de San Juan. Este emblema expresa la universalidad del poder imperial y su doble jurisdicción: temporal y espiritual.

Las columnas de Hércules y el lema “Plus Ultra”

Flanqueando el frontón aparecen las columnas de Hércules, emblema de la expansión ultramarina del Imperio español. El lema “Plus Ultra” —“Más allá”— hace alusión al espíritu de conquista y a la vocación global de la monarquía de Felipe II.

Escudos nobiliarios y municipales

En los laterales aparecen escudos que representan, por un lado, a la ciudad de Martos, y por otro, al licenciado Pedro Aboz Enríquez, gobernador de la ciudad. Estos blasones no solo identificaban a los actores responsables de la obra, sino que funcionaban como recordatorios visibles del orden y la jerarquía institucional.

Cartela central

En el cuerpo intermedio de la fuente figura una inscripción latina que sintetiza el carácter devocional y político de la obra: “SOLI DEO HONOR ET GLORIA. REINANDO DON PHELIPPE NUESTRO SEÑOR. GOBERNANDO ESTE PUEBLO EL LICENCIADO DON PEDRO ABOZ ENRÍQUEZ. AÑO 1586”. Esta fórmula retórica es típica del arte contrarreformista, donde se subraya la subordinación de todo poder humano a la voluntad divina.

Cabezales de surtidores en forma de león y macho cabrío

En la base del monumento, los caños por los que fluía el agua fueron modelados con cabezas de león —símbolo de fortaleza, justicia y vigilancia— y con la figura de un macho cabrío, posiblemente una alusión al mundo rural y al papel del ganado en la economía marteña. Esta iconografía conecta la fuente con su uso primario: el abrevadero y el abastecimiento humano.

Elementos almohadillados

Presentes en los cuerpos laterales, estos bloques de piedra en relieve constituyen un recurso decorativo heredado de la arquitectura del Alto Renacimiento, y aportan al conjunto una sensación de robustez y elegancia.

    Distribución y funcionalidad

    La fuente estaba diseñada para servir tanto a la población como al ganado, algo común en las fuentes públicas del siglo XVI. La estructura de doble pila, colocada a diferentes alturas, permitía que las personas accedieran al agua desde una altura cómoda mientras los animales bebían desde los niveles inferiores. Esta distribución revela una planificación cuidadosa, pensada para maximizar la funcionalidad del monumento sin comprometer su valor estético.

    Además, el diseño hidráulico, aunque sencillo, era eficaz: el agua provenía de un manantial canalizado desde el entorno cercano, probablemente a través de una red de atanores de cerámica o piedra. El sistema de evacuación se resolvía mediante pequeñas acequias que dirigían el sobrante del agua hacia zonas de cultivo o riego.

    Influencia y estilo

    Estilísticamente, la Fuente Nueva se inscribe en el manierismo andaluz, una variante local del Renacimiento que combinaba la monumentalidad clásica con la expresividad decorativa. Castillo, como ya lo hiciera en otras obras en Úbeda y Baeza, adaptó los cánones italianos al contexto urbano y político de Martos. Su uso del relieve, la simetría axial, la integración de inscripciones y escudos, y la monumentalización de una función cotidiana como el abastecimiento de agua, son rasgos que lo identifican como un artista con clara conciencia del valor representacional de la arquitectura.

    Función y uso social

    Desde su construcción en 1586, el Pilar de la Fuente Nueva cumplió una serie de funciones fundamentales para la comunidad marteña. En el seno de una sociedad preindustrial, donde el acceso al agua era limitado y las redes de distribución eran rudimentarias o inexistentes, las fuentes públicas representaban una infraestructura vital para la subsistencia urbana. Pero más allá de su valor utilitario, el Pilar de la Fuente Nueva fue también un espacio social, un lugar de encuentro y, sobre todo, un símbolo de poder, orden y civilización.

    1. Suministro de agua para la población

    La función más evidente del Pilar de la Fuente Nueva fue la de abastecer de agua potable a los vecinos de Martos. En una ciudad emplazada en laderas escarpadas, donde los manantiales naturales no siempre eran accesibles y donde las aguas superficiales escaseaban, las fuentes públicas eran esenciales para la vida diaria. Los habitantes acudían con cántaros y tinajas a recoger agua para uso doméstico: cocinar, beber, lavar y otros menesteres cotidianos. En ese sentido, la fuente constituía un punto neurálgico para el sostenimiento del hogar.

    La disposición de los caños a distinta altura permitía su uso por personas de diferentes edades y condiciones físicas, y la amplitud de las pilas escalonadas facilitaba el llenado de recipientes sin que se produjeran aglomeraciones excesivas. Esta función, que hoy podría parecer meramente logística, tenía una importancia crucial en el siglo XVI y en los siglos posteriores, ya que de la calidad y continuidad del abastecimiento dependía la salud de la población. No debe olvidarse que el agua estancada o contaminada era causa habitual de enfermedades, y que el acceso a fuentes limpias era un indicador del nivel de desarrollo urbano.

    2. Abrevadero para el ganado

    El Pilar de la Fuente Nueva fue concebido también como abrevadero para el ganado, especialmente para el tránsito de animales de carga, rebaños trashumantes, y bestias utilizadas en las labores agrícolas. Martos, como otras ciudades del antiguo Reino de Jaén, era un núcleo de actividad agropecuaria importante, y disponía de una economía basada en la agricultura de secano, la ganadería, y posteriormente el olivar.

    Los animales requerían puntos de descanso y abastecimiento, especialmente en los caminos de entrada a la ciudad o en las zonas bajas donde se concentraba la actividad comercial. La Fuente Nueva, ubicada en su origen en la Plaza de San Francisco, cumplía con esta doble función: era accesible para los vecinos de las zonas más pobladas y también para los ganaderos y arrieros que transitaban por la periferia. Las pilas de gran capacidad y las pendientes adaptadas para animales revelan un diseño funcionalmente avanzado.

    Esta doble utilidad —humana y animal— era común en las fuentes públicas del Renacimiento, y respondía a una lógica de aprovechamiento integral del recurso hídrico. Además, el agua sobrante solía canalizarse hacia huertas y campos cercanos, constituyendo así un sistema de gestión eficiente y circular del agua.

    3. Espacio de sociabilidad y vida comunitaria

    Más allá de su función hidráulica, la Fuente Nueva fue durante siglos un espacio de encuentro, conversación y sociabilidad. En un tiempo en el que no existían cafés, plazas públicas abiertas o equipamientos de ocio urbano, las fuentes se convertían en foros informales de la vida local. Mujeres que acudían a por agua, niños que ayudaban con las tinajas, ancianos que descansaban a su sombra, o ganaderos que se encontraban allí con sus pares: todos compartían un espacio común, que tejía vínculos sociales.

    Además, la fuente podía desempeñar funciones religiosas o simbólicas en determinadas festividades locales, especialmente en contextos donde el agua tenía una dimensión purificadora o bendita. Es probable que en Martos, como en otras localidades andaluzas, se realizaran rogativas por agua durante épocas de sequía, y que el Pilar de la Fuente Nueva fuera escenario de tales actos, aunque estos datos específicos aún requieren mayor respaldo documental.

    4. Elemento organizador del espacio urbano

    El Pilar de la Fuente Nueva también tuvo una función estructural dentro de la configuración de la ciudad. En las ciudades renacentistas, la colocación de fuentes monumentales respondía no solo a criterios de utilidad, sino también a estrategias de embellecimiento y articulación del paisaje urbano. En este sentido, la Fuente Nueva dotaba de monumentalidad a la Plaza de San Francisco, embelleciendo un espacio público y convirtiéndose en punto de referencia visual.

    Su posterior traslado a otras ubicaciones también refleja esta función urbana: allí donde se colocaba, el pilar confería dignidad, antigüedad y jerarquía al entorno. Así, en su actual ubicación en la Avenida Pierre Cibié, frente al Parque Manuel Carrasco, sigue cumpliendo una función simbólica como hito histórico de la ciudad, a pesar de que ya no ejerce su rol original de abastecimiento.

    5. Símbolo de poder civil y orden político

    Finalmente, la fuente fue un instrumento de propaganda política, como demuestran sus inscripciones y su iconografía. En ella se representaban los valores del buen gobierno, la obediencia al rey Felipe II, la fidelidad a la fe católica y la autoridad del gobernador Pedro Aboz Enríquez. Al incorporar estos elementos en una infraestructura de uso cotidiano, se naturalizaban las jerarquías políticas del momento, haciendo que el ciudadano medio interiorizara el vínculo entre el bienestar público y la monarquía.

    En este sentido, la Fuente Nueva no solo daba agua, sino también un mensaje: “esta ciudad está bien gobernada, es próspera, y es leal al rey y a Dios”. De ahí que su arquitectura fuera tan cuidada y su ornamentación tan cargada de simbolismo.

    Ubicaciones a lo largo de su historia

    Originalmente situada en la Plaza San Francisco, la fuente fue trasladada en varias ocasiones debido a cambios urbanísticos y al deterioro del entorno. En la actualidad, se encuentra en el cruce de la Avenida Miraflores con la Avenida Pierre Cibié, frente al Parque Manuel Carrasco. Este traslado permitió su restauración y conservación, asegurando su preservación como monumento histórico y su integración en el paisaje urbano moderno.

    Importancia patrimonial

    El Pilar de la Fuente Nueva no solo es un testimonio de la arquitectura renacentista en Andalucía, sino también un símbolo de la identidad y la historia de Martos. Su diseño refleja la influencia del manierismo italiano, adaptado al contexto local, y su función original destaca la importancia de las infraestructuras hidráulicas en la vida urbana del siglo XVI. Hoy en día, la fuente sigue siendo un punto de referencia en la ciudad, recordando el pasado y enriqueciendo el patrimonio cultural de Martos.​

    pilar de la Fuente Nueva
    pilar de la Fuente Nueva
    escudo central de la fuente
    escudo central de la fuente
    pilar de la fuente
    pilar de la fuente
    escudo de la villa a la izquierda de la fuente
    escudo de la villa a la izquierda de la fuente
    inscripción central bajo el aguila de San Juan
    inscripción central bajo el aguila de San Juan
    escudo heraldico a la izquierda
    escudo heraldico a la izquierda

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