El Castillo de la Villa de Cádiz, también conocido como Castillo Viejo o Castillo del Teatro, representa una de las estructuras defensivas más emblemáticas de la ciudad. Aunque en la actualidad no se conservan restos visibles de la fortaleza, su historia y legado siguen presentes en el trazado urbano del barrio del Pópulo y en la memoria colectiva de los gaditanos.
Orígenes y evolución histórica
El origen del Castillo de la Villa de Cádiz se remonta a una etapa compleja de la historia de al-Ándalus. A finales del siglo IX, el litoral atlántico sufrió repetidos ataques de normandos y vikingos. Estos invasores llegaban en embarcaciones ligeras y rápidas, saqueaban las poblaciones costeras y regresaban con botines. Las ciudades portuarias, entre ellas Cádiz, comenzaron a reforzar sus defensas. En este contexto, las autoridades musulmanas construyeron una torre vigía en el área que más tarde ocuparía el castillo. Esta estructura tenía una función eminentemente defensiva y de observación, alertando de incursiones marítimas.
Periodo almohade
Durante el periodo almohade (siglo XII), la población de Qādis ya contaba con un recinto amurallado que defendía la pequeña isla sobre la que se asentaba. La antigua torre costera se integró en este sistema defensivo como núcleo fortificado de la ciudad. Es probable que ya en este periodo existiera una fortaleza más consolidada que controlaba el acceso terrestre a través del istmo, la única conexión con tierra firme. Esta estructura se conoció con el tiempo como el “castillo de la villa” por encontrarse en la zona más antigua y elevada del núcleo urbano.
Conquista de la ciudad por Alfonso X el Sabio
Tras la conquista cristiana de Cádiz por Alfonso X el Sabio en 1262, el castillo adquirió un papel central en la nueva organización militar y política del territorio. Alfonso X impulsó la reutilización de materiales del cercano Teatro Romano, entonces en ruinas, para reforzar la fortaleza. El teatro proporcionó sillares de gran tamaño, estables y resistentes. Con ellos se construyeron los muros exteriores del castillo y otras dependencias.
El recinto quedó como punto de vigilancia y refugio de la guarnición, que debía proteger una ciudad con creciente valor estratégico en el comercio atlántico. El castillo se ubicaba justo donde hoy se alza el barrio del Pópulo, entre la antigua puerta del Mar (hoy desaparecida) y el Arco de los Blanco, que aún se conserva. Esta zona elevada dominaba visualmente tanto el acceso por mar como por tierra, convirtiéndola en un enclave clave para la defensa.
Consolidación y declive de la fortaleza
Durante los siglos XIII y XIV, la fortaleza se consolidó y adaptó a los nuevos modelos defensivos medievales. Se cree que contaba con torreones, un patio de armas, almacenes, aljibes y una torre del homenaje. La cerca urbana también fue mejorada, vinculando directamente la muralla perimetral con el castillo.
La importancia del castillo creció con el nombramiento de Rodrigo Ponce de León como duque de Cádiz en el siglo XV. El noble amplió y mejoró la fortaleza como sede de su poder señorial en la ciudad. Además, fortaleció la guarnición y supervisó la defensa del puerto, que comenzaba a atraer cada vez más tráfico comercial procedente del norte de África y del Atlántico. Sin embargo, estas reformas no bastaron para asegurar la ciudad ante las amenazas navales modernas que surgirían a partir del siglo XVI.
Transformaciones y usos posteriores del castillo de la Villa
A partir del siglo XVII, el Castillo de la Villa de Cádiz dejó de ser una fortaleza de primera línea. Los avances en artillería naval, junto con la creciente importancia del puerto como enclave comercial y militar, obligaron a redefinir el sistema defensivo de la ciudad. La ubicación del castillo, en el interior del casco urbano y alejada del borde costero más expuesto, lo hacía cada vez menos relevante desde un punto de vista estratégico. Por ello, comenzó un proceso de transformación gradual hacia usos civiles y científicos.
Casa de contratación de Sevilla a Cádiz
Uno de los episodios más notables tuvo lugar a comienzos del siglo XVIII. En 1717, el rey Felipe V ordenó el traslado de la Casa de Contratación de Sevilla a Cádiz, lo que convirtió a la ciudad en el principal centro del comercio con América. Esta reconfiguración económica y política favoreció el desarrollo urbano y trajo consigo nuevas instituciones. Entre ellas destacó la Real Compañía de Caballeros Guardias Marinas, precursora de la actual Armada Española.
Academia naval
El Castillo de la Villa fue adaptado para albergar esta academia naval. Aunque no se realizaron grandes modificaciones estructurales, se adecuaron sus espacios para alojar dormitorios, almacenes y aulas. En 1719, los primeros cadetes se instalaron en sus dependencias. Desde allí, los futuros oficiales de la marina española recibían formación teórica y práctica antes de embarcar rumbo a sus destinos.
Observatorio astronómico
Durante las décadas siguientes, el castillo también acogió una de las iniciativas científicas más importantes del siglo XVIII: el Observatorio Astronómico de Cádiz. Bajo la dirección del marino y científico Jorge Juan y Santacilia, la torre del homenaje se transformó en una plataforma de observación astronómica y geodésica. Este observatorio sirvió tanto a la navegación como a la investigación científica, y se convirtió en uno de los centros de referencia del mundo hispánico.
En este contexto ilustrado, Cádiz se perfilaba como ciudad de ciencia, comercio y cultura. El castillo, aunque adaptado a usos nuevos, mantenía su carácter simbólico como epicentro del poder urbano. Sin embargo, la fundación del Real Observatorio de la Armada en San Fernando en 1798 marcó el final del ciclo científico del castillo. Los instrumentos y recursos fueron trasladados a las nuevas instalaciones, más modernas y mejor situadas para la observación.
A partir de entonces, el edificio entró en una fase de decadencia. Sin una función clara ni recursos para su mantenimiento, el castillo fue perdiendo partes estructurales. Los informes municipales de la primera mitad del siglo XIX recogen su progresivo deterioro: desplomes parciales, humedad, ruinas abiertas al acceso público. La falta de un plan de conservación llevó a su degradación casi total.
Derribo de la fortaleza
En 1872, se tomó la decisión de derribar lo que quedaba en pie y aprovechar el solar para una nueva institución educativa. Sobre los cimientos del castillo se levantó el Asilo de la Infancia, una escuela de primeras letras y protección social que atendía a niños sin recursos. Este edificio, con reformas posteriores, se conserva hoy como la Escuela Infantil Municipal “Santa María”. A pesar de la transformación, en su interior aún pueden apreciarse algunos muros antiguos reutilizados de la estructura original.
Durante todo este proceso de adaptación, el castillo dejó una huella profunda en el urbanismo gaditano. Su emplazamiento influyó en la organización del barrio del Pópulo, cuyos callejones estrechos y alineaciones irregulares responden en parte a la presencia histórica del recinto fortificado. Elementos como el Arco de los Blanco, antaño una de las puertas de acceso al recinto murado, siguen en pie como testigos de ese pasado medieval y renacentista.
Desaparición y legado
Aunque el Castillo de la Villa de Cádiz ya no existe físicamente, su legado perdura en la identidad histórica de la ciudad. Su influencia se refleja en el urbanismo del barrio del Pópulo, donde el trazado de calles estrechas y la disposición de edificios siguen las líneas del antiguo recinto fortificado. La elevación natural del terreno, que en su día ofrecía ventajas defensivas, aún destaca en el paisaje urbano.
El Arco de los Blanco, adyacente al solar del castillo, constituye el vestigio más visible del sistema defensivo medieval. Este elemento patrimonial, aunque reformado, recuerda la existencia de la antigua puerta de acceso a la villa amurallada, controlada por el propio castillo.
En el ámbito de la memoria histórica, historiadores y colectivos ciudadanos han rescatado la importancia del castillo mediante publicaciones, visitas guiadas y propuestas de recuperación. Destacan iniciativas como la digitalización de su trazado original, la señalización patrimonial o la propuesta de protección como Bien de Interés Cultural.
El legado del Castillo de la Villa trasciende su desaparición física. Forma parte del relato fundacional de Cádiz como plaza estratégica del Atlántico. Recordarlo, preservarlo en la memoria urbana y devolverle su valor cultural permite reforzar el vínculo entre la ciudad contemporánea y su historia más profunda.
Iniciativas de recuperación del castillo de la Villa
En años recientes, historiadores como Juan Antonio Fierro Cubiella han promovido la recuperación del legado del Castillo de la Villa. Se han iniciado trámites para optar a su declaración como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y se han propuesto proyectos de conservación del Arco de los Blanco, que podrían incluir la recuperación de la Torre de Armas del antiguo castillo.
El Castillo de la Villa de Cádiz, aunque desaparecido físicamente, sigue siendo un símbolo del patrimonio histórico de la ciudad. Su historia refleja la evolución de Cádiz desde la época medieval hasta la modernidad, y su legado continúa inspirando iniciativas para preservar y difundir la riqueza cultural de la ciudad.






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