torre de gibalbin
torre de gibalbin

El Castillo de Gibalbín, también conocido como Torre de Gibalbín, emerge casi fantasma desde la cumbre de la sierra que lleva su nombre. Hoy solo una torre en pie recuerda su importancia en siglos pasados. En mi recorrido por su historia, desvelo el valor patrimonial que permanece en ruinas.

Un enclave con ecos prehistóricos y romanos

La sierra de Gibalbín acusa huellas de asentamientos paleolíticos, con evidencias de tumbas decoradas, cerámica y utensilios. Además, se hallan restos de cuatro villas romanas cercanas: Romanina Alta, Haza de la Torre, Fuente Salud y La Isleta. Los romanos aprovechaban la altura para vigilar comunicaciones entre Cádiz y Sevilla, lo que avala el valor estratégico ancestral de este monte.

Época musulmana: torre de vigilancia almohade

En época andalusí, los árabes llamaron al lugar “Gibralbir” —posiblemente ‘montaña del pozo o del agua’— indicando su posición privilegiada. En el siglo XII o XIII, reconstruyeron una fortificación defensiva con tapial y sillares, vinculada al sistema defensivo almohade. Desde allí lanzaban señales de humo o fuego a otras torres cercanas, alertando sobre incursiones de los benimerines en 1274‑1284.

Reconquista cristiana y morada de la Casa de Arcos

La torre cayó bajo dominio cristiano al final del siglo XIII. En el XV, reforzaron el recinto, utilizando materiales romanos y antiguos restos almohades. Durante ese siglo, la construyeron de planta cuadrangular, 20×30 m, como torre‑castillo. Pasó a manos de la noble Casa de Arcos, una de las grandes familias del reino, lo que refleja su importancia como fortaleza señorial .

Abandono progresivo y estado actual de la torre de gibalbín

Tras perder su función militar, el recinto empezó a decaer desde el siglo XVIII. Hoy solo permanece una torre agrietada, marcada por un desgaste acelerado que advierte caída total si no se actúa . Hispania Nostra la incorporó a su “Lista Roja” por su estado crítico.

La torre se alza, dividida por una profunda grieta vertical. Combina sillares romanos labrados y mampostería imprecisa del tapial almohade. Rodean rastros de un recinto fortificado de tapial. La puerta principal se situaba al sur.

Función estratégica interior

La torre no era única, sino parte de una red de atalayas que vigilaban rutas y se comunicaban visualmente. Desde aquí se divisaban el río Guadalquivir, la sierra del Pinar, la del Algibe y ambos puertos: Sevilla y Cádiz. Recorridos como rutas BTT actuales resaltan las magníficas vistas y la relevancia del monte .

Moradores de la torre de gibalbín

Aunque no existe lista detallada de sus guardias, el patrimonio indica que vivieron en ella comando militar musulmán y, tras la reconquista, señores y soldados de la Casa de Arcos. En época cristiana, la Orden de Santiago pudo supervisar su paso temporalmente. En siglos posteriores, nadie habitó la torre; su uso se restringió a vigilancia ocasional y de granja.

Un baluarte en riesgo

Gibalbín encarna siglos de historia jerezana. Nació como torre almohade, se convirtió en atalaya cristiana, torre señorial y hoy yace abandonado. Conserva las huellas romanas, árabes y medievales que lo convirtieron en pieza estratégica en esta frontera interior.

Este patrimonio merece atención urgente. Sin consolidación, acabaremos perdiéndolo. La torre se alza silente. Ella todavía vigila los llanos. Su gravedad histórica exige un compromiso real: mantener ese centinela vivo para las generaciones futuras.

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