Los primeros rayos de sol acariciaban suavemente las terrazas del Jardín Botánico de San Fernando, revelando un mosaico de colores y texturas que aguardaban ser capturados por mi lente. Este rincón, enclavado en el corazón del Parque Natural Bahía de Cádiz, se erige como un refugio de biodiversidad y serenidad en medio del bullicio urbano. ¡Vamos a descubrir junto detalles del jardín botánico!.
Descubriendo detalles del jardín botánico
Al adentrarme en sus senderos, me encontré con la estructura aterrazada que delata su pasado como vivero forestal. Cada nivel ofrecía una perspectiva única, desde las zonas más elevadas, donde se recrean los bosques mediterráneos típicos de la provincia gaditana, hasta las áreas inferiores, que evocan las marismas y lagunas de la campiña. La ingeniosa disposición del terreno no solo enriquece la experiencia visual, sino que también facilita el recorrido por los distintos ecosistemas representados.
Uno de los elementos que más llamó mi atención fue el antiguo sistema de riego por gravedad, con sus albercas y canalizaciones, vestigios de técnicas ancestrales de aprovechamiento del agua. Estas infraestructuras, además de su valor histórico, aportan un encanto singular al paisaje, creando espejos naturales donde el cielo y la vegetación se funden en reflejos casi oníricos.
El jardín no solo celebra la flora autóctona; también alberga una colección de plantas procedentes de América y Canarias, testimonio de la riqueza botánica que ha llegado a estas tierras a lo largo de los siglos. Estas especies, perfectamente integradas, añaden una nota exótica al conjunto, enriqueciendo la paleta de formas y colores disponible para el ojo atento.
Un paseo recorriendo cada rincón del parque
Mientras avanzaba, me topé con el Jardín de la Bahía, una sección dedicada a las plantas ornamentales que embellecen los parques y jardines de los municipios circundantes. Aquí, las especies se disponen en armoniosas composiciones que invitan a detenerse y contemplar los detalles: la disposición de las hojas, la textura de los troncos, el juego de luces y sombras que se crea entre las ramas.
No podía dejar de visitar la colección de conservación, donde se resguardan especies amenazadas del litoral atlántico andaluz. Este espacio, además de su innegable valor ecológico, ofrece una oportunidad única para fotografiar plantas que, en su entorno natural, serían difíciles de encontrar. Cada ejemplar cuenta una historia de resiliencia y adaptación, recordándonos la importancia de preservar nuestro patrimonio natural.
Una despedida y… ¡hasta otra ocasión!
Con el sol ya en lo alto, concluí mi recorrido, consciente de que las imágenes capturadas apenas podían hacer justicia a la riqueza y diversidad del Jardín Botánico de San Fernando. Este enclave no solo es un paraíso para los amantes de la fotografía, sino también un recordatorio vivo de la belleza y fragilidad de los ecosistemas que nos rodean.















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