El faro de San Sebastián se alza dentro del Castillo del mismo nombre, en el extremo de la playa de La Caleta. Su silueta metálica vigila la entrada a la bahía y completa una de las postales más reconocibles de Cádiz. Hoy sigue en servicio. Y forma parte de un conjunto histórico con siglos de relación con la navegación.
Cuándo se construyó y quién lo impulsó
La actual torre se proyectó en 1907 y se encendió por primera vez en 1913. El ingeniero de Caminos Rafael de la Cerda firmó el proyecto. Las administraciones portuarias de la época promovieron la obra en el marco del sistema español de señalización marítima. La propia Junta de Andalucía, a través de Puertos de Andalucía, resume esta cronología y autoría.
Antes de la torre actual existieron otras señales en el islote. En 1766 se levantó un faro de piedra —sobre diseño de Antonio de Gaver— que se modificó varias veces y se demolió en 1898. Esa secuencia explica por qué San Sebastián es un lugar “faro” desde hace siglos.
Para qué se construyó
El faro de San Sebastián se construyó con un propósito muy concreto: garantizar una recalada segura a Cádiz desde el sector de La Caleta y ordenar el tráfico marítimo que accedía a la bahía. A principios del siglo XX, el puerto vivía un incremento en el movimiento de buques mercantes y militares. La bahía era un punto estratégico tanto para el comercio con América como para las rutas costeras del Atlántico sur español.
La construcción respondía a dos necesidades clave:
- Mejorar la visibilidad nocturna y en condiciones adversas. La antigua señal de piedra del siglo XVIII se había quedado obsoleta frente a las nuevas exigencias técnicas y al aumento del calado de los buques. Era imprescindible un haz de luz más potente, regular y reconocible a larga distancia.
- Adaptarse a la tecnología eléctrica. El faro incorporó desde su inicio un arco voltaico, lo que supuso un salto cualitativo frente a las lámparas de aceite o gas. Esto permitía emitir destellos de gran intensidad que penetraban mejor la niebla y las tormentas costeras.
Además, la elección del emplazamiento —en el extremo norte del Castillo de San Sebastián— no fue casual. Desde allí se controla visualmente la entrada natural a la bahía y se cubre un sector que otros faros de la zona, como el de Puerto de Santa María o el de Chipiona, no iluminaban de forma óptima.
Rasgos arquitectónicos y técnicos
La torre es singular en España. Se construyó en acero laminado —palastro— con arriostramientos radiales. Esa elección buscaba ligereza y, en teoría, desmontaje sencillo. Se eleva 40 metros sobre el nivel del mar. Es un ejemplo tardío de faro metálico y el único de estructura metálica que permanece en servicio en el país.
En 1913 se iluminó con arco voltaico eléctrico. Fue el segundo faro español en usar este sistema, modernísimo para su momento. En 1942 pasó a lámpara de 4.000 W. Puertos de Andalucía detalla esa evolución lumínica.
Como ayuda actual, emite dos destellos blancos cada 10 segundos (GpD(2)B 10 s) y alcanza 25 millas náuticas. Es la “carta de identidad” que publicita la Autoridad Portuaria en su relación oficial de faros y balizas.
Dónde está y cómo se visita
El faro se sitúa dentro del recinto amurallado del Castillo de San Sebastián, al final del paseo de La Caleta. El interior de la torre no se visita, pero sí puede recorrerse el espacio fortificado que la rodea cuando está abierto. La propia ficha institucional lo indica como “operativo” y visitable en su entorno.
El faro en la red de señalización marítima andaluza
A comienzos del siglo XX, la costa atlántica de Andalucía contaba con una red de faros estratégicamente distribuidos para guiar el tráfico marítimo entre el estrecho de Gibraltar y el golfo de Cádiz. El faro de Chipiona, con su potente alcance, marcaba la desembocadura del Guadalquivir y orientaba la navegación de gran altura. El de Rota cubría el sector intermedio y el de Puerto de Santa María ayudaba en la aproximación a la bahía por el este.
El faro de San Sebastián ocupó un lugar complementario dentro de esta red. Su haz de luz cubría un arco de mar que quedaba en sombra desde Chipiona y Rota, especialmente en la entrada por el oeste hacia Cádiz. Su alcance de 25 millas náuticas y su característica de dos destellos blancos cada diez segundos lo identificaban sin confusión para los capitanes, evitando colisiones y encallamientos en los bajos y arrecifes próximos a La Caleta.
Tecnología inicial del faro de San Sebastián
Además, su tecnología inicial —basada en el arco voltaico— representó un avance respecto a faros más antiguos, que seguían usando lámparas incandescentes o de vapor de petróleo. Este salto tecnológico no solo aumentó la potencia lumínica, sino que también mejoró la regularidad de los destellos, factor crucial en la navegación nocturna y en condiciones de mala visibilidad.
Su papel se reforzaba en combinación con balizas menores, boyas luminosas y otras señales de la bahía, formando un sistema coordinado que aún hoy mantiene la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz. En conjunto, esta red permitía a los buques reconocer su posición exacta mediante la comparación de destellos, evitando errores de navegación que podían resultar fatales.
Por su ubicación y características, el faro de San Sebastián fue y sigue siendo un eslabón imprescindible en la cadena de señales marítimas que protegen y organizan la navegación en el litoral atlántico andaluz.
Contexto patrimonial
El faro de San Sebastián no es una pieza aislada, sino parte de un enclave histórico que combina arquitectura militar, ingeniería civil y tradición marinera. El Castillo de San Sebastián, en cuyo recinto se encuentra, ocupa un pequeño islote unido al casco histórico de Cádiz por un estrecho malecón de piedra que avanza desde la playa de La Caleta. Esta ubicación, que hoy disfrutamos como paseo marítimo, fue durante siglos un punto defensivo de primer orden.
La fortaleza actual se levantó en el siglo XVIII sobre restos de estructuras anteriores. Se destinó a proteger la ciudad por el flanco norte y a controlar la entrada a la bahía frente a ataques navales. Sus muros, troneras y baluartes se diseñaron para resistir la artillería moderna de la época. Ya en ese contexto militar, se entendía la necesidad de una señal marítima permanente que ayudara a reconocer la entrada y evitara encallamientos.
La integración del faro en este paisaje monumental refuerza el valor patrimonial del conjunto. Supone la convivencia de dos lenguajes arquitectónicos distintos: la sobriedad maciza de la obra defensiva de piedra y la verticalidad ligera de la torre metálica de principios del siglo XX. Esta yuxtaposición habla de la evolución de Cádiz, que pasó de ser plaza fortificada a nodo portuario moderno.
Faro de San Sebastián en términos de patrimonio cultural
En términos de patrimonio cultural, el faro y el castillo forman parte del catálogo protegido por su interés histórico y paisajístico. Además, su imagen es ya icono visual de la ciudad, protagonista en fotografías, carteles turísticos y grabados desde hace más de un siglo. El entorno natural —con la playa de La Caleta y el horizonte atlántico— refuerza su atractivo y lo convierte en uno de los espacios más visitados y fotografiados de Cádiz.
El valor patrimonial de este conjunto no reside únicamente en su antigüedad o en su estética, sino en la continuidad de su función: el faro sigue operativo y el castillo mantiene un uso cultural y turístico. Esta permanencia de actividad lo distingue de otros enclaves históricos que han perdido su papel original. En San Sebastián, pasado y presente se entrelazan cada vez que su luz blanca gira sobre las aguas al caer la noche.
Por qué importa
San Sebastián resume una transición tecnológica: de los faros de obra de fábrica a las torres metálicas, y del gas y el aceite al arco voltaico y la electricidad estable. Su estética industrial, sobria y eficaz, dialoga con los muros del castillo. Pocas piezas explican tan bien, y en tan poco espacio, la historia marítima de Cádiz y la modernización de sus señales.
Galería de imágenes: luz, historia y mar
El faro de San Sebastián y su entorno ofrecen una riqueza visual que combina ingeniería, patrimonio y paisaje atlántico. Desde la pasarela que conduce al Castillo, el visitante puede contemplar la esbelta torre metálica recortada contra el cielo, los muros centenarios de la fortaleza y el vaivén constante de las olas en La Caleta.
En esta galería encontrarás imágenes que capturan diferentes perspectivas del conjunto: la vista frontal desde el paseo, los detalles constructivos de la estructura metálica, la linterna que proyecta sus destellos, así como instantáneas al atardecer, cuando el faro se ilumina y transforma la línea del horizonte. También incluimos planos generales que muestran su relación con el casco histórico de Cádiz y con otros hitos visuales de la bahía.
Estas fotografías no solo ilustran la belleza del lugar, sino que también permiten comprender la integración del faro en su contexto geográfico y cultural. Cada imagen es una invitación a recorrer este enclave y a apreciar cómo la luz que guía a los navegantes sigue siendo protagonista de la ciudad.



Ficha rápida (para el viajero curioso)
- Proyecto: Rafael de la Cerda (1907). Encendido: 1913.
- Estructura: torre metálica de acero laminado; 40 m s.n.m.
- Luz actual: 2 destellos blancos cada 10 s; alcance: 25 M.
- Situación: Castillo de San Sebastián, La Caleta (Cádiz). Estado: operativo.
Fuentes recomendadas (oficiales y técnicas)
- Puertos de Andalucía (Junta de Andalucía) – Ficha “Faro de Cádiz”. Síntesis histórica, autoría, material, altura y evolución de su iluminación.
- Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz – Relación de balizamiento: característica luminosa y alcance nominal del faro.
- Estudios técnicos – Análisis sobre los faros metálicos y el proyecto de De la Cerda, útiles para contextualizar su valor tipológico.
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