La Hermandad de la Misericordia – conocida popularmente como “Los Cerillitos” – se fundó en el año 1930 en El Puerto de Santa María dentro del entorno de la antigua Hermandad del Nazareno.
De hecho, en sus inicios funcionó como filial de esta hermandad mayor, bajo la presidencia por entonces de don Hipólito Sáncho.
Contexto histórico de la hermandad de la Misericordia
El contexto histórico de su nacimiento fue convulso: finalizada la dictadura de Primo de Rivera, España vivía la transición hacia la Segunda República. En ese ambiente, un grupo de cofrades portuenses decidió impulsar una nueva corporación nazarena dedicada al Cristo de la Misericordia, advocación con profundas raíces caritativas en la ciudad (ya en el siglo XV existió una Hermandad de la Misericordia encargada de atender un hospital y enterrar a los desamparados).
Desde su primera salida procesional en 1930, la joven hermandad contó con la imagen de un Cristo crucificado que se encontraba en la capilla del Castillo de San Marcos.
A falta de titular propio, esta venerada imagen – denominada Cristo de la Misericordia – fue cedida para la estación de penitencia. Tan solo dos años después, en 1932, la Hermandad de la Misericordia logró independizarse de la del Nazareno y obtuvo sede propia: la capilla situada en el lado izquierdo del coro de la Iglesia Mayor Prioral (hoy Basílica Menor de Ntra. Sra. de los Milagros).
Desde entonces, esa capilla en la Prioral ha sido su hogar espiritual.
Primeros años e imágenes titulares
En sus primeros años, la hermandad tuvo que afrontar circunstancias difíciles. Durante la Guerra Civil Española (1936-1939) la actividad cofrade se interrumpió, pero ya en 1937 la cofradía volvió a procesionar tras ese breve paréntesis bélico.
En 1942 se redactaron nuevos estatutos, ya que los documentos fundacionales originales se extraviaron en aquellos años convulsos.
Poco después llegaría uno de los hitos importantes: en 1943 la hermandad incorporó por primera vez a una imagen mariana en sus desfiles procesionales del Martes Santo.
Se trataba de Nuestra Señora de la Piedad, advocación bajo la cual se adaptó una antigua talla devocional. Curiosamente, la imagen elegida no había sido concebida originalmente como Dolorosa: era una escultura de Santa Rosa de Lima, de autor anónimo del siglo XVII, que se encontraba en la misma capilla de la Prioral.
El artista portuense Juan Botaro la adaptó a imagen de candelero para transformarla en la Virgen de la Piedad, adecuándola a la iconografía de la Mater Dolorosa (Virgen María de luto).
Desde entonces, la Virgen de la Piedad acompaña cada Martes Santo al Cristo de la Misericordia. (Décadas más tarde, en 1991, esta imagen mariana sería restaurada por el artista Enrique Ortega, realzando su antigüedad y valor artístico).
Devolución de la imagen del cristo
Mientras tanto, la hermandad seguía usando como titular el crucificado prestado. En 1947 ocurrió un hecho inesperado: por decreto del entonces Arzobispado de Sevilla, la Hermandad de la Misericordia tuvo que devolver la antigua imagen del Cristo a su legítima propietaria, la condesa de Gavia.
Esto indica que aquella talla pertenecía en realidad a una familia (y estaba bajo custodia de los franciscanos que regentaban la capilla) y no a la cofradía. Al quedarse de pronto sin imagen cristífera propia, los hermanos de la Misericordia no se rindieron. Durante los años siguientes organizaron su Vía Crucis cuaresmal dentro de la Prioral portando un sencillo crucificado de la sacristía del templo, mientras reunían fondos para encargar una nueva efigie titular.
Década de los años 50 de la Hermandad de la Misericordia
El esfuerzo dio fruto a comienzos de la década de 1950. Un hermano de la cofradía, don José Merchante Pardo, costeó de su bolsillo la realización de una nueva imagen de Cristo crucificado – un gran desembolso para la época, cifrado en unas 10.000 pesetas de entonces – encargándosela a un reconocido escultor local. Así, en 1951 fue bendecido el actual Santísimo Cristo de la Misericordia, una soberbia talla realizada por el imaginero portuense José Ovando Merino.
Ovando, inspirado en el clasicismo barroco sevillano, logró una imagen de tamaño natural que impresiona por la serenidad y belleza de sus facciones, incluso en el trance dramático de la muerte reflejado en el rostro de Jesús.
Con la llegada de este nuevo Cristo, tallado ex profeso para la hermandad, la cofradía consolidó por fin sus dos imágenes titulares: el Cristo de la Misericordia y Nuestra Señora de la Piedad.
Evolución histórica y momentos clave
A partir de la década de 1950, la Hermandad de la Misericordia continuó creciendo y adaptándose. En 1956 hubo un cambio temporal de calendario: debido a una reordenación cronológica de la Semana Santa dictada por las autoridades eclesiásticas, la cofradía pasó a realizar su salida penitencial el Jueves Santo (en lugar de Martes Santo).
Durante aquellos años (1956-1970) en que desfiló el Jueves Santo, la hermandad aprovechó para introducir una modificación en el atuendo de sus nazarenos: incorporó una capa de color rojo a la vestimenta, la cual antes constaba solo de túnica color hueso (blanco crema) y antifaz rojo.
Esta capa roja sigue siendo hasta hoy parte distintiva de su hábito penitencial. En 1970, al revisarse de nuevo los horarios, la Misericordia retornó a su tradicional día del Martes Santo.
Iniciando la década de los años 70 del sigloXX
Los años 1970 trajeron consigo una fuerte crisis para la hermandad, como ocurrió en muchas cofradías andaluzas de la época. La falta de hermanos y recursos hizo peligrar la continuidad de “Los Cerillitos”. Se llegó a un punto crítico en 1978: ese año la cofradía salió de forma muy precaria, sin pasos procesionales completos, llevando únicamente la talla del Cristo sobre los hombros de los hermanos y recorriendo las calles en el más absoluto silencio, sin acompañamiento musical.
Aquel acto de fe humilde pero firme evitó la desaparición de la hermandad y marcó el inicio de su resurgir. Poco después se creó el primer grupo joven de la Misericordia, incorporando savia nueva que aportó entusiasmo y más participación de la juventud cofrade.
Década de los años 80 en la Hermandad de la Misericordia
Ya en la década de 1980 comienza una etapa de revitalización. En 1982 la Hermandad celebró con orgullo su Cincuentenario Fundacional (50 años desde la independencia de 1932) con diversos actos conmemorativos.
Durante esos años ochenta y noventa se fortaleció la estructura interna y se emprendieron mejoras patrimoniales importantes (como veremos más adelante). En 1998 se aprobaron unos nuevos estatutos de la corporación, adaptados ya a la recién creada Diócesis de Asidonia-Jerez, a la cual pertenece El Puerto desde los años 80.
La hermandad frente al nuevo milenio
El nuevo milenio trajo más hitos. En 2005 la Hermandad de la Misericordia celebró su 75º aniversario de fundación. Para conmemorar esta efeméride se programaron numerosos cultos y eventos especiales: destacaron una salida extraordinaria de la Virgen de la Piedad en su paso de palio y un Vía Crucis del Santísimo Cristo de la Misericordia recorriendo las calles de la feligresía, algo muy emotivo para los fieles del barrio.
Estas celebraciones sirvieron para recordar la historia de la hermandad y renovar el fervor de sus miembros.
En años recientes, “Los Cerillitos” han seguido presentes en acontecimientos señalados de la Iglesia local y universal. Por ejemplo, en 2013, con motivo del “Año de la Fe” proclamado por el Papa, la hermandad participó activamente en diversos actos organizados por el Consejo Local de Hermandades de El Puerto.
La hermandad en el Año Jubilar
Y en 2016, durante el Año Jubilar de la Misericordia convocado por el Papa Francisco – muy significativo por la advocación de la cofradía – la Hermandad del Cristo de la Misericordia realizó una salida procesional extraordinaria. Tuvo lugar el 12 de noviembre de 2016, víspera de la clausura del Jubileo, cuando el Cristo de la Misericordia salió de forma extraordinaria para presidir actos de cierre del Año Santo en la ciudad.
Este hecho subrayó la profunda conexión de la cofradía con el valor de la misericordia, tanto histórica como espiritual.
Hoy día, la Hermandad de la Misericordia es una de las cofradías más consolidadas del Martes Santo portuense. Cuenta con alrededor de 700 hermanos inscritos y en sus desfiles procesionales participa un nutrido cortejo de nazarenos (en torno a 300-350 penitentes cada año, según crónicas recientes).
Es además la cofradía más antigua de las que procesionan ese día, por lo que ocupa el primer lugar en el orden de paso por la carrera oficial cada Martes Santo.
Su historia, jalonada de dificultades y logros, la ha convertido en un referente de devoción y tradición en El Puerto de Santa María.
Patrimonio artístico: imágenes y pasos procesionales
La Hermandad de la Misericordia atesora un rico patrimonio artístico, fruto de décadas de esfuerzo y amor por sus titulares. Sus imágenes sagradas son el corazón de la cofradía. El Santísimo Cristo de la Misericordia es una imagen de Cristo muerto en la cruz, de tamaño natural, tallada en madera. Como señalamos, fue esculpida por José Ovando Merino hacia 1948 y bendecida en 1951, reemplazando a la primitiva imagen prestada.
Representa a Jesús expirando en la cruz, con tres clavos y la herida del costado claramente visible – iconografía típica de los crucificados del Barroco andaluz.
Destaca la expresión serena y a la vez dolorosa del rostro de Cristo, con los ojos entreabiertos y la cabeza inclinada. En cada Semana Santa, esta venerada imagen aparece sobre una “montaña” de flores (tradicionalmente un monte de claveles rojos a sus pies) y escoltado por candelabros de guardabrisas, componiendo un conjunto de gran belleza plástica.
Nuestra Señora de la Piedad
Por su parte, Nuestra Señora de la Piedad es una imagen de candelero (para vestir) que muestra a la Virgen María en su advocación de Piedad o Dolorosa. Es una talla de escuela posiblemente italiana del siglo XVII, anónima, que originariamente representaba a una santa de gloria.
Al adaptarla en 1943 para la hermandad, se la dotó de nueva encarnadura y brazos de candelero, apropiados para vestirla con ropas talares. La Virgen de la Piedad luce un rostro dulce y a la vez acongojado, con lágrimas de cristal recorriendo sus mejillas, simbolizando el sufrimiento de María al pie de la Cruz. Suele procesionar ataviada con un manto de terciopelo, saya bordada y corona de orfebrería. Es una imagen muy querida en El Puerto, hasta el punto de haber sido coronada con la medalla de la ciudad y protagonista de numerosas exaltaciones poéticas locales.
Además de sus titulares, la hermandad rinde culto también a San Francisco de Asís, aunque no es imagen titular. Por tradición (posiblemente ligada a que los franciscanos estuvieron vinculados al origen de la cofradía), cada año se celebra un triduo o misa en honor a San Francisco, manteniendo así esa devoción señalada en sus reglas internas.
Pasos procesionales de la Hermandad de la Misericordia
Los pasos procesionales de la Misericordia son verdaderas obras de arte sacro en movimiento. El paso del Santísimo Cristo de la Misericordia es de estilo barroco, realizado en madera de caoba caobada (tallada y barnizada). Fue diseñado y tallado por el reputado artesano sevillano Manuel Guzmán Bejarano, estrenándose la canastilla (estructura tallada) en 2001.
Presenta planta con entrantes y salientes muy dinámicos y un perfil recto en altura. En sus costados lleva cuatro capillas con imágenes de los Evangelistas (añadidas en 2017) y cartelas talladas con escenas de la Pasión en el centro de cada costado.
Lo iluminan seis candelabros de guardabrisas (grandes candeleros con tulipas de cristal) de estilo barroco, también tallados por Guzmán Bejarano, estrenados en 2002.
La parihuela (bastidor bajo del paso) está preparada para que 40 costaleros carguen con el Cristo, reflejo de la gran cuadrilla de portadores con la que cuenta. Este paso ha ido enriquecíendose con los años: por ejemplo, en 2004 se incorporaron nuevos maniguetes (molduras) en las esquinas, obra del tallista Juan Mayorga, y en años recientes se finalizó dorado y policromía en algunos detalles para realzar aún más la talla. En conjunto, el paso del Cristo de la Misericordia impresiona por su sobriedad y majestuosidad, siendo uno de los más reconocibles de la Semana Santa portuense.
Paso de palio de Nuestra Señora de la Piedad
El paso de palio de Nuestra Señora de la Piedad es igualmente digno de admiración, combinando finos bordados y orfebrería de alta calidad. El palio sigue un estilo barroco clásico. La estructura metálica plateada (varales, candelabros, jarras, etc.) proviene de distintos talleres reputados de la orfebrería andaluza. Por un lado, el prestigioso taller de Villarreal realizó los candelabros de cola, la crestería (decoración calada en la parte superior de los respiraderos) y la candelería frontal.
El orfebre Manuel de los Ríos labró el moldurón de los respiraderos (friso superior de los paneles laterales).
Asimismo, piezas como el llamador (timbre para mandar las levantás del paso), la peana de la Virgen y los varales del palio fueron ejecutados por Antonio Santos.
Las elegantes jarras para las flores son obra de Lorenzo Jiménez Rueda.
Todo este conjunto de orfebrería plateada y cincelada enriquece sobremanera el paso de palio. Iluminando a la Virgen, lleva 74 candeleros de cera delante del paso y dos altos candelabros de cola con 11 luces cada uno flanqueando la parte trasera, componiendo un brillante palio de luz.
Patrimonio de bordados de la Hermandad de la Misericordia
En cuanto a los bordados, el techo de palio, las bambalinas (caídas del palio), el manto de la Virgen y los faldones del paso están confeccionados en terciopelo color granate oscuro y ricamente bordados en oro fino. Tienen la particularidad de haber sido bordados por las propias hermanas de la hermandad, en un laborioso trabajo artesanal realizado bajo la dirección y diseño de D. José Sánchez González y D. Manuel Ganaza.
Este proyecto de bordados propios, llevado a cabo en las últimas décadas del siglo XX, demuestra la implicación y talento de los cofrades de la Misericordia para enriquecer su patrimonio. El resultado es un paso de palio armonioso, donde la Virgen de la Piedad aparece enmarcada por un baldaquino de terciopelo y oro de gran elegancia y solera.
La hermandad cuida también otros enseres destacados: posee un estandarte corporativo con el escudo bordado (actualmente restaurado para reponer su tejido envejecido), cruces de guía, insignias, y todo el ajuar necesario para sus cultos y procesiones. Su escudo o emblema heráldico incorpora la Santa Cruz con una corona de espinas, los tres clavos de la crucifixión y las cinco llagas de Cristo, todo rematado por ángeles que sostienen una corona real – símbolos de la realeza de Dios.
Estos elementos recuerdan la esencia de la hermandad: la Misericordia divina manifestada en la Pasión de Cristo.
Tradiciones, cultos y vida actual de la cofradía
La Hermandad de la Misericordia mantiene vivas numerosas tradiciones religiosas y actividades sociales, acorde con su vocación de fe y caridad. Su sobrenombre de “Los Cerillitos” forma parte del folclore cofrade portuense: se les llama así porque el hábito de sus nazarenos – túnica blanca y capirote alto de color rojo – evoca la apariencia de una cerilla (fósforo) con su cabeza roja y cuerpo blanco.
En cada estación de penitencia, cientos de hermanos visten este atuendo, completado con capa roja, cíngulo (cordón) rojo ceñido a la cintura, guantes blancos y zapatos negros, conformando un vistoso y ordenado cortejo. Es tradicional que las niñas monaguillos acompañen portando canastos de pétalos y que algunos penitentes llamados manigueteros (los que van junto a las maniguetas del paso) puedan ir descalzos, en señal de sacrificio y humildad.
Todo el desfile se cuida al detalle para conservar la seriedad y el recogimiento propios de esta hermandad.
Cultos de la Hermandad de la Misericordia
En cuanto a sus cultos internos, la Misericordia celebra anualmente un quinario o triduo cuaresmal en honor al Cristo de la Misericordia, que culmina con una Función Principal de Instituto (misa solemne) donde los hermanos renuevan el juramento de sus reglas. Asimismo, cada primer viernes de marzo suele tener lugar un besapiés al Santísimo Cristo, y en torno a los Dolores de la Virgen (septiembre) se realiza un besamanos a Nuestra Señora de la Piedad, dando ocasión a los fieles de acercarse íntimamente a las imágenes. Una de las tradiciones más señaladas es el Vía Crucis que la hermandad organiza el último sábado de Cuaresma: en la penumbra de la Basílica, los hermanos cargan sobre sus hombros al Cristo de la Misericordia y recorren las naves del templo rezando las estaciones, en un acto de profundo recogimiento y oración.
Este vía crucis interno se considera uno de los momentos espirituales más emotivos de la Cuaresma portuense.
Estación de penitencia de la Hermandad de la Misericordia
El punto culminante de la vida de la hermandad es, por supuesto, la estación de penitencia del Martes Santo. Cada Martes Santo por la tarde, “Los Cerillitos” inician su procesión desde la Basílica Menor de los Milagros (Iglesia Prioral) hacia las calles de la ciudad. A las horas señaladas, la cruz de guía cruza el umbral del templo y comienza el recorrido por las estrechas calles del casco antiguo, seguido del paso del Cristo y luego el palio de la Virgen.
Es tradicional que al salir el Cristo de la Misericordia se entone alguna saeta sentida desde la plaza, y que su paso avance con el solemne sonido de la Banda de Cornetas y Tambores (en los últimos años procedente de Jerez de la Frontera).
Detrás, el palio de la Virgen de la Piedad sale mecío al son de marchas procesionales clásicas interpretadas por la banda de música (actualmente la Banda Maestro Enrique Galán, de Rota).
Recorrido de la hermandad por las calles de El Puerto de Santa María
El recorrido suele incluir enclaves emblemáticos como la Plaza de España, la calle Palacios, la Plaza del Castillo y la pintoresca calle Conejitos, donde cada año se congrega numeroso público.
La cofradía avanza con su cortejo iluminado por hachones y cirios (velas) que portan los nazarenos – cuyo resplandor rojizo dio origen al apodo de “cerillitos” – y envuelta en el aroma del incienso. Pasada la medianoche, la hermandad se recoge de nuevo en su templo tras haber realizado su estación de penitencia ante el pueblo y el Santísimo, cumpliendo con devoción el rito anual de la Semana Santa.
Fiel a su nombre, la Hermandad de la Misericordia no solo se centra en el culto externo, sino que desarrolla una importante labor social y caritativa. Desde sus inicios ha promovido la ayuda a los más necesitados, antaño con acciones asistenciales y hoy colaborando con obras benéficas modernas. Un ejemplo destacado es su compromiso con la donación de órganos y la concienciación sobre la “vida después de la vida”. Desde 2018, la Misericordia forma parte de la iniciativa “Lágrimas de Vida”, una fraternidad de hermandades andaluzas comprometidas en promover la donación de órganos para salvar vidas.
Grupo joven de la Hermandad de la Misericordia
El Grupo Joven de la hermandad impulsa cada Cuaresma la campaña “Piedad de Vida”, editando un cartel solidario cuyo donativo simbólico se destina a apoyar causas relacionadas con trasplantes y salud.
En estos carteles se ha llegado a representar al Cristo de la Misericordia junto a símbolos como el pelícano (antiguo símbolo eucarístico de entrega) o los claveles rojos, ligándolos al lema de la donación: Jesús, que entregó su vida por todos, fue “el primer donante”.
Durante la procesión del Martes Santo, la cofradía incorpora además un emotivo gesto: en la candelería del paso de palio arde un cirio blanco denominado “Piedad de Vida”, que es encendido cada año por alguna persona trasplantada como símbolo de esperanza y vida renovada.
En 2025, por ejemplo, se anunció que encendería ese cirio un hermano de la cofradía que había recibido un trasplante cinco meses antes.
Estas iniciativas muestran la sensibilidad social de la hermandad, enlazando la fe con la solidaridad humana de una forma muy concreta y significativa.
El «Cerillo de Honor»
Otra actividad tradicional de la Misericordia es el reconocimiento a sus miembros más entregados. Desde hace años otorga el “Cerillo de Honor”, que es el máximo galardón de la hermandad, a aquellos hermanos o devotos que han dedicado gran parte de su vida al servicio de la cofradía.
Este premio – cuyo nombre de nuevo alude al apodo de la hermandad – se entrega en un acto entrañable, a menudo de manos de familiares del homenajeado, y busca agradecer esa labor incansable y desinteresada en pro de la hermandad.
Tales reconocimientos fortalecen los lazos entre generaciones de cofrades y estimulan a continuar trabajando con el mismo espíritu de Misericordia.
Calendario anual de la hermandad
En el calendario anual, la Hermandad organiza además convivencias, conferencias y, como muchas cofradías, monta un Belén navideño. Cabe destacar que el Belén de la Misericordia ha obtenido premios locales por su calidad artística, evidenciando nuevamente el entusiasmo de sus miembros por todas las facetas de la vida religiosa y cultural. Igualmente, la cofradía participa en las procesiones del Corpus Christi y otros actos de la Iglesia local cuando es requerida, siempre portando con orgullo su estandarte y representando la devoción a la Misericordia divina.
La Hermandad de la Misericordia de El Puerto de Santa María ofrece un ejemplo vivo de tradición cofrade que ha sabido perseverar y adaptarse a lo largo de casi un siglo. Fundada en tiempos difíciles, creció al amparo de la fe popular y superó crisis gracias a la entrega de sus hermanos. Hoy mantiene vigorosamente su culto al Santísimo Cristo de la Misericordia y a Nuestra Señora de la Piedad, enriquecido por un valioso patrimonio artístico y por prácticas piadosas muy arraigadas. Al mismo tiempo, proyecta la caridad cristiana con obras actuales, encarnando su propio nombre. Cada Martes Santo, cuando “Los Cerillitos” iluminan con sus cirios rojos las calles portuenses, el pasado y el presente de la hermandad se unen en una manifestación de fe, arte y misericordia que enorgullece a El Puerto de Santa María.
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