Si alguna vez has soñado con un rincón donde el agua, la historia y la naturaleza se entrelazan de forma mágica, El paraje de las Chorreras, en Valdepeñas de Jaén, es ese lugar. Este paraje no es solo una de las rutas de senderismo más emblemáticas de la provincia de Jaén, sino un testimonio vivo de cómo el agua ha sido el motor de vida y cultura de esta región a lo largo de los siglos.
Un paseo entre cascadas y leyendas
La aventura comienza en un puente sobre el río Vadillo, donde arranca la Ruta de Las Chorreras, un recorrido de apenas un kilómetro que es puro deleite para los sentidos. Nogales, higueras, álamos y almendros crean un corredor natural que invita a caminar al ritmo del murmullo del agua. Los amantes de la botánica podrán maravillarse con la vegetación autóctona, mientras que los más curiosos descubrirán cómo esta riqueza natural ha moldeado la vida en Valdepeñas durante generaciones.
Entre los puntos más destacados del camino se encuentra el histórico Molino de Santa Ana, un molino harinero que sigue en funcionamiento desde el siglo XVI. Aquí, el agua no solo mueve las piedras de moler, sino también las historias de los valdepeñeros. Serafín Parra, guardián actual del molino, relata con pasión cómo sus antepasados y la comunidad han vivido gracias a este recurso inagotable, que fluye con generosidad desde tiempos árabes.
El agua como eje de la vida
Hablar de Valdepeñas de Jaén es hablar del agua como un bien preciado, pero nunca escaso. Desde los pozos de nieve del siglo XVII, que servían para transportar hielo hasta Córdoba en mulas, hasta los cultivos de regadío que rodean el paraje, todo en esta tierra respira frescura. Antiguamente, los pozos eran clave para las clases altas de Córdoba, que utilizaban el hielo con fines medicinales o para fabricar helados. Hoy, el agua sigue siendo la protagonista, no solo como recurso, sino como parte del alma de este pueblo.
El Parque del Chorrillo y su Fuente del Estanquillo son otro testimonio de esta conexión. Este lugar, donde antes se alzaba otro molino hoy desaparecido, es perfecto para una pausa y una reflexión sobre cómo la naturaleza y la humanidad pueden convivir en armonía.
Recuerdos de infancia y legado cultural
Para los valdepeñeros como Serafín y Juan Infante, cronista oficial del pueblo, Las Chorreras no son solo un paisaje. Son un cúmulo de recuerdos de infancia: baños en las pozas, juegos con las lianas y aventuras al pie de las cascadas. Sus ojos brillan al rememorar esos días de verano donde la naturaleza era su mejor aliada.
Además, este paraje es un testimonio del pasado industrial de la región. Durante siglos, los molinos fueron tan importantes como la iglesia o el ayuntamiento. Alimentaban al pueblo y daban sustento a familias enteras. Hoy, el Molino de Santa Ana sigue en pie como un símbolo de resistencia y como un museo vivo de la relación de Valdepeñas con el agua.
Un refugio para el alma
En verano, Las Chorreras ofrecen un oasis fresco, con temperaturas que pueden ser hasta ocho grados más bajas que en Jaén capital. Pero más allá del alivio del calor, este lugar es un refugio para el alma. Aquí, el tiempo parece detenerse entre el sonido del agua, la sombra de los árboles y la calidez de las historias que tejen los habitantes locales.
Si buscas desconectar, reconectar con la naturaleza o simplemente dejarte sorprender por un paisaje lleno de historia, Las Chorreras son una visita obligada. Valdepeñas de Jaén te espera con los brazos abiertos y una ruta que no solo caminarás con los pies, sino también con el corazón.
¡Prepara tus botas y déjate llevar por el murmullo del río Vadillo y el encanto de este paraje único!.
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