pescadería vieja
pescadería vieja

Quien recorre el corazón histórico de Jerez de la Frontera descubre, a pocos pasos de la plaza del Arenal, una calle estrecha y cargada de historia: la calle Pozuelo. Allí, en un rincón que parece detenido en el tiempo, se levanta la Pescadería Vieja, uno de esos lugares donde las piedras hablan y el aire guarda el eco de voces pasadas. Este edificio, levantado a finales del siglo XVIII, no es solo un vestigio arquitectónico, sino un testigo vivo de la transformación urbana, social y económica de la ciudad.

En su origen, la Pescadería Vieja fue una respuesta a la necesidad de ordenar el comercio de pescado, que desde hacía siglos se desarrollaba en el entorno del Arenal. Los mercados al aire libre, aunque bulliciosos y pintorescos, carecían de la higiene y el orden que las autoridades ilustradas querían imponer en plena época de reformas borbónicas. Así, en 1799, bajo la dirección del arquitecto municipal José de Vargas Sánchez, nació un edificio funcional y elegante, con un marcado estilo neoclásico, pensado para dignificar el trabajo de los pescaderos y ofrecer a los vecinos un espacio más cómodo y salubre para sus compras.

Hoy, más de dos siglos después, la Pescadería Vieja ha dejado atrás el olor a sal y las prisas del comercio diario para convertirse en un espacio cultural de referencia, donde el arte y la historia se dan la mano. Entrar en su sala es recorrer no solo una exposición, sino también las distintas capas de la memoria urbana de Jerez.

Origen: por qué y para qué

En pleno casco histórico de Jerez, el comercio del pescado tiene raíces que se hunden en el siglo XVI. Desde entonces, el entorno del Arenal concentraba la llegada de productos frescos procedentes de la costa y de los esteros cercanos. Allí, en improvisados tenderetes o bajo soportales, pescadores y revendedores ofrecían su mercancía a vecinos, taberneros y posaderos. La actividad era constante, pero el espacio resultaba poco higiénico, con suelos embarrados en invierno, olores intensos y falta de orden en los puestos.

A mediados del siglo XVIII, el Cabildo de Jerez —en sintonía con las reformas ilustradas que buscaban modernizar las ciudades— decidió intervenir. En 1758 levantó puestos de hortalizas en la entonces llamada calle de las Berzas, junto al Arenal, con el objetivo de agrupar el comercio y mejorar las condiciones de venta. Sin embargo, la actividad pesquera seguía dispersa y expuesta. El gran punto de inflexión llegó en 1794, cuando un incendio, originado en los caseríos de venta, dañó gravemente las instalaciones y aceleró la necesidad de una solución definitiva.

Cinco años después, en 1799, el Ayuntamiento encargó al arquitecto municipal José de Vargas Sánchez la construcción de una pescadería cubierta, amplia y funcional. El propósito no era solo proteger el producto y mejorar la higiene, sino también ordenar el flujo de compradores y vendedores, regular precios y reforzar el control municipal sobre uno de los mercados más concurridos de la ciudad. Así nació un espacio que combinaba utilidad pública con una arquitectura sobria y digna, reflejo de la nueva imagen que Jerez quería proyectar.

Construcción: fecha, autor y encargo

En 1799 el Ayuntamiento encargó al arquitecto municipal José de Vargas Sánchez la “nueva Pescadería”. Vargas, titulado por San Fernando y arquitecto de la ciudad desde 1792, proyectó un edificio neoclásico sobrio y funcional.

La portada abre con un arco de medio punto, flanqueado por pilastras toscanas en pares y coronado por un frontón con jarrones. Dentro, la sala se organiza en planta rectangular, con tres naves y siete tramos abovedados sobre pilares. Nació para vender pescado y para dignificar un oficio que hasta entonces lidiaba con lluvia, barro y desorden.

¿Un mercado mayor que no cuajó?

El proyecto que dio origen a la Pescadería Vieja formaba parte de una visión mucho más ambiciosa del Jerez ilustrado. Las autoridades municipales, influenciadas por las corrientes urbanísticas de finales del siglo XVIII, soñaban con concentrar en un solo recinto los principales abastos de la ciudad: pescado, carne, pan y hortalizas. El emplazamiento elegido, “a espaldas del Arenal”, no era casual. Esta zona, ya conocida por su intensa actividad comercial, ofrecía un punto estratégico de fácil acceso tanto para los vecinos como para los arrieros que traían mercancías.

Los planos contemplaban un conjunto de pabellones ordenados en torno a un patio central, con zonas diferenciadas para cada producto y una imagen arquitectónica uniforme. De haberse completado, Jerez habría contado con un mercado cubierto de gran envergadura, comparable a los que empezaban a surgir en otras ciudades andaluzas y castellanas. Sin embargo, la realidad se impuso sobre la ambición. La falta de fondos municipales, sumada a las urgencias de reconstrucción tras el incendio de 1794, obligó a priorizar. El Ayuntamiento decidió ejecutar solo la pescadería, considerada más urgente por la naturaleza perecedera del producto y por el impacto que su venta tenía en la salud pública.

Así, la Pescadería Vieja quedó como pieza aislada de un plan inacabado. Su fachada monumental y su planta ordenada recuerdan todavía ese espíritu de modernización frustrado, mientras que el resto del mercado soñado quedó para siempre en los papeles y en la memoria de una ciudad que aprendió a crecer por partes.

Evolución y hitos

Siglo XIX. La ciudad abrió su Mercado Central de Abastos entre 1873 y 1885, obra del arquitecto municipal José Esteve. A partir de entonces, “La Plaza” concentró buena parte del comercio alimentario de Jerez. La Pescadería Vieja mantuvo el nombre y el recuerdo del uso que le dio sentido.

Mediado del XX. En 1948 la recién fundada Academia Jerezana de San Dionisio instaló su primera sede en la Pescadería Vieja, cedida por el Ayuntamiento. El edificio pasó a ser foro de conferencias, tertulias y primeras exposiciones.

Años 70–90. En 1979 el Ayuntamiento acometió una restauración y reabrió el inmueble como pescadería. En 1994 lo rehabilitó de nuevo y lo convirtió en sala municipal de exposiciones, función que mantiene hasta hoy.

Siglo XXI. El Consistorio ha seguido cuidando el edificio con reparaciones en paramentos y cubiertas, y mantiene una programación estable de arte contemporáneo. En los últimos años la sala ha acogido muestras de creadores andaluces y nacionales.

Anécdotas que cuentan la ciudad

  • La calle se llamó de las Berzas. A mediados del XVIII ya tenía puestos de pan y verduras con fábrica de piedra y solería; de ahí el bullicio continuo que tanto preocupaba al corregidor. Hoy ese trazado íntimo sigue guiando la luz hacia el arco de la sala.
  • El incendio de 1794 encendió también la mecha de las reformas. Cinco años después, la Pescadería nueva se levantó con criterios de higiene y orden, una verdadera obra “ilustrada” a escala local.

La Pescadería Vieja hoy

La sala funciona como equipamiento cultural municipal. Abre exposiciones temporales, presenta proyectos de artistas emergentes y sirve de puente entre la memoria de los abastos y la creación actual. La encontrarás en calle Pozuelo, s/n, a un paso del Arenal. Si te detienes bajo su arco, imagina el pregón de los pescaderos… y entra: dentro te espera otra marea, la del arte.

pescadería vieja de Jerez de la Frontera
pescadería vieja de Jerez de la Frontera
fachada lateral del antíguo mercado
fachada lateral del antíguo mercado

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