Rancho Linares, ubicado al norte de El Puerto de Santa María, es un enclave natural de incalculable valor ecológico e histórico que es objeto de intensos debates y movilizaciones ciudadanas en los últimos años. Este espacio alberga una diversidad biológica excepcional, convirtiéndolo en uno de los bosques más ricos en biodiversidad del municipio.
Un tesoro natural en peligro
Rancho Linares no es solo un espacio verde en el norte de El Puerto de Santa María; es un auténtico santuario ecológico que representa uno de los últimos vestigios del bosque mediterráneo costero que antaño cubría buena parte de la Bahía de Cádiz. Este enclave, de aproximadamente 24 hectáreas, constituye un mosaico de hábitats singulares que albergan una gran biodiversidad, siendo uno de los pulmones verdes más valiosos del término municipal.
Valor ecológico
Su importancia ecológica se basa, en primer lugar, en la riqueza de sus ecosistemas. El territorio está dominado por un pinar adulto bien conservado, entremezclado con formaciones de acebuches, lentiscos, retamas, jaras y un estrato herbáceo variado. La combinación de estas formaciones vegetales propicia la existencia de dos Hábitats de Interés Comunitario (HICs), reconocidos en la Directiva Hábitats 92/43/CEE de la Unión Europea: los matorrales termomediterráneos y las arbustedas termófilas del Asparago-Rhamnion, ambos muy representativos del suroeste ibérico y escasos en áreas urbanizadas como El Puerto.
Especies vegetales
A nivel botánico, Rancho Linares acoge más de 200 especies vegetales distintas, incluyendo varias especies protegidas y otras de interés biogeográfico por encontrarse en el límite de su distribución. Especies como el palmito (Chamaerops humilis), el espino negro (Rhamnus lycioides) o el tomillo blanco (Thymus mastichina) son ejemplo de la singularidad florística de este entorno. Muchas de estas especies cumplen funciones ecosistémicas esenciales, como la fijación del suelo, la captación de carbono o el mantenimiento del ciclo hidrológico local.
Fauna
La fauna, por su parte, también encuentra refugio en este entorno. Aves insectívoras como el carbonero común, el herrerillo capuchino y el petirrojo residen todo el año entre el arbolado. A esto se suma el paso estacional de especies migratorias que utilizan Rancho Linares como escala en sus rutas entre Europa y África. No faltan reptiles como la lagartija colilarga o la culebra bastarda, ni pequeños mamíferos como erizos, lirones y conejos, que mantienen viva la cadena trófica y dan testimonio del equilibrio ecológico del enclave.
Patrimonio histórico olvidado
El entorno de Rancho Linares no solo destaca por su indiscutible valor ecológico. También guarda entre sus límites un patrimonio histórico de gran relevancia que, lamentablemente, ha permanecido durante años relegado a un segundo plano, ignorado por muchas de las decisiones urbanísticas que se han tomado en las últimas décadas. Este espacio ha sido testimonio de una historia ligada a la ingeniería hidráulica, la agricultura tradicional y el desarrollo urbano de El Puerto de Santa María desde épocas remotas.
Uno de los elementos más representativos y valiosos que se conserva dentro del área de Rancho Linares es el Acueducto de La Piedad, una infraestructura del siglo XVIII que formaba parte del sistema de abastecimiento de agua de la ciudad. Construido bajo la tutela de los monjes mínimos del Convento de la Victoria, este acueducto canalizaba el agua desde los manantiales de la zona norte hasta los conventos, fuentes públicas y edificios del centro urbano portuense. En su momento fue una solución técnica avanzada, ejecutada con materiales nobles como sillares de piedra y ladrillo macizo, y supuso una obra civil de enorme importancia para el desarrollo urbano e higiénico de la ciudad durante los siglos XVIII y XIX.
Tramos del acueducto que aún sobreviven en el Rancho linares
Actualmente, varios tramos del acueducto aún permanecen visibles en el entorno de Rancho Linares, aunque algunos presentan signos evidentes de deterioro o han quedado sepultados por la vegetación o por movimientos de tierra sin control. A pesar de su importancia, la protección patrimonial efectiva que se le otorga es limitada, y el riesgo de pérdida aumenta ante proyectos de urbanización que contemplan, según denuncian colectivos ecologistas, su posible desmonte parcial o alteración.
Este tipo de patrimonio industrial e hidráulico tiene un valor que va más allá de lo arquitectónico. Es también una ventana a la vida cotidiana de siglos pasados: cómo se gestionaba el agua, qué papel tenía en la organización social y urbana, y cómo se relacionaban los habitantes con el entorno natural. Además, forma parte del llamado paisaje cultural, una categoría patrimonial cada vez más reconocida que integra el valor ambiental y el legado humano como un todo indisociable.
Un enclave con historia
En este sentido, Rancho Linares se presenta como un enclave donde la historia y la naturaleza coexisten de forma armoniosa. Además del acueducto, existen evidencias arqueológicas y etnográficas en la zona que dan fe de usos agrarios tradicionales, como antiguas acequias, pozos, muros de mampostería seca o senderos de tránsito ganadero. Muchos de estos elementos no se inventariaron correctamente ni estudiados en profundidad, lo que agrava el riesgo de que desaparezcan sin dejar rastro.
Controversia urbanística y movilización ciudadana
En 2008, se inició una modificación puntual del PGOU de 1992 que reclasificó los terrenos de Rancho Linares de suelo forestal destinado a parque público a suelo residencial, permitiendo la construcción de 1.200 viviendas. Esta decisión se criticó ampliamente por colectivos ecologistas y ciudadanos, quienes argumentan que la modificación no se sometió a la preceptiva Evaluación Ambiental Estratégica (EAE), requisito legal según la Directiva Europea 2001/42/CE .
Ecologistas en Acción ha presentado múltiples alegaciones y recursos contra el proyecto, señalando irregularidades en su tramitación y la existencia de alternativas viables para la construcción de viviendas en otras zonas del municipio, como La Florida o Las Marías, que permitirían edificar más de 5.000 viviendas sin afectar áreas de alto valor ecológico.
La necesidad de una protección integral
La situación actual de Rancho Linares pone de manifiesto la urgente necesidad de una protección integral de este espacio. La conservación de su biodiversidad y patrimonio histórico no solo es fundamental para el equilibrio ecológico de la región, sino que también representa un legado cultural invaluable para las generaciones futuras.
Es imperativo que las autoridades locales y autonómicas reconsideren las decisiones urbanísticas que amenazan este enclave y promuevan su integración en la red de espacios naturales protegidos. La ciudadanía ha demostrado un compromiso firme con la defensa de Rancho Linares, organizando cadenas humanas, jornadas de limpieza y actividades de sensibilización para visibilizar su importancia y exigir su conservación .












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