Visito un molino de mareas, en pleno estuario del río San Pedro, cuya historia se remonta a más de dos siglos.
Con el traslado de la Casa de Contratación a Cádiz y la omnipresencia de la marina en tierras gaditanas, se viven momentos de gran prosperidad. Es en estos años cuando se afinca un navarro de nombre Juan Esteban de Goyena, el cual ejerce el cargo de Director de las reales provisiones de víveres de la ciudad de Cádiz.
Él es quien promueve la construcción de este molino harinero. Se elige como emplazamiento el caño de la Marina, en Puerto Real. Por la buena comunicación que existía en aquellos años con las poblaciones cercanas, servirá para abastecerlas y, fundamentalmente, a los embarcaderos de la Bahía.
El molino perteneció a la familia Goyena por varias generaciones hasta que, en 1867, es arrendado por Francisco Chozas, su último propietario.
Actualmente, solo queda en pie algunos restos de aquel molino, emplazado podríamos decir casi en medio de la nada. No es sencillo de divisar hasta que no te acercas, pues el color de la piedra ostionera del molino se confunde fácilmente con el entorno que la rodea.
Os comparto algunas fotografías que realicé en mi primera visita a este lugar.
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