En el corazón de la bulliciosa calle San Miguel, donde el encanto histórico se entrelaza con la vida cotidiana, emerge una vivienda que guarda en su esquina un tesoro de épocas pasadas: la número 16. Entre las numerosas joyas arquitectónicas que adornan esta vía, destaca con particular esplendor una hornacina que alberga la imponente escultura en mármol del Arcángel, patrón de la calle y custodio de sus rincones.
Esta casa, de estilo barroco, se erige como testigo del tiempo, conservando su fisonomía original y resistiendo el embate de las reformas modernas que han transformado otras construcciones. Su ubicación estratégica en la esquina permite una contemplación privilegiada de la imagen del Arcángel, que desafía al demonio con espada en mano y escudo adornado con las iniciales JHS y Q.S.D., evocando la eterna lucha entre el bien y el mal.
El lema latino “Quis sicut Deus” -Quién como Dios- que acompaña la representación del Arcángel Miguel, resuena en la historia y en la esencia misma del nombre Miguel, de origen hebreo. Es un recordatorio de la fortaleza divina que guía y protege a aquellos que transitan por las calles de esta antigua ciudad.
Al detenernos frente a esta escultura, podemos desviar nuestra mirada del paisaje urbano contemporáneo, marcado por la intrusión de construcciones que contrastan con el encanto del casco antiguo gaditano. Es un respiro para el alma, una pausa que nos conecta con la historia y la esencia de este lugar.
En medio de la vorágine diaria, es fácil pasar por alto los detalles que adornan nuestras calles. Sin embargo, la esquina entre las calles San Miguel y Javier de Burgos nos invita a alzar la vista y descubrir el tesoro que se oculta a la altura de la entreplanta: la imagen del Arcángel San Miguel, victorioso sobre el maligno, en una composición escultórica de incomparable belleza.
Esta obra, aunque ennegrecida por el paso del tiempo, irradia una luz que trasciende las épocas, protegiendo y guiando a los transeúntes bajo su mirada vigilante.
Así pues, la calle San Miguel no solo es un recorrido por la historia de Cádiz, sino también un viaje espiritual donde la majestuosidad del Arcángel nos recuerda que, incluso en medio de la adversidad, la luz divina prevalece.
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