La Iglesia de Santo Tomás Apóstol, ubicada en la pintoresca Plaza Montemar de Santo Tomé, en la provincia de Jaén, es un testimonio único de la evolución histórica, arquitectónica y artística de esta localidad. Este templo, perteneciente al Arciprestazgo de Cazorla, destaca no solo por su valor patrimonial, sino también por su capacidad de integrar elementos de distintas épocas y estilos en una síntesis que refleja la rica trayectoria histórica de la región.
Una torre con historia medieval
El campanario de la iglesia, declarado Bien de Interés Cultural, es el elemento más antiguo del conjunto. Construido originalmente en el siglo XIV como torre del homenaje del castillo de Santo Tomé, este torreón medieval sobrevivió a la desaparición de la fortaleza y fue reutilizado como campanario cuando se erigió la iglesia. La torre es un símbolo tangible de la transición entre la función defensiva y la religiosa, una característica común en muchos pueblos andaluces donde las necesidades estratégicas y espirituales coexistieron durante siglos.
Transformaciones a lo largo de los siglos
La iglesia original data también del siglo XIV, aunque fue objeto de una importante reconstrucción en el siglo XVIII, motivada por el crecimiento de la población y el deterioro del edificio. Más adelante, en 1966, se llevó a cabo una reforma integral que modernizó el interior del templo, adaptándolo a las necesidades litúrgicas contemporáneas y proporcionando un espacio confortable para los fieles.
De la estructura original, solo se conserva la fachada de piedra, que originalmente era lateral, y la icónica torre campanario. Este último detalle convierte a la iglesia en un ejemplo significativo de la reutilización del patrimonio en Andalucía, donde los vestigios medievales se integran en construcciones posteriores.
Arte sacro y modernidad
El interior de la iglesia, de una sola nave, es notable por su diseño funcional y moderno, resultado de las reformas del siglo XX. Sin embargo, el elemento artístico más destacado es el fresco situado detrás del altar mayor, obra del artista local Marcelo Góngora. Esta pintura mural, que representa la incredulidad de Santo Tomás ante la resurrección de Cristo, es un claro ejemplo de la continuidad de la tradición pictórica religiosa en un estilo contemporáneo.
Otro detalle destacable es el artesonado del techo, que aunque moderno, combina estética y funcionalidad, añadiendo un elemento visual atractivo al espacio interior del templo.
Vinculación eclesiástica e identidad local
Históricamente, la iglesia perteneció al Arzobispado de Toledo hasta 1954, año en que pasó a integrarse en la Diócesis de Jaén, un cambio que refleja la reorganización eclesiástica del siglo XX en España. Este dato subraya la importancia estratégica y religiosa que Santo Tomé tuvo durante siglos, no solo como parte de la frontera castellana, sino también como una comunidad profundamente arraigada en las tradiciones de la Iglesia Católica.
Un legado vivo
La Iglesia de Santo Tomás Apóstol no es solo un lugar de culto, sino también un monumento que narra la historia de Santo Tomé a través de sus muros. Desde su torre medieval hasta su fresco contemporáneo, cada rincón de este templo habla de una comunidad que ha sabido conservar su patrimonio adaptándolo a los tiempos, sin renunciar a sus raíces.
En la actualidad, la iglesia sigue siendo un lugar de encuentro espiritual y cultural, un punto de referencia para los habitantes de Santo Tomé y un destino de interés para los visitantes que deseen descubrir la riqueza histórica de la provincia de Jaén.
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