Adentrándonos en los caminos de la fe y la tradición en la encantadora ciudad de Lebrija, nos encontramos con un lugar sagrado que emana historia y devoción: la Capilla de la Aurora. En su interior, se guardan celosamente las imágenes titulares de la Venerable Hermandad y Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Humildad, Nuestra Señora de la Victoria, Nuestra Señora de la Aurora y San Juan Evangelista.
El edificio que alberga esta capilla, erigido en el año 1717 como lo indica orgullosamente la inscripción en su portada, es un ejemplo impresionante del estilo barroco. La fachada, ejecutada en ladrillo visto, presenta una composición arquitectónica fascinante. Cuatro pilastras enmarcan la portada, con una puerta coronada por un frontón partido. A los lados, recientemente instalados, resplandecen retablos cerámicos de la “Virgen de la Victoria” y del “Cristo de la Humildad”. En un segundo cuerpo, una hornacina aloja una escultura policromada de la “Inmaculada”, rodeada por pilastras y óculos, culminando en un frontón curvo coronado por una cruz. Tres pináculos coronan majestuosamente esta obra arquitectónica.
Al adentrarnos en la capilla, somos recibidos por una nave de planta rectangular, iluminada por la luz que se filtra a través de sus ventanales. El acceso a la nave se realiza a través de un gran arco de medio punto, que nos invita a explorar el interior de este espacio de oración y contemplación. El cuerpo de la nave se cubre con un artesonado de la época de la construcción de la capilla, que nos recuerda la destreza artesanal de aquellos tiempos.
En el centro del santuario, el retablo mayor es el punto focal de la adoración, albergando la escultura de la “Virgen de la Aurora”. Además, otras esculturas sagradas, como las de “San Antonio”, “San Miguel”, “San Martín”, la “Virgen de la Victoria” del siglo XVIII y la del “Cristo de la Humildad”, enriquecen el ambiente espiritual de la capilla.
La Capilla de la Aurora es más que un simple edificio; es un lugar donde la fe y el arte se entrelazan para inspirar y elevar el alma. Que este santuario siga siendo un faro de esperanza y devoción para la comunidad de Lebrija y más allá, recordándonos la importancia de valorar y preservar nuestro patrimonio espiritual y cultural para las generaciones venideras.
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