leyenda de la posada del carbón
leyenda de la posada del carbón

En uno de esos rincones típicos del centro cuentan una historia cuyo escenario es la antigua “Posada de San Marcos”, conocida también como la posada del Carbón, llamada así por la vecina carbonería que dio nombre a la que actualmente es la plaza de Cristóbal Colón. Hoy quiero dedicar esta entrada de mi blog a narrar la leyenda de la posada del carbón.

Contextualizando el escenario de la leyenda

Cuentan que la posada, conocida popularmente como de San Marcos o del Carbón, fue la residencia de una familia dedicada a la exportación de pescado. Pero su morada albergaba algo mucho más inusual: la presencia de un espíritu al que cariñosamente llamaban “Pedrito”. Este espectro, descrito como un hombre de imponente estatura vestido de negro –cual penitente de Semana Santa–, siempre aparecía acompañado de un enorme perro, tan oscuro como la noche.

Leyenda de la posada del carbón

La leyenda narra que “Pedrito” manifestaba su presencia con especial intensidad durante la Navidad. Se dice que en una gélida noche, su figura emergió en la escalera del edificio, sorprendiendo al dueño y a los trabajadores, algunos de los cuales jamás quisieron regresar a aquel lugar. En esa misma escalera, un misterioso agujero, que intentaban tapar sin éxito, reaparecía cada amanecer como si tuviera vida propia. Incluso los más pequeños de la casa eran víctimas de sus travesuras nocturnas, al parecer quitándoles almohadas y mantas en el silencio de la noche.

Pero no era solo en las escaleras donde el enigma se hacía notar. Contaban historias de garruchas del pozo y palmeras que se movían por sí solas, y de figuras del nacimiento que, en época decembrina, parecían reorganizarse en un juego caótico de sombras y luces. Aun así, la familia convivía con esa presencia sobrenatural como si fuera un compañero más del hogar.

Los rumores no tardaron en intensificarse: Era habitual que hubiera sopechas de que en algún rincón de la posada se escondía un tesoro olvidado. Y, en un giro macabro del destino, durante unas reformas apareció el esqueleto de un hombre incrustado en la pared del lavadero, como si fuera un eco del pasado atrapado en la piedra.

Cesan las apariciones del enigmático «Pedrito»

Con la muerte de la última dueña en los años sesenta, la posada fue vendida y, poco después, demolida, llevándose consigo el enigmático “Pedrito” que, al igual que tantos mitos, se desvaneció en el olvido, dejando tras de sí una estela de misterio y fascinación.

Así, lo que para algunos puede sonar a simple cuento infantil, se erige en una leyenda vibrante que desafía el paso del tiempo, manteniendo viva la magia y el enigma en cada rincón de El Puerto de Santa María.

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