Atalaya de Cerro Gordo - fotografía cortesía de María Pulido
Atalaya de Cerro Gordo - fotografía cortesía de María Pulido

La atalaya de Cerro Gordo, también conocida como Torre de La Herradura o del Nogal, se alza en un promontorio escarpado a unos 200 metros sobre el nivel del mar, en el término municipal de Almuñécar, Granada. Desde su posición estratégica, domina la bahía de La Herradura y la playa de Cantarriján, ofreciendo una vista privilegiada del litoral malagueño y granadino.

Origen y construcción

Las primeras señales de vigilancia en Cerro Gordo se remontan al periodo andalusí. Durante el Reino Nazarí de Granada (siglos XIII al XV), los gobernantes instalaron atalayas en puntos estratégicos de la costa para proteger el litoral de incursiones enemigas. Estas torres permitían avistar embarcaciones hostiles con suficiente antelación y activar un sistema de avisos rápidos. La atalaya nazarí de Cerro Gordo se erigió probablemente en este contexto, cuando la amenaza de los reinos cristianos del norte y de los piratas cristianos del Mediterráneo era constante.

Tras la conquista de Granada por los Reyes Católicos en 1492, el control de la costa pasó a la Corona de Castilla. Pero la situación no mejoró. Al contrario: tras la expulsión de los musulmanes y judíos, las costas del sur de la península quedaron aún más expuestas. Durante el siglo XVI, el poder otomano dominaba el Mediterráneo oriental y los corsarios berberiscos, aliados de los turcos, atacaban habitualmente las poblaciones costeras del Reino de Granada y del Reino de Murcia.

Sistema defensivo costero

En respuesta, la monarquía hispánica diseñó un sistema defensivo integral. Felipe II, en particular, impulsó en la segunda mitad del siglo XVI un ambicioso plan de fortificación costera. Ordenó la construcción de nuevas torres y la reparación o sustitución de las antiguas estructuras medievales que ya no ofrecían garantía defensiva. En ese marco se levantó la actual Atalaya de Cerro Gordo, entre finales del siglo XVI y principios del XVII.

El diseño siguió los patrones de la arquitectura militar renacentista: torres robustas, de gran altura, con muros gruesos de mampostería y mortero de cal, y acceso elevado para dificultar su toma en caso de asalto. Su objetivo era doble: vigilancia y comunicación. Cada torre cubría visualmente un tramo del litoral y enlazaba mediante señales con las torres vecinas y con los castillos principales, como el Castillo de La Herradura o el Castillo de San Miguel en Almuñécar.

Elección de Cerro Gordo para edificar la atalaya

La elección de Cerro Gordo no fue casual. Su altura y posición avanzaban hacia el mar, ofreciendo una panorámica que abarcaba tanto la bahía de La Herradura como la costa hacia Nerja y los acantilados de Maro. Así, cualquier barco sospechoso podía ser detectado mucho antes de acercarse a tierra.

Con el paso de los siglos, aunque la amenaza pirata disminuyó, la torre siguió cumpliendo funciones de control costero. Durante el siglo XIX, con la creación del cuerpo de Carabineros del Reino, se reutilizó para la vigilancia del contrabando.

Función y operatividad

La Atalaya de Cerro Gordo cumplía un papel esencial en la defensa de la costa granadina durante los siglos XVI al XIX. No solo era una simple torre de observación. Formaba parte de un sistema complejo y muy bien organizado de vigilancia y alarma conocido como sistema de torres vigías o atalayas costeras.

Su función principal era la detección temprana de embarcaciones enemigas. Los vigías, instalados en la terraza superior de la torre, escudriñaban el horizonte día y noche. Si divisaban galeras otomanas, barcos corsarios berberiscos o cualquier navío sospechoso, activaban el sistema de señales. Durante el día, utilizaban humo; por la noche, encendían fuegos. Estas señales visuales eran entendidas por las torres vecinas, que las repetían en cadena hasta que la alarma llegaba a las principales fortalezas o núcleos urbanos, como La Herradura, Almuñécar, Nerja o incluso Málaga.

Cada torre estaba equipada y organizada según las ordenanzas militares dictadas por la Corona. La Atalaya de Cerro Gordo disponía generalmente de dos torreros (vigilantes) y un cabo (jefe de puesto). El cabo tenía a su cargo no solo la vigilancia, sino también el mantenimiento de la torre, la organización de las señales y la gestión de recursos como leña, agua y alimentos. En caso de avistamiento de enemigos, también debía despachar corredores o jinetes a los pueblos cercanos para reforzar la alarma.

Función disuasoria de las atalayas

Además de la vigilancia, las torres como Cerro Gordo tenían una función disuasoria. Su sola presencia, visible desde el mar, recordaba a los corsarios que la costa estaba controlada y que cualquier intento de desembarco sería detectado y respondido con rapidez.

Cuando la amenaza de los piratas berberiscos disminuyó a finales del siglo XVIII y principios del XIX, la torre adaptó su función. Se convirtió en puesto de control del contrabando, actividad que creció debido a las restricciones comerciales impuestas por la Corona y más tarde por las guerras napoleónicas. En esa época, el cuerpo de Carabineros ocupó muchas de estas antiguas atalayas costeras para vigilar y frenar el tráfico ilegal de mercancías.

Aunque las innovaciones militares y la modernización de las comunicaciones a lo largo del siglo XIX acabaron por hacer obsoletas las torres vigía, su legado perduró. La Atalaya de Cerro Gordo representa hoy no solo una estructura defensiva, sino también un símbolo de la capacidad de organización y respuesta de las comunidades costeras frente a los desafíos y amenazas que enfrentaron durante siglos.

Arquitectura y estado actual

La Atalaya de Cerro Gordo responde a las características típicas de las torres vigías construidas en el litoral granadino durante los siglos XVI y XVII, aunque incorpora también elementos propios de la arquitectura militar renacentista.

Su estructura es troncocónica, más ancha en la base que en la parte superior. Esta forma proporcionaba mayor estabilidad frente a los vientos marinos y facilitaba la defensa en caso de asalto. La torre mide aproximadamente 11 metros de altura y 7,3 metros de diámetro en la base.

La fábrica se realizó con mampostería de piedra caliza, abundante en la zona, unida con mortero de cal. Este sistema constructivo ofrecía solidez y resistencia a la erosión provocada por la humedad y el salitre del ambiente marino.

Acceso original

El acceso original se encontraba elevado, a unos 5,5 metros del suelo, orientado al este. Esta disposición dificultaba la entrada a posibles atacantes. Los vigilantes usaban una escala o cuerda que retiraban una vez dentro de la torre. Esta puerta-ventana, estrecha y de perfil sencillo, era la única abertura importante en el cuerpo de la torre, reforzando su función defensiva.

En el interior, la torre dispone de una única cámara circular, cubierta por una bóveda semiesférica. Esta sala servía como refugio para los torreros y para almacenar víveres, leña y herramientas. En el centro de la bóveda existía un hueco o lumbrera que comunicaba con la terraza superior.

La azotea

La azotea o terraza superior estaba protegida por un parapeto de mampostería, hoy desaparecido en gran parte. Desde esta plataforma, los vigilantes realizaban las observaciones y las señales visuales. La terraza incluía un matacán (pequeño saliente con aberturas) que permitía arrojar objetos o líquidos defensivos sobre posibles atacantes que intentasen forzar la entrada.

El diseño de la torre no solo consideraba la defensa, sino también la comunicación visual. Su altura y ubicación en el promontorio permitían enlazar visualmente con las torres vecinas, como la Torre de Caleta al este y la Torre del Diablo al oeste, integrándose así en la cadena de vigilancia costera.

Aunque la Atalaya de Cerro Gordo ha perdido elementos como parte del matacán y el parapeto, su estructura principal sigue en pie y conserva la mayoría de sus rasgos originales. En 1986, se declaró Bien de Interés Cultural (BIC), lo que ha permitido su protección legal. Hoy, además de su valor histórico y arquitectónico, la torre forma parte del Paraje Natural de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo, una de las áreas paisajísticas y ecológicas más relevantes de la costa andaluza.

Valor patrimonial

La Atalaya de Cerro Gordo fue declarada Bien de Interés Cultural en 1986, reconociendo su importancia histórica y arquitectónica. Forma parte del Paraje Natural de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo, una zona de gran valor ecológico y paisajístico. Su conservación y puesta en valor son esenciales para preservar la memoria histórica de la defensa costera en el Reino de Granada y para fomentar el turismo cultural en la región.


Visitar la Atalaya de Cerro Gordo permite no solo disfrutar de unas vistas espectaculares del Mediterráneo, sino también conectar con la historia de la vigilancia y defensa de la costa andaluza.

atalaya de cerro gordo
atalaya de Cerro Gordo – cortesía wikipedia

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