Explorar los rincones históricos de Puerto Real es como abrir un libro de historia y sumergirse en sus páginas llenas de relatos fascinantes. Entre sus tesoros arquitectónicos, destaca un edificio como guardián de la bahía gaditana: la torre mirador conocida cariñosamente como «Petit Torre».
Construida entre los años 1722 y 1724 por el mercader genovés Juan Tomás Timón y Ferrari, sobre un terreno que una vez perteneció al convento de San Francisco de Paula, esta joya arquitectónica es un testimonio vivo de la riqueza histórica de la región. Pero su historia no se detiene en su constructor original; pasando por las manos de notables figuras como Tomás Miconi y Cambiasso, quien obtuvo el título de Marqués de Méritos por sus contribuciones comerciales durante el siglo XVIII.
Desde su privilegiada posición, ofrece una vista panorámica impresionante de la bahía gaditana, con especial atención al caño del Trocadero, testigo silente de los movimientos portuarios que marcaron la historia local. Durante el auge del comercio con América, este enclave fue vital, albergando almacenes pertenecientes a algunos de los propietarios de la torre.
Sin embargo, la historia de este edificio no ha sido un camino exento de obstáculos. Durante la ocupación napoleónica de Puerto Real entre 1810 y 1812, el edificio sufrió graves daños, viendo su esplendor amenazado. A pesar de ello, resistió el paso del tiempo, cambiando de propietarios y usos a lo largo del siglo XIX, hasta convertirse en un hogar comunitario donde diversas familias compartían sus días.
Fue en 1867 cuando la torre encontró un nuevo guardián en la figura de José Carlos Gordon y Villaverde, perteneciente a la ilustre familia Gordon, originaria de Escocia y arraigada en la región gracias al próspero negocio del vino. Con su llegada, se inició un nuevo capítulo en su historia, marcado por la preservación de su legado y el respeto por su importancia cultural.
Hoy en día, aún sigue en pie, no solo como un símbolo de la grandeza pasada, sino como un recordatorio de la perseverancia y el valor de aquellos que la han custodiado a lo largo de los siglos. Empero, su declive ya resulta palpable, encontrándose en ruinas el edificio y, si no se acometen la obras de restauración precisas de manera urgente, puede ser que quede relegada a la memoria de los puertorrealeños que la conocieron.
Galería de fotografías
Visitas: 37