Este cementerio se encuentra en la parte alta de la localidad gaditana, ocupando la que en otra época fue la Iglesia del Salvador, quemada en 1722 durante la invasión de las tropas napoleónicas en la península.
Las ruinas de este templo se constituyen en abrigo para sepulturas, distribuyéndose los niños y algunas tumbas en el lugar que ocuparían altares, bancos o rejas, resultando un conjunto de gran interés que sigue conservando el carácter sagrado del lugar.
Las ruinas de esta iglesia aún cumplen funciones de camposanto, conformando uno de los cementerios más peculiares de los que tengo conocimiento. A decir de muchos, en esta pequeña localidad gaditana de apenas 500 habitantes se encuentra uno de los cementerios más bonitos de toda España. Algo que, sin duda, debería ser conocido y visitado por quienes gustan por esos lugares peculiares.
Fue en 1809 cuando los habitantes de Villaluenga decidieron utilizar el terreno que ocupaba el templo para otros menesteres. No en vano, fue por esta época cuando se realizó el primer enterramiento. Progresivamente, las tumbas y los nichos fueron ocupando todos los rincones del espacio sagrado hasta llegar al aspecto que conocemos hoy en día.
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