Molino de mareas el Zaporito
Molino de mareas el Zaporito

El Molino de Mareas El Zaporito, situado en San Fernando es un testimonio vivo de la ingeniería hidráulica y la economía marítima del siglo XVIII.​

Origen y Promotor

El origen del Molino de Mareas El Zaporito se remonta a finales del siglo XVII, cuando Juan Domingo Saporito, un comerciante genovés afincado en Cádiz, adquirió en 1700 una extensa finca en la Isla de León, actual San Fernando. Saporito, aprovechando la ubicación estratégica de sus terrenos, construyó en 1711 un canal que conectaba el caño de Sancti Petri con su propiedad, facilitando así el transporte de mercancías mediante embarcaciones como candrays y faluchos. ​

En 1717, Saporito vendió la finca a José Micón Porrata, quien inició la construcción del molino de mareas. Las obras comenzaron en 1722, pero se vieron interrumpidas durante cuatro años debido a objeciones del Intendente General de Marina, José Patiño, quien alegaba que las obras perjudicaban a los carneros reales. Finalmente, Micón obtuvo la licencia necesaria y, tras superar una disputa legal con el duque de Arcos, el molino entró en funcionamiento en 1732. ​

Construcción del molino sobre el caño Zaporito

El molino se construyó sobre el caño del Zaporito, utilizando la energía de las mareas para mover sus mecanismos de molienda. El edificio es una estructura rectangular de dos plantas, con muros de mampostería y sillares de piedra ostionera, y tejado a dos aguas. En su interior, albergaba maquinaria para moler grano, aprovechando la energía hidráulica generada por las mareas.​

A lo largo de los siglos, el molino ha tenido diversos usos y propietarios. En el siglo XIX, pasó a manos del Marqués de Ureña, quien realizó reformas significativas. Durante el siglo XX, el edificio sufrió un periodo de abandono, hasta que se restauró por el Ayuntamiento de San Fernando. En 2010, se inició una rehabilitación integral del molino, culminando en 2012 con la creación de un centro de interpretación que ofrece a los visitantes una visión del uso de este tipo de instalaciones a través de maquetas y audiovisuales didácticos.

Características del Edificio

El Molino de Mareas El Zaporito es una de las construcciones hidráulicas más representativas del patrimonio industrial de la Bahía de Cádiz. Levantado en el siglo XVIII, el edificio responde a un modelo arquitectónico racional y funcional, adaptado a las necesidades de la molienda tradicional por fuerza mareomotriz. Su construcción revela una planificación precisa que combina elementos de ingeniería, arquitectura y aprovechamiento ambiental.

Estructura y Materiales

El edificio posee planta rectangular, con dos alturas y cubierta a dos aguas. Está construido fundamentalmente con mampostería de piedra ostionera, un material autóctono de la costa gaditana, muy utilizado en la arquitectura local por su resistencia a la salinidad y a la humedad del entorno marino. Este tipo de piedra, de tonalidad cálida, proporciona al edificio un carácter robusto y profundamente enraizado en el paisaje isleño.

Los muros son de carga, gruesos y sólidos, diseñados para soportar las vibraciones del mecanismo de molienda. La fachada, de líneas sobrias, presenta ventanas rectangulares en disposición simétrica, lo que le da un aire austero, típico de las construcciones industriales de la época.

En su origen, el molino contaba con varias compuertas y canales que regulaban la entrada y salida de agua procedente del caño del Zaporito. Estas compuertas se accionaban en función del flujo de las mareas, permitiendo almacenar agua durante la pleamar en una gran alberca o «presa», que luego era liberada durante la bajamar para mover las ruedas hidráulicas (rodetes) que accionaban las piedras de molienda.

Sistema de molienda

El molino estaba dotado de un sistema de rodillos verticales y muelas de granito, que eran movidas por la fuerza del agua acumulada. A diferencia de los molinos fluviales, los de mareas no requerían un caudal constante: su innovación radicaba en saber aprovechar las mareas diarias, dos veces al día, lo que garantizaba una operatividad cíclica pero constante.

Este sistema de energía limpia y renovable representa un modelo de sostenibilidad ancestral, y constituye un verdadero precedente de las energías alternativas modernas.

Espacios interiores

El interior del molino albergaba distintos espacios destinados a las diferentes fases del proceso de molienda y almacenamiento. En la planta baja se encontraba la sala de máquinas con los mecanismos de molienda, mientras que en la planta superior estaban los almacenes de grano y harina.

Durante la última rehabilitación, se incorporaron elementos museográficos respetando las estructuras originales, incluyendo una reproducción funcional de parte del mecanismo, maquetas explicativas y audiovisuales que contextualizan el papel del molino en la economía salinera y agrícola de San Fernando.

Valor patrimonial y entorno

El molino forma parte de un conjunto etnográfico vinculado al litoral, enmarcado en un paisaje salinero tradicional donde confluyen elementos naturales (caños, marismas, salinas) con una arquitectura productiva singular. Junto a las antiguas salinas, los caños de mareas y la arquitectura militar cercana (como el castillo de San Romualdo o el Puente Zuazo), El Zaporito se inserta en un tejido histórico y paisajístico de enorme valor.

Está declarado como Bien de Interés Cultural (BIC) dentro del catálogo patrimonial andaluz, lo que refuerza su protección legal y su reconocimiento como parte indispensable del legado histórico de la ciudad.

Evolución Histórica

El Molino de Mareas El Zaporito es mucho más que una construcción hidráulica: es el reflejo de la transformación de San Fernando a lo largo de más de tres siglos. Desde su fundación hasta su reciente rehabilitación, el edificio ha estado íntimamente ligado a los vaivenes económicos, sociales y urbanísticos de la ciudad, y ha sido testigo privilegiado del paso del Antiguo Régimen al mundo contemporáneo.

Siglo XVIII: Fundación y auge del molino

Como se ha mencionado, el molino comienza a construirse en 1722, bajo el impulso de José Micón Porrata, y tras una serie de conflictos legales y administrativos, entra en funcionamiento en 1732. Este periodo coincide con un auge de la actividad comercial y militar en la Bahía de Cádiz, favorecido por el traslado de la Casa de Contratación de Sevilla a Cádiz en 1717. San Fernando, entonces conocida como la Isla de León, se consolidaba como un núcleo estratégico vinculado a la Armada y al comercio ultramarino.

El molino formaba parte de un entramado económico más amplio que incluía salinas, viñedos y huertas, aprovechando los recursos de la marisma. El control de las mareas permitía moler grano para abastecer tanto a la población civil como a los contingentes militares presentes en la isla. En este contexto, El Zaporito fue considerado uno de los molinos de mareas más importantes de la zona.

Siglo XIX: Decadencia del modelo tradicional

Durante el siglo XIX, el desarrollo industrial y la progresiva mecanización de los procesos de producción agrícola y alimentaria comenzaron a hacer obsoletos los molinos de mareas. A pesar de ello, El Zaporito continuó en funcionamiento durante buena parte del siglo, aunque ya con un rendimiento más modesto.

En este periodo, el edificio pasó a ser propiedad del Marqués de Ureña, figura relevante en la vida política y económica de la región. Se sabe que bajo su titularidad se realizaron obras de mantenimiento y adaptación, aunque sin alterar sustancialmente la estructura original.

Al mismo tiempo, se producía un declive en el sistema salinero tradicional, fuertemente afectado por la competencia de nuevas técnicas de conservación de alimentos (como el enlatado o la refrigeración), lo que incidió directamente en el entorno productivo del molino.

Siglo XX: Abandono y olvido

Con el paso al siglo XX, el molino fue quedando progresivamente abandonado. La pérdida de funcionalidad, la presión urbanística en el entorno del caño del Zaporito, y el desinterés generalizado por el patrimonio industrial provocaron su deterioro físico.

Durante décadas, el edificio quedó sin uso definido, sometido al expolio y al desgaste ambiental. Aun así, su silueta inconfundible, al borde del agua, mantuvo viva en la memoria colectiva su valor como parte del paisaje histórico de San Fernando. Fotografías antiguas y testimonios orales reflejan cómo, a pesar de su decadencia, el molino seguía siendo un símbolo de identidad local.

Siglo XXI: Recuperación como bien patrimonial

El interés creciente por el patrimonio industrial a finales del siglo XX y principios del XXI propició un cambio de paradigma. El Ayuntamiento de San Fernando, junto con la Junta de Andalucía, inició un proceso de rehabilitación integral del molino que culminó en 2012, con la conversión del edificio en centro de interpretación de los molinos de mareas y del patrimonio etnográfico de la Bahía.

La restauración respetó los elementos arquitectónicos originales, al tiempo que incorporó elementos museográficos y didácticos. Se adaptó el edificio para la realización de exposiciones, visitas guiadas y actividades educativas, con el objetivo de recuperar su valor como recurso cultural y turístico.

Desde entonces, el molino ha albergado actos institucionales, eventos culturales y visitas escolares. También ha sido objeto de estudios y publicaciones académicas que destacan su valor patrimonial, tanto como hito tecnológico del pasado como elemento clave para la identidad histórica de San Fernando.

En 2024, se anunció una nueva inversión para el reacondicionamiento del edificio y su entorno inmediato, reafirmando su lugar en el presente y el futuro de la ciudad.

Galería de fotografías

Hoy en día, el Molino de Mareas El Zaporito es un símbolo del patrimonio industrial y marítimo de San Fernando, y un ejemplo de la capacidad de adaptación y reutilización del patrimonio histórico.

molino de mareas el Zaporito
molino de mareas el Zaporito
fachada principal del molino
fachada principal del molino
arcos del molino
arcos del molino
fachada lateral
fachada lateral

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