el alma oculta de El Puerto
el alma oculta de El Puerto

El Puerto de Santa María es una ciudad con alma marinera. Su historia se escribe sobre el agua, el comercio y el constante fluir del río Guadalete. Paseamos por la Avenida de la Bajamar. Disfrutamos de la brisa. Observamos los barcos. De repente, una estructura detiene nuestros pasos: un muro de piedra en una excavación.

Son los restos del Cantil del Muelle y Escaleras de la Bajamar. Este hallazgo arqueológico no es solo piedra antigua. Representa un portal directo a la época dorada de la ciudad. El muelle funcionó como el principal acceso portuario durante siglos. Conectó a El Puerto con el resto del mundo. Viajeros y mercancías desembarcaban justo aquí. Este lugar fue la puerta de entrada a la ciudad desde Cádiz. Imaginar el bullicio de aquel momento nos transporta en el tiempo. Las obras de remodelación de la Avenida sacaron a la luz esta joya. Hoy, está conservada in situ. Su presencia nos recuerda: la historia de El Puerto se esconde justo bajo nuestros pies.

Del Puerto de Menesteo a la ciudad de cargadores

La importancia de este muelle se entiende mejor conociendo el contexto histórico. La ubicación de El Puerto de Santa María es estratégica. Diferentes civilizaciones la eligieron. La leyenda atribuye su fundación a Menesteo, un caudillo ateniense. Después de la Guerra de Troya, fundó el Puerto de Menesteo. Más tarde, los romanos establecieron aquí Portus Gaditanus. Lo convirtieron en una aduana crucial en Hispania. Los musulmanes la llamaron Alcanatif. Finalmente, Alfonso X el Sabio la conquistó en 1260. La renombró Santa María del Puerto. La ciudad se consolidó como un punto clave.

Durante los siglos posteriores, El Puerto experimentó un gran crecimiento. Se convirtió en residencia de numerosos Cargadores a Indias. Estos comerciantes gestionaban el crucial negocio americano. El muelle, que hoy vemos en la Bajamar, fue testigo de esta efervescencia. Barcos llegaban y partían constantemente. Traían riqueza. Llevaban mercancías. Este antiguo cantil no es una ruina. Es la base sólida de una ciudad mercantil. La estructura de piedra ostionera resistió el paso de los siglos. Nos cuenta una historia de comercio y poder. Aún podemos visualizar las antiguas embarcaciones atracadas. La Bajamar fue el corazón económico de la urbe.

La revelación de la piedra: descubrimiento y datación

El hallazgo del muelle de la Bajamar fue relativamente reciente. Ocurrió durante las obras de acondicionamiento de la avenida. Al excavar, aparecieron los sillares de piedra. Se trataba de la antigua línea de atraque. Su descubrimiento generó gran interés. El cantil se encuentra varios metros tierra adentro. Esto demuestra la evolución de la desembocadura del Guadalete. El río ha modificado su curso con el tiempo. Los investigadores datan la estructura visible. Apuntan a los siglos XVII o XVIII. Es el muelle más antiguo del que tenemos restos tan claros.

La evidencia más fascinante es la escalera de piedra. Muestra un punto de acceso directo al río. Los marineros y mercaderes subían y bajaban por ella. Las fuentes oficiales confirman la importancia del lugar. Cerca de allí, en 1735, se construyó la famosa Fuente de las Galeras. Esta fuente surtía de agua a las flotas antes de zarpar. Existía una conexión vital entre el muelle, la fuente y el mar. El muelle de la Bajamar fue una infraestructura esencial. Facilitó la vida portuaria. Ahora, una valla moderna lo protege. Sirve como cápsula del tiempo. Preservamos un fragmento de la vida cotidiana del puerto antiguo.

Contrastes y legado: de la historia al presente

El muelle de la Bajamar forma un contraste impactante con su entorno actual. El antiguo cantil de piedra se sitúa frente al moderno paseo. La historia y el presente conviven. La Avenida de la Bajamar es hoy un lugar de ocio. Antes fue una intensa zona de trabajo. Fue el epicentro de la actividad pesquera. También fue la vía principal para los populares coches de caballos de la época veraniega. Estos llevaban a los veraneantes a la playa de La Puntilla. Los restos arqueológicos nos recuerdan el origen marítimo. La vida se articulaba en torno al río.

El legado de este muelle es inmenso. No es solo un conjunto de piedras. Es la materialización de la conexión de El Puerto con el Atlántico. Es un testimonio de su vocación marinera. El Puerto de Santa María hoy mantiene viva su identidad. Lo hace a través de su gastronomía y sus tradiciones. El cantil de la Bajamar es un valioso activo patrimonial. Nos invita a reflexionar. Debemos proteger nuestro pasado. La historia de esta ciudad merece ser contada. La próxima vez que pasees por la Bajamar, detente. Observa la escalera. Siente el peso de la historia bajo tus pies.

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