En el corazón de Jaén, entre los ecos de su rica historia, se alza el Arco de San Lorenzo, un vestigio que nos transporta a los siglos XIII y XIV, cuando este lugar albergaba una iglesia dedicada al santo que le da nombre. Hoy, lo que queda es una pequeña capilla, pero su interior guarda auténticos tesoros: artesonados y azulejos moriscos que narran la confluencia de culturas que han modelado esta región.
Eventos que acontecieron en este rincón de Jaén
Este lugar fue, en su época de esplendor, una de las iglesias más importantes de Jaén. Allí se custodió un valioso patrimonio artístico que, con el tiempo, fue trasladado a la Iglesia de la Merced, donde aún se conserva. Más allá de su relevancia artística, el templo también fue testigo de acontecimientos históricos de gran calado. Uno de los más destacados ocurrió en 1312, cuando se velaron los restos del rey Fernando IV, conocido como «El Emplazado». Este hecho dejó una huella imborrable en la memoria de la ciudad, ya que durante siglos se realizó un responso en su honor con motivo del fallecimiento de los obispos de Jaén.
Otro evento que marcó la historia de este templo fue el bautizo de Maximiliano de Austria, tío del rey Carlos I, un detalle que habla de la relevancia que tuvo este espacio en la vida religiosa y social de la época. Además, en su interior descansan los restos de Juan de Olid, secretario del condestable Miguel Pérez de Iranzo, una figura clave en la historia local.
Sin embargo, el tiempo y las inclemencias hicieron mella en la estructura. En 1825, la iglesia sucumbió al deterioro, dejando en pie únicamente el emblemático Arco. En ese momento, la parroquia y los archivos fueron trasladados a la cercana Iglesia de San Bartolomé. Lo que quedaba del templo estuvo a punto de desaparecer, pero la voluntad del pueblo jiennense logró preservarlo. En 1877, los restos fueron declarados Monumento Nacional, un reconocimiento que evitó su demolición y aseguró su supervivencia como un testimonio de la historia de Jaén.
En Arco de San Lorenzo en la actualidad
Ya en el siglo XX, en 1969, se llevaron a cabo labores de rehabilitación del Arco, dirigidas por el arquitecto Luis Berges, quien devolvió la dignidad a este fragmento de un pasado glorioso.
Hoy, caminar bajo el Arco de San Lorenzo es mucho más que un simple paseo: es un viaje a través de los siglos, un recordatorio de las historias, los personajes y las culturas que dieron forma a esta ciudad. Visitar este lugar es una experiencia que conecta el presente con un pasado vibrante, lleno de matices y momentos memorables. Si alguna vez te encuentras en Jaén, no dejes de detenerte aquí y dejarte envolver por la magia de su historia.









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