La iglesia conventual de la Victoria se levanta hoy junto a la plaza de Madre Loreto, en uno de esos rincones donde Puerto Real recuerda que nació “entre el pinar y la mar”. El templo mantiene la fachada blanca y sobria de un convento barroco del siglo XVII, pero también concentra siglos de devoción popular, caridad y vida cofrade. Desde sus orígenes unió tres dimensiones: casa religiosa de la Orden de los Mínimos, lugar de culto mariano y espacio asistencial para enfermos y pobres.
Los Mínimos llegan a Puerto Real
Puerto Real nace en 1483 por iniciativa de los Reyes Católicos. Sin embargo, la villa vive más de cien años sin comunidades religiosas estables en su término.
Esa situación cambia en el siglo XVII. Primero llegan los franciscanos descalzos, instalados en 1618 y vinculados a la Vera Cruz. Poco después se incorpora una segunda comunidad mendicante: los frailes Mínimos de San Francisco de Paula, conocidos en la bahía como frailes de la Victoria. Su casa principal en la provincia se situaba en el convento de la Victoria de El Puerto de Santa María. Desde allí miran hacia la “Real Villa” como un lugar lógico para extender su red de conventos.
Los Mínimos se establecen de forma provisional en la ermita de San Benito el 17 de abril de 1628. Desde esa pequeña ermita, entonces a las afueras del caserío, comienzan a buscar un solar mejor para levantar su convento definitivo.
Fundación del convento y promotores
La documentación notarial conserva un testimonio clave. En 1633, doña Juana Tomé, viuda del capitán Gonzalo Díaz Cascos, dona a los Mínimos unas “casas grandes con sus altos… que están a la mar”, con la condición expresa de que la comunidad construya allí su convento.
A ese gesto se suman otros benefactores. El historiador Antonio Muro cita a doña María Álvarez, esposa del capitán Bartolomé Lucatelo, como figura central en la fundación. Sitúa el arranque del convento en torno a 1635 y señala que María Álvarez nombra al convento heredero de sus bienes al morir en 1685.
La Orden de los Mínimos construye el conjunto conventual a lo largo de varias décadas. Levanta la iglesia, organiza las dependencias claustrales y va completando el ajuar con retablos, imágenes y capillas financiadas por familias locales a cambio de enterramientos y misas. Hacia 1688, mientras Luisa Roldán trabaja en Cádiz, la iglesia incorpora un grupo importante de esculturas, entre ellas la Virgen de la Soledad y un Cristo yacente, atribuidos a la escultora.
En 1770 la comunidad corona el conjunto con la torre-campanario que hoy domina la plaza, de planta cuadrada y capitel cubierto de azulejos azules.
Por qué este lugar: un convento frente a la bahía
Los Mínimos no eligen un solar cualquiera. Las casas donadas por Juana Tomé se sitúan “a la mar”, en un manchón o pequeña elevación que, en el siglo XVII, quedaba al borde del frente marítimo. Raimundo de Lantery, a finales del mismo siglo, describe un convento cuyos balcones se abren directamente a la bahía. Hoy ese frente litoral se ha retraído, pero la iglesia sigue muy cerca de la Ribera del Muelle.
La Orden de los Mínimos busca un equilibrio. La Orden de los Mínimos buscó un equilibrio muy claro al escoger este solar. Quiso mantener cierta distancia respecto al núcleo más denso de la villa para preservar la vida conventual y el recogimiento. Al mismo tiempo necesitaba situarse cerca del puerto y de las rutas de entrada, porque así resultaba más fácil atender a marineros, enfermos y pobres que llegaban a Puerto Real. El emplazamiento ofrecía, además, una gran visibilidad sobre el borde urbano, casi como un faro espiritual que recibía a quienes entraban en la villa por mar o por tierra.
Las fuentes patrimoniales de la Junta de Andalucía y la propia Wikipedia subrayan ese carácter: un edificio barroco levantado en un “promontorio o manchón” en las afueras de la villa, que con el tiempo queda integrado en el casco urbano.
La advocación de la Victoria
La advocación de la Victoria no surge por azar. La Orden de los Mínimos se vincula de manera muy estrecha a la conquista de Málaga por los Reyes Católicos en 1487. La tradición presenta a San Francisco de Paula como intercesor en aquella victoria, y muchos conventos de la orden adoptan el título de Nuestra Señora de la Victoria en recuerdo de ese episodio.
En Andalucía, la primera fundación de Mínimos se sitúa en el Real Convento de Nuestra Señora de la Victoria de Málaga. Muy pronto siguen otras casas en Andújar, El Puerto de Santa María y Écija.
La casa de Puerto Real depende espiritualmente de la Victoria de El Puerto de Santa María. Desde allí hereda el nombre del convento y la devoción a la Virgen de la Victoria, que se suma a las nuevas devociones que arraigan en la villa.
Cultos y hermandades desde los orígenes
En torno al convento se articula pronto una intensa vida de culto. Desde los primeros años, la iglesia de la Victoria se llena de vida litúrgica. La comunidad de Mínimos celebra misa diaria, predica con frecuencia y ofrece confesiones a los vecinos de la villa. La espiritualidad gira en torno a San Francisco de Paula y a la Virgen de la Victoria. Los frailes insisten en la confianza en la Providencia, en la austeridad y en la caridad hacia los más pobres.
En torno al templo nace también una intensa vida cofrade. La iglesia acoge a la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad, documentada al menos desde 1651 y muy ligada a la consolidación del convento. En 1688 la cofradía recibe una obra excepcional: la imagen de la Virgen de la Soledad, que talla y dona Luisa Roldán, junto a un Cristo Yacente también atribuido a la escultora. Estas imágenes convierten la Victoria en foco de devoción más allá de Puerto Real. Hoy el templo sigue como sede de la Venerable Hermandad Sacramental y Real Cofradía de Penitencia de Nuestra Señora de la Soledad, Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo y San Francisco de Paula. Cada Viernes Santo, cuando el cortejo sale a la calle, la antigua iglesia conventual vuelve a latir como uno de los grandes centros espirituales de la villa.
Esa hermandad recibe en 1688 una joya del barroco andaluz: la imagen de la Virgen de la Soledad, donada por su propia autora, Luisa Roldán. A ella se suma un Cristo yacente también atribuido a la escultora. Ambas imágenes convierten la Victoria en un foco de devoción que trasciende la villa.
Hoy la iglesia sigue siendo sede canónica de la Venerable Hermandad Sacramental y Real Cofradía de Penitencia de Nuestra Señora de la Soledad, Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo y San Francisco de Paula. La tarde-noche de Viernes Santo, cuando las imágenes salen a la calle, la antigua iglesia conventual vuelve a actuar como corazón espiritual de Puerto Real.
Arquitectura y arte de un templo barroco
La iglesia presenta planta de cruz latina con una sola nave cubierta por bóveda de cañón. Sobre el crucero se alza la cúpula, visible también desde el exterior gracias al tejado a cuatro aguas.
La fachada a la calle Victoria se integra en el volumen del antiguo convento-hospital. Un frontón ondulado de aire barroco remata el paramento blanco. La portada, de piedra y gusto neoclásico, enmarca un azulejo con la Virgen y se acompaña de hornacina y escudo. En el lateral derecho se eleva la esbelta torre del siglo XVIII, con su pequeño chapitel forrado de azulejos azules que brillan al sol de la bahía.
En el interior destacan las imágenes titulares de la Soledad y el Cristo Yacente, atribuidas a La Roldana, que concentran gran parte del interés artístico del templo y justifican su presencia en guías de arte y en el catálogo del Patrimonio Histórico Andaluz.
De convento a hospital: Misericordia y Carmelitas
El siglo XIX trae la exclaustración de las órdenes religiosas y la desamortización. Los Mínimos abandonan el convento. En el antiguo claustro se instala el Hospital de la Misericordia, un establecimiento benéfico que atiende a enfermos y pobres de la localidad. Fuentes municipales y turísticas destacan este nuevo uso asistencial del conjunto.
Desde al menos 1885, las Carmelitas de la Caridad–Vedruna asumen la gestión del hospital. Atienden primero a heridos de guerra y después a enfermos crónicos y ancianos, en estrecha relación con la Hermandad de la Soledad, muy vinculada al templo.
Durante el siglo XX el edificio sufre numerosas reformas. Parte del antiguo convento se transforma en asilo-hospital, con patio central muy alterado y nuevas alturas añadidas. A finales de siglo desaparecen casi por completo las dependencias conventuales originales. La iglesia y la torre se mantienen en pie como núcleo histórico del conjunto.
La Victoria hoy: patrimonio vivo de Puerto Real
En la actualidad la iglesia conventual de la Victoria funciona como templo de culto y como sede de una de las hermandades más señeras de la villa. El edificio se integra en el Catálogo del Patrimonio Histórico Andaluz y figura de forma destacada en las rutas oficiales de turismo cultural de Puerto Real y de la provincia de Cádiz.
El visitante descubre un templo barroco sobrio por fuera y muy expresivo por dentro. La torre de ladrillo y azulejo se recorta sobre el cielo de la bahía. La fachada conserva la huella del antiguo hospital anexo. En el interior, las imágenes de la Soledad y del Cristo Yacente recuerdan la edad de oro de la imaginería barroca y el papel de la iglesia como panteón de marinos y familias notables.Puerto Real Hoy+1
La Victoria sigue mirando al mar, aunque el frente litoral ya no roza sus balcones. Desde su esquina entre la calle Victoria y la Ribera del Muelle, la iglesia resume casi cuatro siglos de historia portorrealeña: la llegada de nuevas órdenes, la devoción mariana, la caridad hospitalaria, la desamortización, la persistencia de las cofradías y el esfuerzo actual por conservar un pequeño gran hito del patrimonio de la bahía de Cádiz.


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