Hermandad del Resucitado de Martos
Hermandad del Resucitado de Martos

La Cofradía de Jesús Resucitado y María Santísima de la Esperanza de Martos es una de las hermandades más jóvenes y, al mismo tiempo, más significativas de la Semana Santa marteña. Su historia, marcada por la renovación y la devoción, refleja el espíritu de una comunidad que celebra con fervor el triunfo de la vida sobre la muerte.​

Origen y fundación de la hermandad de Jesús Resucitado

Fundada en 1957, la cofradía nació con el propósito de dar cierre a la Semana Santa de Martos con la celebración del Domingo de Resurrección. Ese mismo año, la imagen de Jesús Resucitado realizó su primera salida procesional, mientras que la Virgen de la Esperanza se incorporó en 1960. Desde entonces, la hermandad ha sido un símbolo de esperanza y renovación para los fieles marteños.​

I. Un nacimiento necesario: el origen de la hermandad (1957)

La Cofradía de Jesús Resucitado y María Santísima de la Esperanza nació en Martos en 1957, en un contexto de renovación de la Semana Santa local. Hasta ese momento, la Pascua de Resurrección no contaba con una procesión específica que celebrara el misterio culminante de la fe cristiana: la Resurrección de Cristo. La Semana Santa marteña, rica en pasos de Pasión, Muerte y Dolor, carecía del broche de oro litúrgico que representa el triunfo sobre la muerte.

Fue entonces cuando un grupo de fieles comprometidos con la vida religiosa de la ciudad decidió fundar una nueva hermandad que viniera a suplir esa ausencia. El objetivo era claro: ofrecer al pueblo de Martos la alegría de un Cristo glorioso, vencedor del sepulcro, y de una Virgen que simbolizara la Esperanza cristiana.

Entre los impulsores destacan varios laicos muy activos en la vida parroquial de San Amador y Santa Ana, así como miembros cercanos a otras cofradías de la ciudad que vieron la necesidad de completar el ciclo litúrgico con una celebración luminosa. Esta hermandad, desde su concepción, se pensó con un espíritu alegre, juvenil y esperanzador, distinto del tono sobrio de los días anteriores de la Semana Santa.

La primera salida procesional tuvo lugar ese mismo año, 1957, con una imagen de Jesús Resucitado que, aunque modesta en sus comienzos, fue acogida con entusiasmo por la ciudadanía, marcando el inicio de una historia de fe y devoción que no ha hecho más que crecer.

II. Impulsores clave y primeros pasos institucionales

La hermandad no fue solo fruto de la devoción popular, sino también del impulso de figuras concretas que dejaron una huella imborrable en su consolidación. Uno de los primeros y más destacados impulsores fue D. José Martínez Padilla, párroco de San Amador en aquellos años, quien apoyó decididamente la idea desde el ámbito eclesial. Su respaldo fue crucial para que la iniciativa se formalizara y pudiera integrarse en la vida litúrgica oficial de la parroquia.

Junto a él, un pequeño grupo de jóvenes cofrades y devotos marteños, entre los que se encontraban nombres como Juan Luis Cano, Antonio Carmona, y Pedro Aguilera, formaron la primera junta fundacional. Estos hombres no solo trabajaron en la organización interna de la hermandad, sino que también se encargaron de recaudar fondos, buscar artistas para las imágenes y preparar los primeros elementos procesionales, todo con recursos humildes pero con una fe inquebrantable.

En sus primeros años, la cofradía tuvo que enfrentarse a desafíos importantes: la falta de patrimonio, la escasa experiencia organizativa y la dificultad de encajar en un panorama cofrade ya consolidado. Aun así, el entusiasmo de sus fundadores y la respuesta del pueblo de Martos sirvieron de motor para que la hermandad se afianzara en el calendario de la Semana Santa.

La incorporación de María Santísima de la Esperanza en 1960 supuso un hito fundamental, reforzando el carácter mariano de la cofradía y su dimensión emocional. Desde entonces, la hermandad ha crecido en número de hermanos, en riqueza patrimonial y en compromiso social y espiritual.

La imagen de Jesús Resucitado

La actual imagen de Jesús Resucitado que recorre las calles de Martos cada Domingo de Resurrección es una obra de extraordinaria calidad artística y profunda carga espiritual. Fue encargada en el año 2004 a uno de los escultores más reconocidos del panorama cofrade andaluz contemporáneo: Francisco Romero Zafra, natural de Córdoba. Este imaginero es célebre por su sensibilidad escultórica, su dominio del modelado y, sobre todo, por su capacidad de dotar a sus obras de una espiritualidad viva, que conecta de inmediato con el fiel.

Decisión de renovar la imagen de Jesús Resucitado

La cofradía marteña, tras décadas procesionando con una imagen de Jesús Resucitado más modesta, decidió dar un paso adelante y renovar su imagen titular para dignificar aún más su estación de gloria. El proyecto nació del deseo de reflejar no solo la Resurrección como hecho glorioso, sino como un momento profundamente humano y lleno de ternura. Por ello, el encargo a Romero Zafra no fue casual: su estilo se ajustaba perfectamente a la sensibilidad de la hermandad.

La imagen representa a Cristo en el instante posterior a su victoria sobre la muerte, no en actitud triunfalista, sino en una escena íntima y llena de simbolismo: Jesús se presenta ante María Magdalena, quien se arrodilla a sus pies, en una composición que rompe con el estereotipo del Resucitado rígido y solemne. Aquí vemos a un Cristo cercano, que muestra sus llagas como signos de vida, no de muerte, y que acoge con misericordia a quien le busca.

La talla está realizada en madera de cedro real, policromada al óleo con suaves veladuras que realzan la luminosidad de la Resurrección. Destaca el exquisito tratamiento de los pliegues de la túnica blanca, símbolo de pureza y redención, así como el rostro sereno y majestuoso de Cristo, que transmite paz y esperanza.

Bendición de la actual imagen de Jesús Resucitado

La imagen fue bendecida solemnemente en 2004 en la Parroquia de San Amador y Santa Ana, en una ceremonia muy emotiva para los hermanos y devotos. Ese mismo año, hizo su debut procesional en la Semana Santa marteña, convirtiéndose en uno de los momentos más esperados del calendario cofrade local. Su primera salida, luminosa y llena de alegría, marcó un antes y un después en la historia reciente de la hermandad.

Desde entonces, Jesús Resucitado de Romero Zafra ha sido objeto de una creciente devoción en la ciudad, especialmente entre los más jóvenes, que encuentran en su mirada y gesto una imagen de esperanza profundamente cercana. Además, su calidad artística ha sido reconocida más allá del ámbito local, siendo considerada una de las mejores representaciones contemporáneas del Resucitado en la provincia de Jaén.

La inclusión de esta imagen en el patrimonio de la hermandad no solo ha supuesto una renovación estética, sino también espiritual. Su presencia ha revitalizado el Domingo de Resurrección marteño, convirtiéndolo en una auténtica fiesta de fe, luz y alegría que cierra con fuerza el ciclo pasionista de la Semana Santa.

María Santísima de la Esperanza

La incorporación de María Santísima de la Esperanza a la cofradía fue un paso fundamental para consolidar el carácter completo y devocional del cortejo del Domingo de Resurrección. Su llegada tuvo lugar en el año 1960, tan solo tres años después de la fundación de la hermandad. Desde el principio, se pensó que Jesús Resucitado debía ir acompañado por la figura de su Madre, no en el dolor del Calvario, sino en la esperanza renovada de la Pascua.

La imagen fue adquirida en los talleres de Olot (Gerona), muy conocidos en aquella época por su producción de imágenes religiosas en serie, realizadas en pasta de madera con acabados policromados. Aunque modesta en materiales, la imagen posee una belleza clásica y serena que ha enamorado a generaciones de marteños. Su rostro transmite una mezcla de dulzura, templanza y esperanza, alejándose del dramatismo habitual en las dolorosas andaluzas.

Simbolismo y papel dentro de la hermandad

María Santísima de la Esperanza representa mucho más que un acompañamiento procesional. Su presencia en el Domingo de Resurrección cobra un fuerte sentido teológico: simboliza la espera confiada y firme de la Madre que, incluso en los momentos más oscuros, mantiene la certeza en la victoria de su Hijo.

En el contexto de la hermandad, la Virgen de la Esperanza actúa como referente espiritual y emocional para muchos hermanos. Su figura se ha convertido en un foco de devoción particular, sobre todo entre mujeres y familias jóvenes, que encuentran en su serena mirada un consuelo maternal.

Cada año, se celebran cultos específicos en su honor, como el tradicional besamanos en Cuaresma y el triduo previo a Semana Santa, donde la imagen se engalana con sus mejores galas y se presenta ante los fieles en un entorno íntimo y solemne. Estos actos son especialmente emotivos, pues permiten a los devotos acercarse de manera directa a su Virgen, hablarle, agradecerle o pedirle consuelo en sus dificultades.

Evolución estética y patrimonio vinculado a la imagen

A lo largo de los años, la hermandad ha trabajado con dedicación para dignificar y enriquecer el patrimonio que rodea a María Santísima de la Esperanza. Aunque su origen no es artesanal como el de otras dolorosas andaluzas, ha ido adquiriendo una presencia cada vez más cuidada gracias al esfuerzo de sus camareras y vestidores.

La Virgen luce una iconografía mariana tradicional, con túnicas en terciopelo verde, color simbólico de la esperanza, y mantos bordados que varían según el ciclo litúrgico. El ajuar ha ido creciendo gracias a donaciones y a la implicación activa de los hermanos, que han contribuido con joyas, rosarios y broches cargados de simbolismo familiar.

Su trono procesional, sencillo pero elegante, es una canastilla de orfebrería sobria, acorde al estilo visual de la imagen. Los detalles florales y el acompañamiento musical aportan el contrapunto delicado y mariano al cortejo glorioso del Resucitado. Todo ello convierte su salida en un momento lleno de ternura y recogimiento dentro de la jornada festiva del Domingo de Pascua.

Patrimonio de la hermandad de Jesús Resucitado

El patrimonio de la Hermandad de Jesús Resucitado y María Santísima de la Esperanza es, sin lugar a dudas, el reflejo de más de seis décadas de fe, dedicación y constancia. A lo largo de los años, el esfuerzo colectivo de sus hermanos ha ido conformando un legado material y espiritual que trasciende lo meramente artístico. Cada pieza, cada bordado, cada insignia o trono cuenta una historia de devoción popular y de compromiso con la tradición cofrade marteña.

Aunque la cofradía nació con escasos recursos, sus primeras adquisiciones, modestas pero funcionales, permitieron sentar las bases de un patrimonio que no ha dejado de crecer. Hoy, la hermandad se siente orgullosa de poder presentar un cortejo digno, equilibrado y con personalidad propia dentro del rico y competitivo panorama de la Semana Santa de Martos.

Trono de Jesús Resucitado: un paso de luz y gloria

Uno de los elementos más destacados del patrimonio es, sin duda, el trono de Jesús Resucitado. Fue estrenado en el año 2004, coincidiendo con la incorporación de la nueva imagen titular, y constituye una auténtica joya de la orfebrería cofrade moderna.

Realizado en cobre con baño de oro, este paso combina elegancia y simbolismo. Su canastilla está enriquecida con capillas esculpidas por Joaquín Marchal Orpez, que representan escenas evangélicas como la aparición de Cristo a María Magdalena, el descenso a los infiernos o el sepulcro vacío. Estas escenas no solo adornan, sino que evangelizan: permiten al espectador revivir los momentos fundamentales de la Pascua.

El conjunto se completa con medallones, cartelas y cuatro potentes candelabros de siete brazos, coronados con tulipas y campanillas, que otorgan al paso una presencia luminosa e imponente durante la procesión. Sin perder su identidad gloriosa, el trono conserva una sobriedad que respeta el gusto cofrade marteño.

Paso de la Virgen: sencillez mariana y elegancia sobria

El trono de María Santísima de la Esperanza destaca por su canastilla de orfebrería en tonos plateados, de líneas suaves y sin ostentaciones. Su estética responde a la personalidad de la imagen: maternal, cercana, sin alardes, pero profundamente conmovedora. La combinación de flores blancas o en tonos pastel, según el año, realza aún más su dulzura y serenidad.

Pese a la sobriedad del conjunto, cada año el paso luce con especial mimo. La cuidada elección de flores, la colocación de velas y detalles como los faldones bordados o los varales armonizan para ofrecer una estampa recogida, mariana y profundamente devocional, que enamora a quien la contempla.

Estandartes, insignias y elementos procesionales

Otro apartado fundamental del patrimonio son los estandartes, bacalaos e insignias, que completan el cortejo y refuerzan la identidad visual de la hermandad. Destacan el estandarte del Resucitado, bordado en oro sobre terciopelo blanco, con una bellísima pintura central que representa a Cristo resucitado. El bacalao corporativo, con las iniciales de los titulares en oro fino, es otra pieza emblemática que preside los actos oficiales.

Entre los elementos menores pero cargados de simbolismo, sobresalen el guion mariano, con el ancla como símbolo teológico de la esperanza, así como los faroles, varas de mando y cruces parroquiales que se utilizan en procesiones y cultos.

Todo este conjunto ha sido enriquecido a lo largo de los años mediante donaciones de hermanos, campañas de recogida de fondos y encargos a talleres andaluces especializados. Más allá del valor económico, lo que lo convierte en patrimonio vivo es la historia comunitaria que hay detrás de cada objeto.

Vestimenta y ajuar litúrgico

No puede dejarse de mencionar el cuidado ajuar de ambas imágenes. Jesús Resucitado viste túnicas blancas o marfil, confeccionadas en lino o seda, que varían según el año y el estilo de la procesión. En ocasiones especiales, luce una túnica bordada artesanalmente que se reserva para actos de culto más solemnes.

Por su parte, la Virgen cuenta con un ajuar más extenso, fruto del amor y generosidad de sus camareras. Túnicas verdes, mantos en brocado, tocas de encaje antiguo, joyas con alto valor sentimental (rosarios de madre, cruces personales, medallas de familiares fallecidos) componen un conjunto íntimo y emotivo que se renueva y amplía cada año.

Actividades a lo largo del año

Además de su participación en la Semana Santa, la hermandad organiza diversas actividades religiosas y sociales durante el año. Entre ellas destacan el triduo y besamanos a la Virgen, el besapié del Cristo y la suelta de palomas en la Vigilia Pascual. Estas celebraciones fortalecen la vida comunitaria y la fe de los hermanos y devotos.​

Sede canónica

La Parroquia de San Amador y Santa Ana es la sede canónica de la cofradía. Este templo, de gran relevancia histórica y espiritual en Martos, acoge a los titulares y sirve como punto de encuentro para los fieles. Desde allí, cada Domingo de Resurrección a las 10:15 horas, parte la procesión que recorre las calles de la ciudad, llevando el mensaje de la Resurrección a todos los rincones.​

Galería de imágenes de Jesús Resucitado y María Santísima de la Esperanza

La Cofradía de Jesús Resucitado y María Santísima de la Esperanza representa la culminación de la Semana Santa marteña, ofreciendo a los fieles un mensaje de alegría y renovación. Su historia, imágenes y actividades reflejan el compromiso de una comunidad que vive su fe con intensidad y esperanza.

imagen de Jesús Resucitado
imagen de Jesús Resucitado
María Santísima de la Esperanza de Martos
María Santísima de la Esperanza de Martos

Visitas: 21

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí