A menudo caminamos por nuestra ciudad con la mirada fija en el suelo o en el teléfono. Nos perdemos los detalles. Ignoramos la historia que se dibuja sobre nuestras cabezas. En El Puerto de Santa María, sin embargo, el verdadero patrimonio exige levantar la vista. Si te detienes en la calle Cielo, descubrirás un edificio que resume siglos de comercio, tradición y sabor: la historia de el vigía del cacao, la torre mirador que corona la mítica casa de Destilerías Pico.
La huella de los cargadores a Indias
La imagen que encabeza este texto no muestra una cúpula cualquiera. Esa estructura octogonal corona la sede de las Destilerías Pico. Arquitectónicamente, pertenece a una clásica Casa de Cargadores a Indias.
Estos palacios mercantiles definen la identidad portuense. Sus dueños construían torres vigía con un propósito claro: observar la Bahía de Cádiz. Desde esas alturas, los comerciantes escrutaban el horizonte en busca de las velas de sus barcos. Necesitaban saber cuándo llegaban sus mercancías del Nuevo Mundo. Esta torre, como vigía del Cacao, en la calle Cielo permanece como testigo mudo de aquella época dorada.
Más que una fábrica: El número 24: el vígía del Cacao
El conjunto arquitectónico ocupa varios números, pero funciona como una unidad histórica. La esquina del número 22 atrae las miradas por su famoso mosaico publicitario de azulejos y la entrada a la destilería. No obstante, el corazón del edificio late unos metros más allá.
Fíjate en el número 24. Esta entrada representa la esencia de la Casa Palacio. Históricamente, estas construcciones integraban la vida familiar y el negocio bajo el mismo techo. El número 24 corresponde a la zona residencial, el cuerpo principal de la vivienda. Desde 1952, la familia Merello custodia este legado. Ellos han mantenido viva la producción artesanal del licor de cacao y, al mismo tiempo, han conservado la majestuosidad de la casa que habitan.
Un patrimonio vivo
Pocos lugares logran una simbiosis tan perfecta. La piedra ostionera de los muros protege tanto el hogar como las barricas. El aroma dulce del Cacao Pico impregna la calle y sirve de guía al visitante.
La próxima vez que pases por allí, haz una pausa. Busca la torre en el cielo azul. Imagina a los antiguos cargadores esperando sus flotas. Este rincón de El Puerto no es solo una fábrica ni una simple casa; es un monumento a la perseverancia y a la historia viva de la ciudad.

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