Capilla del Rocío de Puerto Real
Capilla del Rocío de Puerto Real

La Capilla del Rocío de Puerto Real es un enclave singular que entrelaza historia, devoción y patrimonio. Ubicada en el barrio de El Gallinero, en las afueras de la localidad gaditana, esta capilla es testimonio de la evolución cultural y religiosa de la villa.​

Orígenes: de finca privada a templo devocional

La Capilla del Rocío de Puerto Real no nació como una infraestructura promovida por la Iglesia ni como una construcción vinculada desde el inicio a una hermandad. Su origen está íntimamente ligado a la iniciativa privada y a la profunda devoción religiosa de un matrimonio local: José Luis Domínguez Gutiérrez y María Luisa Vega Sánchez. Ambos propietarios de la finca denominada María y José, situada en las afueras del núcleo urbano, en una zona que entonces se conocía como El Gallinero, impulsaron la construcción de un pequeño templo en su terreno con una finalidad clara: ofrecer un espacio de recogimiento y oración para los vecinos de esta zona rural.

Bendición de la capilla

La capilla fue bendecida el 11 de julio de 1959 bajo la advocación inicial de la Virgen del Carmen, por lo que en sus primeros años fue conocida como Capilla del Carmen. Esto refleja no solo la devoción mariana de sus fundadores, sino también la tradición marinera y carmelitana que ha estado siempre muy presente en Puerto Real. María Luisa Vega, profundamente devota, fue quien lideró las gestiones para convertir aquel terreno familiar en un lugar sagrado.

Desde sus inicios, la capilla destacó por su carácter acogedor y sencillo. No se trataba de una edificación ostentosa, sino de una ermita modesta, construida con esfuerzo personal y económico de los propios promotores, que pronto fue ganándose el cariño y la participación de los vecinos del entorno. Su creación puede entenderse también como una respuesta a la falta de infraestructuras religiosas en los extrarradios de Puerto Real durante el periodo de posguerra, lo que convirtió a esta capilla en un punto de referencia espiritual para la zona.

Aquel gesto de fe y comunidad fue el primer paso hacia lo que más tarde se consolidaría como un centro neurálgico de la devoción rociera en la Bahía de Cádiz.

Un entorno con historia milenaria

El lugar donde hoy se levanta la Capilla del Rocío no solo alberga una intensa vida espiritual, sino que también es un testimonio vivo de la riqueza histórica y patrimonial del entorno puertorrealeño. Esta zona, situada al norte del casco urbano, en el entorno de la finca María y José, forma parte de un espacio cargado de memoria milenaria.

Uno de los elementos más significativos es la presencia de un horno romano de planta circular, de aproximadamente 4,5 metros de diámetro, localizado a escasos metros de la capilla. Este vestigio arqueológico, descubierto y puesto en valor en 2011 gracias al trabajo de investigadores locales, data del siglo I d.C. y forma parte de una red de infraestructuras industriales vinculadas a la producción cerámica romana. Se estima que formaba parte de un complejo alfarero que abastecía a la entonces importante Bahía Gaditana, aprovechando su ubicación estratégica junto a las antiguas vías de comunicación marítima y terrestre. Este hallazgo demuestra que la zona ya tenía un papel productivo y estratégico en la antigüedad, lo cual enriquece aún más el valor simbólico del enclave actual.

Vinculación del entorno con la época moderna

Además del legado romano, este espacio también estuvo vinculado a episodios determinantes de la historia contemporánea de España. En 1823, durante la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis —la expedición militar francesa enviada por la Santa Alianza para restaurar el absolutismo en España— se instaló en los terrenos cercanos una posición militar conocida como la Batería de Angulema. Desde este punto, los soldados franceses dirigieron el asalto final sobre el Caño de la Cortadura, en la famosa Batalla del Trocadero, un acontecimiento clave que simbolizó el fin del Trienio Liberal y la vuelta al absolutismo de Fernando VII. Este hecho convirtió el entorno en un escenario crucial en la defensa del constitucionalismo y de los ideales liberales del siglo XIX.

Así pues, la ubicación de la Capilla del Rocío no es fruto del azar. El solar sobre el que se asienta es heredero de una historia milenaria que abarca desde la época romana hasta los convulsos días del siglo XIX. Esta riqueza histórica subyacente le confiere un valor añadido, que convierte a la capilla no solo en un lugar de culto, sino en un espacio de memoria histórica, donde la espiritualidad convive con el recuerdo de las grandes transformaciones culturales, políticas y sociales que marcaron el devenir de Puerto Real y de España.

Evolución y vinculación con la Hermandad del Rocío

La historia reciente de la Capilla del Rocío de Puerto Real no puede entenderse sin la presencia activa y simbólica de la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Puerto Real, uno de los colectivos devocionales más dinámicos y arraigados en la localidad. La vinculación entre la capilla y la hermandad fue el fruto natural del crecimiento del fervor rociero en la villa, que empezó a manifestarse con fuerza a mediados del siglo XX, en paralelo al auge de las peregrinaciones a la aldea almonteña desde distintos puntos de Andalucía.

La Hermandad del Rocío de Puerto Real se constituyó en 1964 por un grupo de fieles devotos que, movidos por su amor a la Virgen del Rocío y por el deseo de formar parte de esta tradición mariana, comenzaron a organizar los primeros caminos hacia Almonte. Estos primeros pasos se dieron de forma humilde, con recursos limitados, pero con una fe firme que acabaría consolidando una estructura propia y estable. Sin embargo, no fue hasta 1977 cuando la hermandad fue reconocida oficialmente por el Obispado de Cádiz, convirtiéndose en filial de la Hermandad Matriz de Almonte bajo el número 45.

Sede canónica de la hermandad

Desde entonces, la Capilla del Rocío se convirtió en la sede canónica de la hermandad, acogiendo los cultos, actos preparatorios y celebraciones litúrgicas vinculadas al calendario rociero. El Simpecado, el estandarte que representa a la hermandad durante la romería, se guarda y venera en la capilla, y cada primavera es despedido allí por la comunidad en una emotiva misa de romeros antes de emprender el camino hacia la aldea del Rocío.

A lo largo de los años, la hermandad ha desarrollado una intensa actividad religiosa, cultural y solidaria desde esta sede. Aparte del tradicional camino del Rocío, organiza cada año triduos, convivencias, peregrinaciones extraordinarias, recogidas de alimentos y actos benéficos, convirtiéndose en una verdadera fuerza social y espiritual dentro de Puerto Real. Su presencia también ha impulsado el embellecimiento y mantenimiento de la capilla, así como su apertura a nuevos fieles.

La capilla no solo sirve de punto de partida para la peregrinación, sino que también actúa como el corazón simbólico de un movimiento de fe, tradición y comunidad que se ha transmitido de generación en generación. En ella se vive el Rocío durante todo el año, no solo durante los días de la romería, convirtiéndola en un faro espiritual para los rocieros puertorrealeños.

Arte sacro y devoción popular

Aunque de proporciones modestas, la Capilla del Rocío de Puerto Real guarda en su interior una riqueza artística y simbólica que la convierte en un pequeño templo de gran valor devocional. Cada elemento presente en su interior ha sido cuidadosamente elegido, restaurado o donado por hermanos, devotos y vecinos, lo que refuerza el carácter comunitario y sentimental del espacio.

Presidiendo el altar mayor se encuentra la imagen de Nuestra Señora del Rocío, una reproducción fidedigna de la Patrona de Almonte, obra del escultor sevillano Fernando Aguado Hernández, realizada en el año 2011. Aguado, conocido por su maestría en imaginería religiosa contemporánea, logró captar no solo la estética tradicional de la Virgen del Rocío, sino también transmitir una expresión cercana y tierna, profundamente conectada con la sensibilidad del pueblo rociero. Esta imagen fue concebida como un centro de veneración permanente en la capilla y se ha convertido en uno de los grandes referentes espirituales de la localidad.

Cristo crucificado

Junto a ella destaca una talla de Cristo Crucificado, una obra que perteneció originariamente a la desaparecida capilla del Cortijo de Guerra, situada en las inmediaciones rurales de Puerto Real. Esta imagen, probablemente ejecutada en los años 40 del siglo XX, se atribuye al círculo artístico de dos grandes escultores gaditanos: Juan Luis Vassallo Parodi o Luis Ortega Bru. La fuerza expresiva del Cristo, de factura serena pero impactante, añade una dimensión penitencial al templo, recordando la pasión de Cristo como contrapeso a la alegría pascual que representa la devoción a la Virgen del Rocío.

Además del patrimonio escultórico, la capilla alberga una cuidada colección de enseres procesionales y litúrgicos, entre ellos el Simpecado de la hermandad, bordado con finos detalles dorados sobre fondo azul celeste, que se exhibe con orgullo durante todo el año. A esto se suman elementos tradicionales del mundo rociero como los varales, faroles de peregrinación, medallas antiguas y estandartes, muchos de los cuales han sido ofrendados por generaciones de hermanos y familias devotas.

Espacio con carga emocional y simbólica

Este arte sacro no solo embellece el espacio, sino que es portador de una intensa carga emocional y simbólica. Cada imagen, cada bordado, cada candelero ha sido testigo de vivencias personales, promesas cumplidas, oraciones susurradas en silencio y lágrimas compartidas durante los cultos. La comunidad no ve estas obras como simples objetos, sino como vehículos de fe, que ayudan a conectar lo terrenal con lo divino.

Así, la Capilla del Rocío se convierte en un lugar donde el arte y la devoción se funden de forma natural, expresando una religiosidad popular profundamente viva, sentida y participativa. Es un espacio donde la estética está al servicio de la espiritualidad, y donde cada detalle habla del amor incondicional de un pueblo por su Virgen.

La capilla en la actualidad

Hoy en día, la Capilla del Rocío es un espacio de culto y encuentro para los fieles y devotos de la Virgen. Además de ser el centro de las actividades religiosas de la hermandad, la capilla acoge eventos culturales y conferencias, como la impartida por el historiador Manuel J. Parodi en 2021, en la que se abordó la defensa del constitucionalismo en El Trocadero en 1823.​

La capilla también forma parte del patrimonio cultural de Puerto Real, siendo un punto de interés para visitantes y estudiosos de la historia local. Su ubicación, en un entorno que combina vestigios romanos y recuerdos de episodios históricos relevantes, la convierte en un lugar emblemático que refleja la riqueza histórica y espiritual de la villa.​

Capilla del Rocío de Puerto Real
Capilla del Rocío de Puerto Real
un entorno con historia en Puerto Real
un entorno con historia en Puerto Real

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